lunes, 14 de octubre de 2019

Ruta: El mirador de Navistalida-La Solana (Segurilla).


Domingo, trece de octubre, en el lugar de costumbre, seis caballeros veleños, -más Ilde “El Suegro”- (“nos espera en Segurilla”) acudimos a la habitual cita; con las burricletas prestas y bien dispuestas,  afrontamos una  jornada más; “sin rumbo fijo” ni ruta sobre la mesa, vamos hacia las villas cerreras y “allí echamos cuentas”.

Desde nuestros inicios, nos ha movido la inquietud por lo desconocido, las  exploraciones por recónditos rincones, rutas multi-aventuras, la  búsqueda de  caminos nuevos, exigentes retos y desafíos impensables cuando empezamos esta andadura .  Lo que se ha traducido en  épicas jornadas, aventuras de “mil colores”, incontables anécdotas para el recuerdo, muchas risas que nos han alegrado la jornada y todavía,  siguen dando para contar y recordar; repercutiendo todo esto,   en la  armonía del  grupo y buenas amistades que han surgido durante estos años, entre los componentes del  condecorado  grupo. Por lo tanto, es “sano” disfrutar de jornadas “diferentes”, distendidas, relajadas y con algunas  pinceladas díscolas y  transgresoras,  para romper con  la rutina, “lo corriente” y la monotonía “de salir por salir” (“¿quizás por obligación?”).  “Tarde o temprano las edades heroicas de la exploración de las montañas acabarán, como las de la exploración de la  llanura,  y el recuerdo de los trepadores famosos se convertirá en leyenda”.




























Comenzamos la jornada buscando la anchurosa cañada, para continuar con nuestra cruzada: allanar la subida de la Gamonosa, ¿cuántas veces ya? Conocemos cada metro de desnivel, en qué punto  nos tenemos que aplicar, donde nos tenemos que callar y hacia dónde podemos mirar. Me encanta recorrer este camino (tanto de ida como de vuelta), me transmite confianza, muchas ganas de cabalgar, remansos de tranquilidad y un sinfín de emociones difícil de cuantificar. Por la discontinua vía, bien agrupados cabalgamos;  en modo “off”,  de todo un poco hablamos, nos damos novedades de historias varias, andanzas y otros lugares explorados, mientras nos ensimismamos por la grisácea panorámica cerrera.  Antes de entrar en la villa de Mejorada,  a lo lejos  nos “reciben a tiros”, lo que nos recuerda que comienza el periodo de caza; más adelante,  en la localidad “cagarrache” incorporamos al compañero que faltaba  para completar la formación. En este punto, invito a visitar un camino nuevo por las inmediaciones de la villa; que no sé dónde nos llevará, pero que mucho no se puede alejar; primer intento fallido, en el segundo, mis compañeros quedan maravillados (en el tramo inicial); “por aquí nunca habíamos pasado” “está muy bien marcado y cuidado”. Unos metros más abajo, cruzamos la portera abierta (hasta dónde conocía);  entre dudas y comentarios varios, decidimos “seguir hacia abajo”. Cada vez se complica más la jugada; Josema “El Gran Maestre” nos arenga a continuar, pero Ilde y Nicolás “Charcos” nos se quedan atrás; Edu “El Carpin” y Francis “El Paciente”,  no lo ven claro y nos convidan a volver sobre nuestros pasos.  Ante tanta insistencia y ganas de investigar,  todos los integrantes  nos dejamos llevar. Un poco de “empujabici” por descensos de extrema dificultad –casi imposible andar-, rotos por todas partes, aterrizamos en “Mirador del Marrupejo”; echamos un vistazo al frente, “El Riscal” corona, imponentes cerros nos acorralan en medio de la nada;  faltan unos bancos, unas hamacas  y barbacoas;  a “la zona recreativa”  la bautiza nuestro amigo Domingo “El Maca”. Hacemos algunos saltos de vallas, seguimos la corriente seca del mencionado arrollo por el tupido callejón de fresnos, hasta que salimos a “La Gran Muralla”. Cuando recuperamos la ciclable pista, escalamos con ahínco y arrojo el empinado camino; recuperándonos del “susto”,  recorremos los pasos bien ataviados y engalanados para aterrizar en “la sala de estar” del venerado Riscal. Paramos unos minutos, para alimentarnos e hidratarnos, reponer fuerzas, comentar el episodio vivido, antes de continuar la marcha.



















Reemprendemos la marcha, afrontando la subida “del Hituero”, entre vallados de piedra y vistas cerreras;  cada cual como pueda, en modo pausado, no nos esmeramos mucho “en apretar” y dicha cuesta, la hacemos  muy llevadera. Volvemos sobre nuestros pasos por las villas vecinas y desde aquí, nos aplicamos hacia Gamonal; cabalgamos con cadencia y sin prisas;  la apacible  mañana,  todavía fresca no está por lo claro y esto hace más amena la jornada. Salvamos los tres toboganes señalados, mirando para atrás, esperando y agrupando cuando hay “rezagados”; otro camino que me llena, que disfruto cada pedalada –me da igual, de subida que de bajada-, tiene magia este entorno natural y sus vericuetos acurrucados, bien conservados,  dignos  de admirar y transitar (tantas veces, mejor). En la villa gamona, algunos compañeros marchan para Velada;  otro cuarteto, vamos a circunvalar Gamonal  para “redondear la etapa”,  hacer más amplio y cerrar el corral. Sin novedad, transitamos estos kilómetros y en el punto de partida nos despedimos hasta la próxima semana.

Resumiendo, ruta circular de 45 kms. Los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada-Mejorada- Segurilla- Buenaventura (La Gran Muralla), Camino de Navistalida-La Solana- Camino de Buenaventura- Los Pradejones- El Riscal. Camino del Hituero-Segurilla-Mejorada-Gamonal-Camino Monte Nuevo-Carril de Las Mulas-Velada.

Buen día……………SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”


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