Domingo, catorce de Julio, cuatro
caballeros veleños y Fernando el benjamín aspirante, nos damos cita en el
habitual punto de encuentro. Con las burricletas bien dispuestas, pero sin la ruta pactada, buscamos “consuelo” por los
territorios cerreros de Mejorada.
Todavía a estas alturas del cuento, me
pregunto ¿por qué tendría que valer la
pena? ¿Por qué todavía permanecemos en
la brecha? ¿Por qué continuamos saliendo cada domingo y durante “días sueltos” cuando
nuestras obligaciones nos lo permiten? Quiero
dejar claro, que sólo estoy hablando desde
una visión cicloturista y mi particular
experiencia: por mucho que montemos
durante la semana, por muchos años que llevemos practicando mtb, por muchos
retos y épicas conseguidas, por muchos kilómetros anuales que hagamos, por
cientos de marchas (carreras para otros)
a las que nos inscribamos, por los incontables puertos que coronemos, por las
mejores medias que obtengamos en cada salida, por lo bien equipados que vayamos
etc, hacemos cicloturismo sin más. Conseguimos “picos” de forma “aceptables”
según la “dedicación” (cantidad-calidad),
tampoco tiene mucho misterio, la vela ya está inventada. Pero con los años, me
he dado cuenta que está el componente personal que desarrollamos/fortalecemos con esta práctica deportiva, como la
constancia, esfuerzo, paciencia, fuerza
de voluntad, organización, planificación (gestión del tiempo) , toma de
decisiones, solidaridad, perseverancia,
disciplina, respeto por la naturaleza
(por supuesto, por las personas) , compañerismo, amistad, trabajo en equipo, bienestar emocional y según
algunos manuales, mejora de nuestra
salud, toda una declaración de intenciones
para conseguir la superación personal. “No hay atajos para llegar a los lugares
que merecen la pena”, “no escalas montañas para que todo el mundo pueda verte
sino para que tú puedas ver el mundo ”.
Comenzamos la jornada cabalgando hacia
la real cañada, bien agrupados atravesamos los llanos del “Baldío” y “para
desayunar” , nos trasteamos “El Bonal” a medio gas, todavía en plena calma,
ataviado de paz. Por las villas vecinas,
nos encontramos con el amigo Roberto “El Bueno” que según nos comenta, ya
tiene “los deberes hechos”; a pesar de
todo, le invitamos a hacer “unos senderitos”,
sabemos que se queda “con las ganas” pero tiene encargado “algunas tareas de casa”. Abandonamos los
núcleos urbanos cercanos y en parajes
más vistosos nos adentramos; salvamos una caterva de cuestas cerreras, pasos empinados
y algunos desniveles menos benévolos que nos ponen a prueba; una vez más, profanamos los laberintos de
angostas sendas, mientras nos recreamos
con los suaves olores del monte que se desprenden entre los muretes de piedras. Disfrutamos salvando dificultades empedradas, volamos
por “el tobogán del pozo”, aireando los sentidos, echando la mente a
divagar y deleitándonos dentro del afortunado rincón. A nuestro paso, praderas
resecas, “El Marrupejo” repleto de arena, una desolada
postal con los restos de hierba a
ras de tierra y salteadas sombras nos
alivian de las tímidas temperaturas que
no arrancan a elevar. Sobre la marcha, “sin apenas hacer hambre” echamos un tentempié
de “bocao”, pero el amigo Gabriel “Machaque”
no perdona “el bocata” aunque todavía no sea la hora.
Reemprendemos la marcha, replegando
las estampas cerreras; Fernando de fuerzas sobrado; Gabriel “sufriendo”, hace unas horas ha llegado de vacances y se queja que la forma le ha
abandonado, bastante mérito tiene con
haberse apuntado a “este sarao”; Jesús “El Serrano” se defiende y tiene ganas
de marcha para alargar la etapa; Luci “Froome”, se exhibe por los continuos
subes y bajas, pero llaneando tampoco se queda atrás. En la villa zorrera
recargamos las botijas, para no tener sorpresas en la vuelta; rematamos “la
merienda” y los sabios del lugar nos avisan “cabra coja no quiere siesta y si la tiene,
cara le cuesta”. Pues lo dicho, tomamos en serio dichos consejos y no dejamos de pedalear, viramos por detrás de
la ermita para “evitar la prueba burriclista” que en esta jornada se celebra. Sobrevolamos
los cerros de “Las Piedras Caballeras” que en sus puntos más “críticos” apenas
nos ofrecen resistencia y desde Gamonal , afrontamos la parte más llana; ritmo
constante, polvo con el aire de cara, los pestosos baches del carril y el sol que amenaza con
atizar, son los ingredientes que
añadimos para engordar la dominguera etapa. “La paciencia y la perseverancia tienen un efecto mágico
ante el que las dificultades desaparecen y los obstáculos se desvanecen”. Hasta
la próxima.
Resumiendo, ruta circular de 58 kms,
los caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Los
Huertos, Camino del Bonal, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del
Hituero, Antiguo Camino de Segurilla-Sotillo, Vereda de Cervera (“Cien años”),
Camino de Meregil, Sendero del Pozo, Camino de Los Dornajos, Camino de
Marrupe-Sotillo-Hituero-Segurilla-Mejorada-Gamonal- Carril de Las Mulas-
Camino Real- Velada.
Buen día………SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”
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