Sábado, cinco de octubre es la
fecha señalada para nuestro desafío
anual, en esta ocasión, “El Barco de
Ávila” es el objetivo final. Las últimas
horas del viernes, son para ultimar los
preparativos, logística adecuada, pequeños detalles y repaso una vez más, de todo
lo necesario para “triunfar”. Llamadas y mensajes cargados de buenos
deseos y muchos ánimos, por parte de amigos y compañeros. ¿La hora de dormir? Casi
de un tirón hasta las cuatro y media; después, alguna vuelta que otra, intento contar ovejas,
pero “na”; por lo menos, voy a intentar
descansar, el manojo de nervios dentro de la normalidad; preguntas que vuelven a resonar, ¿cómo nos
irá? ¿Estaremos al nivel de la ruta? ¿Iremos bien preparados?¿Qué nos
deparará la nueva andanza? No me puedo quitar de la cabeza el factor sorpresa,
imprevistos y otras “bolerías” más, ya que me es imposible conciliar; el foco ya
está puesto en otro “lugar”. No hace falta ni alarma ni despertador, un
copioso desayuno para “cargar el
depósito”, ya que “gasolina” vamos a
necesitar.
A las seis de la mañana, habíamos
quedado en “El Rollo” -cambio de última hora, del lugar habitual- con las burricletas bien dispuestas y prestas
para una jornada de altura y fiesta especial para “clausurar la temporada”;
nueve caballeros veleños acudimos al lugar citado, para afrontar la novedosa
aventura. Bien equipados, para enfrentarnos a las frescas temperaturas de la
madrugada, luces adecuadas para guiarnos a través de la oscuridad y muchas ganas y triple dosis de ilusión para afrontar la épica, bien planificada y diseñada con “cariño y esmero”.
Roberto “El Bueno”, Ilde “El Suegro” y
Jesús “El Serrano”, se animan (todo un detallazo) para hacer la parte nocturna
y hasta Ramacastañas nos van a acompañar. Muchas gracias por vuestra compañía,
ánimos y buenos deseos. Ya sabéis lo que pienso.
Nos gustan los desafíos, las duras
contiendas y los retos de altos vuelos, pero estas etapas son especiales a la
enésima potencia, por muchos motivos, pero principalmente, por los aires de aventura que se respiran en
todo momento. Decidimos ampliar territorios, cruzar fronteras y visitar
otras provincias, con el punto de mira en un “blanco perfecto”
que nos motive y anime, para tener algún
aliciente más para continuar; un plus
extra, buscamos “alternativas diferentes”,
con más ingredientes que la etapa
semanal. “Una prueba de fuego” como reto personal, teniendo en cuenta el
componente novedad, interés por lo desconocido y por supuesto, disfrutar del
entorno y con los compañeros y amigos de fatigas que se animan a “esta bacanal”.
“La vida es aventura, riesgo,
atrevimiento y pasión. La vida es ahora y única”. “No crecemos cuando
las cosas se vuelven fáciles, lo hacemos cuando afrontamos nuestros desafíos”.
Iniciamos la gran etapa, bajo la cerrada noche estrellada, abandonamos la villa de Velada; ya no hay marcha atrás, ni tiempo para quejas,
ni suplicios, ni lamentos; las apuestas ya están hechas, las fichas repartidas
y los indomables caballeros veleños, repartidos
sobre el elegante y esplendoroso
tablero. Disfrutamos del cabalgar nocturno, del frescor tempranero y de
los recovecos ocultos entre el aletargado encinar; marchamos con alegría, en primera línea, el amigo Gabriel “Machaque”
(sin luces) no lleva y guía a “zampatarama”, ¿tendrá prisa por llegar? Sin
apenas hacer ruido, cruzamos la adormilada villa de Parrillas; nos encaramamos
en la tendida subida y “a escalar”. Todo un deleite para los sentidos, la
indescriptible sensación de recorrer estos parajes en mitad de la noche; un
concurso de luces, danzando por el mágico escenario; pasos anchos, otros más angostos y rotos, nos
ponen en fila de “a uno” y por el tupido
callejón de jaras, arribamos en el
cordal. La sierra del Águila, la
surcamos sin reparos, refugiados bajo el cielo estrellado y la constante
oscuridad, que todavía no repliega; desplegamos el encantado pinar y tendemos “de bajada” el divertido sendero; sin arriesgar, pero sin
pasarnos, salvamos los tramos rasgados, otros más complicados y quebrados que nos llevan a los pies del
Tiétar. Desde este punto, hasta Ramacastañas, alumbramos con cuidado el
intermitente camino, atisbando con tacto el tímido despertar de la nueva jornada; también,
sorprendemos en pijama de fiesta a la
villa citada; despedimos al trío de
compañeros que marchan para el pueblo; los demás, hacia lo desconocido, “el más allá nos aguarda”.
