domingo, 3 de mayo de 2020

Vuelta la burra al trigo.....


Después de cuarenta y ocho días de confinamiento, de ciclismo de “salón” alrededor de casa (“mejor que nada”, no me quejo), prácticas deportivas de laboratorio y alternativas varias, para intentar llenar las horas, hacerlas más amenas (a pesar de “la tormenta”) y tener la mente activa. A partir de hoy, día dos de mayo, se nos permite hacer deporte al aire libre, podremos salir con horarios y otras restricciones, “nunca llueve a gusto de todos” (En esta ocasión, las personas de los pueblos pequeños = < 5000 habitantes, salimos mejor parados). Después de hablar con amigos, personas inteligentes, compañeros de fatiga y multiaventuras, “para esta vuelta al ruedo”, abogamos por el sentido común, la responsabilidad, prudencia, precaución y respeto, no sólo por nosotros, sino por todos los demás, la ciudadanía en  general. Teniendo en cuenta, que en estos momentos hay asuntos más importantes y otras prioridades de primer orden, que están por encima de los “super-egos y de cada individualidad.

Nuestra práctica deportiva –no profesional-, es simplemente eso (no podemos/debemos perder el foco de lo más considerable y trascendental para cada uno de nosotros/as); nos apasiona, disfrutamos, nos alivia, supuestamente “es saludable”: El estar en contacto directo con la naturaleza, sentir el aire fresco de la mañana, recorrer kilómetros y kilómetros, mimetizarnos con el medio, disfrutar de la adrenalina, de los paisajes de ciencia ficción,  de cualquier situación complicada, de la buena compañía, de las risas con los buenos amigos, sentirnos bien con “el cansancio” después del esfuerzo físico realizado, las “opcionales” finales etc; todo esto y más, amigos/as, hoy queda dentro de un plano menos significativo.



































El objetivo para la jornada de hoy, era salir a respirar, a estirar las piernas, sin prisas, ni reloj, “darme un garbeo”, disfrutar de cada minuto, segundo y si fuera posible, detener el tiempo a lo largo del camino. Me siento afortunado, en cada pedalada que voy dando, recogiendo pequeños detalles que van saltando a mí paso; un espectacular cielo azul sobre mi cabeza, el interminable campo de cereales que se mece al compás del aire mañanero, mientras la explanada del “grandioso terralgo” me custodia y me va abriendo el paso. Ya se ven a los madrugadores “sandieros”, cuidando con mimo y esmero el preciado y exquisito tesoro veleño; la imponente Sierra de Gredos al fondo, luciendo radiante, me pone “los dientes largos”. En las entrañas del laberinto, del transparente Baldío, cuento las fuentes que me voy encontrando, tramos embarrados y charcas cargadas de renacuajos, además del agradable aguazo y zonas frescas que me salpican el visible ánimo. El rincón del “cárabo”, por el camino perdido y recargado de altas hierbas, me transporta a otras fechas, despierta brillantes recuerdos, mientras me cuelo en el verdoso túnel del tiempo; en mí alegre cabalgar, admiro el lustroso alcornocal, avisto aguiluchos, patos silvestres, cigüeñas, conejos saltarines, a la vez que escucho embelesado, los cánticos de la disciplinada orquesta, que resuenan por toda la fresneda.  Sobre la marcha, sin descabalgar, inmortalizo algunas coloridas panorámicas para la colección; desde la otra hoja, diviso el llano y el pintoresco paisaje que la generosa primavera nos está regalando; me recreo con tanta tranquilidad y con la armonía que se respira por la recóndita vía; abro el camino por los frescos y crecidos hierbajos y durante bastantes metros, el aguerrido arenal también me pone a prueba. Para rematar la faena, unos senderos cerreros, hacia “el alto de la cocinilla”; angostas trochas, tramos floridos, piedras escalonadas, el cristalino arroyuelo y desde las escondidas alturas, las magníficas vistas que alimentan los sentidos hasta la hartura; en este profundo recoveco, me siento en perfecta comunión con el medio natural, ¿por qué será? Desde aquí, por la zona de las canteras me vuelvo para casa, con una sonrisa de oreja a oreja, con los deberes hechos, de haber disfrutado como un niño díscolo, dejando las puertas abiertas para las próximas etapas venideras. “Las cosas más simples de la vida, son las más hermosas y las que más felices nos hacen”. “Disfruta de las pequeñas cosas de la vida, un día te darás cuenta de que eran las más grandes”.


En definitiva, ruta circular de 30 kms, los principales caminos transitados han sido: Camino del Toril, Camino del Pocito del Cura, Ralla del Baldío (Trujillano, La Aliseda), Fuente del Azirate, Zona de la Fresneda, La Alcornoquera, camino de Casillas, Fuente del Pozuelo, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de los Huertos, Cerros de la Cocinilla- Las Canteras, Camino de Mejorada-Velada.

Buen día…………..SALUD.


“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.

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