miércoles, 31 de julio de 2019

Ruta: Montesclaros-Lanzahíta-Pedro Bernardo-Sartajada-Buenaventura-Montesclaros.



 Domingo, veintiocho de julio, en la jornada festiva, el arco de  salida lo ponemos en la villa montesa de  Monteclaros. Diego “Sin Miedo” e Ilde “El Suegro”, nos convidan y animan  a una etapa de altos vuelos. Ocho componentes formamos la espectante  escuadra, entre caballeros veleños, talaveranos y parrillanos; con las burricletas bien dispuestas y de ánimos sobrados, nos disponemos a afrontar el inédito reto montañero.

Cada día lo tengo más claro, somos afortunados, tremendamente  privilegiados de saber/poder disfrutar de los minúsculos  placeres con los que nos encontramos en cada salida burriclista. No tiene precio, (¿o sí) sentir el frescor mañanero a primera hora y desde  cualquier cima coronada; respirar el aire limpio que se cuela entre las ramas del pino centenario; avistar espectaculares panorámicas –que nos dejan sin habla-  desde las alturas; detener el tiempo para recrearnos en la frondosa arboleda, disfrutar de la placentera  sensación de cabalgar sobre una  interminable  alfombra de pinochas; saber disfrutar del silencio y de la soledad del momento,  que cada uno de nosotros  nos dedicamos a lo largo del camino; deleitarnos con  ese trago de agua reconfortante y cristalina  que nos regala el generoso pilón; palpar  las dulces y variadas fragancias que inundan los rincones más fecundos que recorremos. Admirar las caras de felicidad de mis compañeros,  cuando les sorprendo ensimismados en medio de la nada; las risas sinceras, por cualquier nimiedad, broma o “dicho” que soltamos en plena faena. No menos importante, el sentirnos seres minúsculos refugiados  en la grandeza y fortaleza  de la montaña y por extensión,  en un indeterminado punto del infinito: “El mundo está lleno de pequeñas alegrías, el arte consiste en saber distinguirlas”. Estas pequeñas cosas y otras tantas, son las que generan grandes momentos, inolvidables recuerdos, anécdotas para recordar y risas e historias para compartir.

Comenzamos la ruta por los caminos locales, extensas dehesas de encinas bien compactadas; “alguna” duda porque “los achiperres digitales” no se aclaran con la etapa grabada, “por aquí no, por allá” – Diego “Sin Miedo” nos marca. Dentro del “track bueno”, disfrutamos de una entretenida  senda de bajada, entre arbustos, chaparras, hojarasca suelta, regueras y el sutil  aroma de la jaras. Por estos lares adehesados,  atravesamos “un profuso  campo de minas” (en vez de rodadas)  entre medias de la vacada de campea a sus anchas; hacía tiempo,  que no teníamos ninguna conversación con “un guarda” ;  ¿camino público o privado? Ya sabéis,  la retahíla de siempre, además con indicaciones y ordenanzas  “para los de arriba”; Ilde “El Suegro”, le rebate, “soy del lugar y por aquí se puede pasar”. Para no perder tiempo, pedimos disculpas al “agente” por las posibles molestias y “aquí no ha pasado na”. Recorremos los pasos de “La Vega” y por la estira pista bien cuidada y delimitada, arribamos en la villa serrana de Lanzahíta.







En la localidad mencionada, resuenan tambores  “de guerra”, rítmicas trompetas, alegres dulzainas y entonadas gaitas,  nos indican el inicio de la fiesta. Nada más iniciar, sin anestesia, ni calentar,  repechos del veinte por ciento, “nos atacan”  en el punto de partida  del “puerto”. A nuestro paso, por la estirada subida, nos encontramos con parcelas frutales y nos refugiamos a la sombra de los espigados robles y en el salón del colosal pinar; pilones bien surtidos  y  cuidados, paisajes de ensueño mientras continuamos con la escalada y  las agradables temperaturas que nos invitan ir más allá; coquetas charcas naturales (sin duda, aquí habitan las ninfas serranas) , estratégicamente  resguardas entre  la frondosa arboleda. Algunas “bolerías” y buenos momentos  por el empinado camino, para hacer más amena la marcha y “relajarnos” por el mítico puerto. En plena ascensión, paramos unos minutos para repostar, reponer fuerzas, echar un vistazo por los balcones colgados, contemplar la bella estampa  y de paso, echarnos unas risas.






























Reemprendemos la marcha, “sin terminar de hacer la digestión”,  grandiosas y superlativas vistas a media ladera; Gabriel “Machaque”, se lo pasa en grande y delira con su grito de guerra,  “TULÉ, TULÉ, TULÉ, TULÉ…AINS”, mientras los demás invitados –que no conocen al susodicho- se preguntan ¿a éste qué le pasa? Es muy largo de explicar, les comentamos.  En pleno desvarío montañero,  nos encaramamos por “la pista del parapente”, paisajes limpios y transparentes hacen las delicias de los congregados, hasta que llegamos a la terrible pantalla “por el fuego aniquilada”; se nos cae el alma al suelo, ante nosotros,  la terrorífica visión,  un cementerio de pinos, fulminados por intereses varios; “terrorismo ecológico” es el veredicto final  y  denunciamos. Desde este punto, la fugaz y efímera bajada, bien marcada y bastante larga, nos acomoda en  el tupido pinar,  para quitarnos el mal sabor de boca “por la zona abrasada”; pista llana y rápida, más expuestos al sol –aunque la jornada no es muy calurosa- , dejamos  atrás las majestuosas  postales montañeras, para “montarnos” en un continuo sube-baja;  atravesamos las  aldeas “desiertas” de la zona y  rellenamos las botijas “por si acaso”. Atrás dejamos Buenaventura, a estas horas, “con la que traemos” y aunque cogemos la vía más directa,  todavía  tenemos que bregar con algunos tramos de subida, que ya  van haciendo mella por la kilometrada que vamos “sumando”. Cogemos el camino tradicional, perdido por su falta de uso, tenemos “amago de capea” (vaquillas de plaza,  que salen en dirección contraria a la que llevamos)  y de paso,  salvar la pertinente alambrada (estamos acostumbrados, para no variar) antes de entrar victoriosos por el arco de meta de Montesclaros.  Para celebrar dicho éxito, nos congregamos en “el bar de la piscina”; pinchos para recuperar fuerzas y zumo de cerveza helada para reponer líquidos y brindar por la triunfante etapa. “La cultura verdadera nace con la naturaleza, es simple, humilde y pura”.  Hasta la próxima.
























En definitiva, ruta circular de 74 kms (1300 m. +  aprox) . Los caminos transitados han sido: Camino de Hontanares, Camino Vereda Alta (Casa Gata), Camino Buenaventura, Vega del Tiétar, Camino del Río-Lanzahita, Camino de la Presa, Camino San Juán , GR 180, Las Parizuelas, El Ronoillo, Puerto Pedro Bernardo, Las Gamelteras, Pista de los Saltaderos, Majada de Carnicero, El Roblazo-Gavilanes- Camino de Sartajada-Buenaventura- Montesclaros.


Buen día…….SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”


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