Entre dos luces y el pleno amanecer, es
la genuina postal que nos regala la transparente mañana; cabalgamos por la vía
pecuaria, algún tramo de carretera y desde “Playas Blancas”, comienza el
recital; la continua subida, recorre el majestuoso y frondoso pinar, escuchamos
las melodías del bullicioso arroyuelo, estampas cubiertas de un verdor intenso
y una caterva de pintones árboles frutales, nos muestran sus suculentos manjares. A
nuestro paso, las imponentes vistas del “Barranco y algunas de sus
hermosas villas”, mientras continuamos escalando
por el tramo hormigonado. Atrás, dejamos
San Esteban, poco a poco nos vamos quitando “capas” ya que ahora “pinta en
copas”; encaramos el puerto del “Sidrillo”, sin complejos, con ganas y
relajados; la estirada subida da para mucho, de todo un poco
hablamos, pero para ir bien agrupados de 10 no pasamos y Alberto “El Maestro
Ceramista” nos lo va recordando “cuando nos desbocamos”; hay algún calentón,
“los galgos” tenían que recuperar el terreno perdido; las risas y bromas no
pueden faltar en plena ascensión, “ese picacho está a resquebrajo” “¿dónde vas
arripárpalo?” “¡¡¡vaya lebrel que estás hecho!!!”, prima el buen rollo y la
armonía en plena subida. Según vamos escalando, también nos recreamos con las
generosas panorámicas, mientras obsequiamos con piropos al afortunado paisaje y una ristra de adjetivos superlativos, que se quedan cortos por estos entornos; sin olvidar lo agraciados que somos, al estar
volando por estos bendecidos paisajes. Sin apenas darnos cuenta, coronamos “El
Pico”; en este punto, además de repostar, tenemos que revisar la burricleta de Diego “Sin Miedo”; la rueda delantera “no para de chillar”. Aflojo
de aquí, aprieto “el casquillo” y ahora que no quiere encajar; todos probamos,
aportamos soluciones, “con teflón coge
rosca” y más intentos, pero nada. El amigo Diego, resignado nos anuncia, que hasta aquí ha llegado; llamamos “al coche escoba” (Pilotado por
Gerardo) por si llevara alguna
herramienta o para la recogida definitiva. En este trayecto, hay más intentos
de arreglo, cuando el dichoso casquillo, roscaba al revés; asunto solucionado,
alegría y respiro para el laureado
caballero; aprovechamos el furgón para soltar lastre y reponer bebida y viandas
para la segunda parte de la etapa.
