Domingo, trece de octubre, en el lugar
de costumbre, seis caballeros veleños, -más Ilde “El Suegro”- (“nos espera en
Segurilla”) acudimos a la habitual cita; con las burricletas prestas y bien
dispuestas, afrontamos una jornada más; “sin rumbo fijo” ni ruta sobre la
mesa, vamos hacia las villas cerreras y “allí echamos cuentas”.
Desde nuestros inicios, nos ha movido
la inquietud por lo desconocido, las
exploraciones por recónditos rincones, rutas multi-aventuras, la búsqueda de caminos nuevos, exigentes retos y desafíos
impensables cuando empezamos esta andadura . Lo que se ha traducido en épicas jornadas, aventuras de “mil colores”,
incontables anécdotas para el recuerdo, muchas risas que nos han alegrado la
jornada y todavía, siguen dando para
contar y recordar; repercutiendo todo esto, en la
armonía del grupo y buenas
amistades que han surgido durante estos años, entre los componentes del condecorado grupo. Por lo tanto, es “sano” disfrutar de
jornadas “diferentes”, distendidas, relajadas y con algunas pinceladas díscolas y transgresoras, para romper con la rutina, “lo corriente” y la monotonía “de
salir por salir” (“¿quizás por obligación?”). “Tarde o temprano las edades heroicas de la
exploración de las montañas acabarán, como las de la exploración de la llanura,
y el recuerdo de los trepadores famosos se convertirá en leyenda”.
Comenzamos la jornada buscando la
anchurosa cañada, para continuar con nuestra cruzada: allanar la subida de la
Gamonosa, ¿cuántas veces ya? Conocemos cada metro de desnivel, en qué punto nos tenemos que aplicar, donde nos tenemos que
callar y hacia dónde podemos mirar. Me encanta recorrer este camino (tanto de
ida como de vuelta), me transmite confianza, muchas ganas de cabalgar, remansos
de tranquilidad y un sinfín de emociones difícil de cuantificar. Por la
discontinua vía, bien agrupados cabalgamos; en modo “off”, de todo un poco hablamos, nos damos novedades
de historias varias, andanzas y otros lugares explorados, mientras nos ensimismamos
por la grisácea panorámica cerrera.
Antes de entrar en la villa de Mejorada, a lo lejos nos “reciben a tiros”, lo que nos recuerda que
comienza el periodo de caza; más adelante, en la localidad “cagarrache” incorporamos al
compañero que faltaba para completar la
formación. En este punto, invito a visitar un camino nuevo por las inmediaciones
de la villa; que no sé dónde nos llevará, pero que mucho no se puede alejar;
primer intento fallido, en el segundo, mis compañeros quedan maravillados (en
el tramo inicial); “por aquí nunca habíamos pasado” “está muy bien marcado y
cuidado”. Unos metros más abajo, cruzamos la portera abierta (hasta dónde
conocía); entre dudas y comentarios
varios, decidimos “seguir hacia abajo”. Cada vez se complica más la jugada;
Josema “El Gran Maestre” nos arenga a continuar, pero Ilde y Nicolás “Charcos”
nos se quedan atrás; Edu “El Carpin” y Francis “El Paciente”, no lo ven claro y nos convidan a volver sobre
nuestros pasos. Ante tanta insistencia y
ganas de investigar, todos los
integrantes nos dejamos llevar. Un poco
de “empujabici” por descensos de extrema dificultad –casi imposible andar-,
rotos por todas partes, aterrizamos en “Mirador del Marrupejo”; echamos un
vistazo al frente, “El Riscal” corona, imponentes cerros nos acorralan en medio
de la nada; faltan unos bancos, unas hamacas
y barbacoas; a “la zona recreativa” la bautiza nuestro amigo Domingo “El Maca”.
Hacemos algunos saltos de vallas, seguimos la corriente seca del mencionado
arrollo por el tupido callejón de fresnos, hasta que salimos a “La Gran Muralla”.
Cuando recuperamos la ciclable pista, escalamos con ahínco y arrojo el empinado
camino; recuperándonos del “susto”, recorremos los pasos bien ataviados y engalanados
para aterrizar en “la sala de estar” del venerado Riscal. Paramos unos minutos,
para alimentarnos e hidratarnos, reponer fuerzas, comentar el episodio vivido,
antes de continuar la marcha.
Reemprendemos la marcha, afrontando la
subida “del Hituero”, entre vallados de piedra y vistas cerreras; cada cual como pueda, en modo pausado, no nos
esmeramos mucho “en apretar” y dicha cuesta, la hacemos muy llevadera. Volvemos sobre nuestros pasos
por las villas vecinas y desde aquí, nos aplicamos hacia Gamonal; cabalgamos
con cadencia y sin prisas; la apacible mañana, todavía fresca no está por lo claro y esto
hace más amena la jornada. Salvamos los tres toboganes señalados, mirando para
atrás, esperando y agrupando cuando hay “rezagados”; otro camino que me llena,
que disfruto cada pedalada –me da igual, de subida que de bajada-, tiene magia
este entorno natural y sus vericuetos acurrucados, bien conservados, dignos de admirar y transitar (tantas veces, mejor).
En la villa gamona, algunos compañeros marchan para Velada; otro cuarteto, vamos a circunvalar Gamonal para “redondear la etapa”, hacer más amplio y cerrar el corral. Sin
novedad, transitamos estos kilómetros y en el punto de partida nos despedimos
hasta la próxima semana.
Resumiendo, ruta circular de 45 kms.
Los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental,
Camino de Velada-Mejorada- Segurilla- Buenaventura (La Gran Muralla), Camino de
Navistalida-La Solana- Camino de Buenaventura- Los Pradejones- El Riscal.
Camino del Hituero-Segurilla-Mejorada-Gamonal-Camino Monte Nuevo-Carril de Las
Mulas-Velada.
Buen día……………SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”
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