martes, 10 de septiembre de 2019

Ruta: Vía Verde de la Jara (53 razones)


Viernes, seis de septiembre, en plenas fiestas patronales de Velada, me voy a dar "un homenaje" con una kilometrada;  desde Calera y Chozas, recorrer la Vía Verde de la Jara. En mi caso, prefiero otro tipo de etapas, pero para rodar, es la ruta ideal más cercana. Además, siempre habrá “algunas” razones para volver y  realizar dicha etapa.


Pasar una apacible  mañana dando pedales. Degustar los caprichos del  nuevo día. Sentir la agradable sensación de “cabalgar sobre la burricleta”. Contabilizar  los túneles –de longitud variada-  que nos abren el paso por la estirada vía. Cruzar el ajustado pasadizo del cañaveral; respirar el aire fresco, impregnado de los empapados campos  herbáceos (alfalfa,  “albejones”). Avistar las abandonadas estaciones para restar kilómetros a la ruta. Disfrutar de las generosas vistas,  que nos ofrece el caudaloso río. Recrearnos con la  espectacular caída del colosal viaducto. Avistar variedad de especies (corzos, conejos, perdices, buitres y aguiluchos). Contemplar  las antiguas y derruidas  construcciones de piedra. Admirar los afilados “tajos” de pizarra que se suceden en nuestro camino. Alegrarnos por la cantidad de agua que recoge el vistoso  embalse. Disfrutar de la ligera pendiente que nos guía durante el camino de ida. Cabalgar en armonía, por un terreno bastante cómodo “en ocasiones irregular” pero cero en dificultad. Sentir la “incertidumbre” por la oscuridad de los largos túneles.  Considerar, los detalles visibles  que descansan en la interminable vía (vallas de madera, hierro oxidado,  áreas de descanso habilitadas, fuentes de agua corriente, formas de las piedras,  etc). Recorrer  el alargado y perfumado  callejón del jaral.  “Observar” las nítidas pistas  que nos ofrecen  “las barbas de viejo” por la calmada pista. Apreciar  la monotonía que nos brinda la pausada avenida. “Escuchar” las leyendas   que nos transmiten los paneles y señales de información. Activar todos  los sentidos para hacer más placentera la marcha. Contemplar las hileras de almendros que se pierden por los izados parajes. Valorar la vasta  extensión del entorno natural.  Alegrarnos por la variada  flora del lugar (encinas, jaras y el tímido pinar). Fotografiar puntos y momentos para recordar. Admirar la generosa orografía que nos regala la cansina vía. Desde el kilómetro 31, nos adentramos  en una dimensión más asilvestrada. Apreciar las trabajadas canteras de pizarra y su particular color. Destacar, la expectación que despierta el predecible rincón. Imaginar el funcionamiento de los obsoletos y olvidados  molinos de agua. Estimar las considerables  caídas al vacío, que nos encontramos  a lo largo del camino. Valorar cada sorbo de agua y el alivio que nos reporta para continuar.  Avistar los animados establos y  a  las impasibles  reses abrevando. Disfrutar del  avituallamiento sentado en la última  estación. Admirar la peculiar  postal que tengo a mi alrededor, tonos verdosos,  pinos y picachos detrás del telón. Disfrutar del merecido descanso y  de la perceptible  tranquilidad del lugar. Contemplar el sosegado paraje que me rodea. Sentir de la perenne calma, cabalgando en solitario. Escuchar el ensordecedor silencio que me acompaña desde las primeras horas de la mañana. Degustar el frescor y los  alegres aromas del despertar. Recrearme con la quietud  y serenidad del imperturbable lugar.  Apreciar la claridad y pureza del día, que "sin tapujos" se pasean por la desierta vía. Admirar la presencia de los buitres, “danzando” sobre mi cabeza.  Escuchar la controlada  respiración y el latido de  cada pulsación. Alegrarme por el esfuerzo realizado. Reservar fuerzas por lo que pueda pasar. Analizar y observar el entorno, así como  las condiciones óptimas para saborear la entretenida jornada. Detener y adueñarme  del tiempo, para hacer más amena la jornada. Disfrutar del ritmo alegre y constante que voy imponiendo.  Respirar bocanadas de  aire limpio y columpiarme sobre la lúcida serenidad. A pesar de “la aparente facilidad”, afrontar  la etapa como un nuevo reto. Respetar el medio y todo lo que me rodea, como ley universal. Cabalgar ensimismado en pensamientos más positivos, pero siempre con el objetivo fijo.  Considerar y valorar la kilometrada, a pesar de las contingencias, sobre todo, el aire de cara en la ida. Para mi sorpresa, también me “ha atizado” gran parte del camino de vuelta (“mala suerte”,  se giró cuando no lo esperaba). Hasta la próxima.
















































En definitiva, ruta de ida y vuelta de 106 kms por la Vía Verde de la Jara (Calera y Chozas-Minas de Santa Quiteria).


Buen día…….SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”

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