Reemprendemos la marcha, por el margen
izquierdo del puerto, para iniciar por la pista bien compactada y una intensa cuesta para
calentar. El trayecto desde aquí, una gozada, un regalo para los sentidos; como
rajar una sandía por la mitad, así hicimos nosotros con el bestial paisaje
montañero. Atravesamos la sierra por su mejor cara, salvaje, engalanada para la
ocasión, diseñada para este reto, para hacer más grande la andanza; algunos
tramos de subes y bajas, caminos bien balizados; tramos revestidos de verde,
vacadas pastando a sus anchas, sin inmutarse de nuestro cabalgar; extensas
praderas, custodiadas por la amplitud de la sierra, enormes espacios abiertos, que una vez más, nos hacen sentir minúsculos,
insignificantes en medio de “la nada”. También, hacemos algún salto de vallas, para
no perder la costumbre y evitar el impracticable canturrial, escondido entre el
copioso piornal; la bajada del cordel, una divertida atracción de piedras (sin
mucha dificultad), que nos pone a prueba de pericia y fuerza; esquivando
obstáculos, negociando la mejor trazada y a volar. Cristóbal “El Nazareno” va
retransmitiendo la etapa en directo, narrando divertidos momentos e informando
por dónde vamos; sobre la marcha también recibimos llamadas y más mensajes de
ánimos que nos llevan en volandas y cada vez más, nos acercan “al final” (Gracias Martín,
¡¡¡¡qué alegría!!!); Antonio Medina,
muestra su poderío, cruzamos villas y
sus aledaños, el nacimiento del Tormes también avistamos y fiel, nos va a acompañar hasta nuestro destino final; la
agraciadas sombras del sendero
ornitológico, no transporta a otras épocas
pasadas; más pista y desfiladeros con caída libre al famoso río, alegran
nuestra travesía. Gastamos los últimos cartuchos por el cordel ascendente y cuando “pensamos que todo está hecho”
(hasta el rabo todo es toro), el aire nos atiza de cara. Para llegar, optamos
por la vía asfaltada, aligeramos la marcha;
en algunos puntos, desde la “furgo”
Gerardo nos arenga y anima; cabalgamos
con alegría, apretamos, miramos para atrás, con el animado impulso salvamos los penúltimos “repechillos” y nos agrupamos cuando nos “desperdigamos”.
Las señales nos informan , 7, 6, 5, 4, 3…..ahí,
ya se asoma “El Barco”; las sonrisas van apareciendo en nuestros rostros,
brotan las fuerzas reservadas, alegrías
sin aditivos ni conservantes, y el esperado cartel informativo, nos indica que el camino está recorrido y el
objetivo cumplido."Las personas no podemos descubrir nuevos océanos a menos que tengamos el coraje de perder de vista la costa". Hasta la próxima.
Fotos de rigor en la "puerta del ahorcado", felicitaciones a mis
compañeros por “mucho más que la ruta”; llamadas a familiares y amigos para dar
novedades. Duchas de lujo
en el polideportivo municipal,
para aliviarnos y refrescarnos. Brindis con "zumo de cebada" por la nueva épica conquistada,
comida en Casa Lucio, a base de judías, chuletones, postres y …..para volver a nuestro ser y recuperar fuerzas.
Visita por la bonita y acogedora localidad, compras de productos típicos y
también, visita turística del famoso castillo y la periferia del mismo. Hasta
la próxima.
Resumiendo, ruta lineal (ida) de 108
kms (2200 metros desnivel +). Los caminos transitados han sido: Camino de
Velada-Arenas-Navalcán-Parrillas, Camino Antiguo de Arenas de San Pedro-Cuevas
del Águila- Ramacastañas. Cañada Puerto de El Pico- Playas Blancas- Camino de
Amoclón- Cañada- San Esteban del Valle-Puerto El Sidrillo- Puerto del Pico-
Camino de San Martín de Pimpollar-Navacepeda del Tormes-Cordel del
Puerto-Navalperal del Tormes-El Barco de Ávila.
Pd: Diego muchas gracias por tu
aportación fotográfica (3) y por las gestiones de las duchas y el restaurante.
Pd1: Alberto, muchísimas gracias por
poner tu “furgo” a nuestro servicio: transporte, coche escoba.
Pd2: Gerardo, (padre de Cristóbal)
muchas gracias, por prestarte a llevar el coche escoba, asistirnos cuando fue necesario y animarnos en
los últimos kms.
Pd3: Muchas gracias al Ayuntamiento
del Barco de Ávila, por cedernos las
instalaciones del polideportivo municipal, para ducharnos y dejar las
burricletas y mochilas, durante nuestra
estancia en la localidad.
Buen día…………..SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”
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