martes, 6 de octubre de 2020

Ruta: Desafío Velada-Plasencia.

Sábado, tres de octubre, como viene siendo “tradición” en los últimos años, el primer fin de semana de este mes, tenemos marcada la fecha para “la gran batalla”. A las seis y media de la mañana,  cinco caballeros veleños  acudimos a nuestro habitual punto de encuentro. Con las burricletas bien dispuestas  - o eso al menos creemos-   y prestas para la épica contienda, los aquí  presentes, nos mostramos expectantes, ilusionados y de ánimos sobrados,  por la inédita y novedosa aventura que nos aguarda por tierras extremeñas; mochilas en orden, luces a punto y bien ataviados, porque a estas horas,  tenemos ocho grados de temperatura, aunque la sensación térmica es menor de lo que marca “el contador”.

En primer lugar, mención especial a dos amigos, que por distintos motivos de última hora -muy a su pesar- no nos pudieron acompañar: Gabriel “Machaque” , que en diez kilómetros de ruta, había partido la cadena dos veces ¡¡¡¡ya es mala suerte!!! A pesar de los arreglos y apoyo técnico, a petición suya, se percató que no podía continuar, y nos animó a seguir a los demás. Martín “El Fiero”, tu responsabilidad, coherencia y solidaridad te honran y merecen toda nuestra admiración: “La humildad es sinónimo de calidad de persona….” También, a aquellos compañeros, que por otros motivos no pudieron venir, a pesar de que les hubiera gustado realizar dicha etapa. A vosotros, de sobra sabemos, que os apetecía este reto ¡¡¡¡¡Muchas gracias por vuestras llamadas y preocuparos!!!!!

Comenzamos la etapa, todavía en plena noche cerrada, por El Camino Real que nos llevará más allá de Las Ventas de San Julián, pasando antes por la pedanía de La Corchuela. Nos adentraremos en la anchurosa vía del Cordel de Las Merinas, Cañada de Portugal y también transitamos por  un laberinto de caminos y cordeles, que nos introducirán en la reconocida y espectacular dehesa extremeña. Bordeamos Navalmoral de la Mata, también cruzamos por Casatejada, Toril, para enlazar con el Cordel de Plasencia. En varias ocasiones, cruzamos la vía férrea -punto de referencia y guía-, también la autovía, lo que nos permitiría realizar nuestra ruta, en su totalidad, por caminos, en algún punto “pisamos” la carretera, pero sólo, para unir pasos hacia el destino marcado. Tuvimos la gran suerte, de rodar unos kilómetros por la Vía Verde de Monfragüe, muy bien conservada y entretenida, desde aquí, ya empezaríamos a sumar a la kilometrada, el desnivel positivo acumulado, porque hasta entonces, habíamos rodado prácticamente en llano. Dimos un giro, para no entrar en Malpartida de Plasencia, por un marcado cordel (Del Valle) y enlazamos con el camino de Jarandilla a Plasencia, el cual nos llevaría por una maraña de caminos bien balizados y antes de entrar en la ciudad placentina, de “postre” un sendero-trialera para rematar la faena. Entramos triunfantes a la plaza -el punto pactado de llegada- , donde nos aguardaban nuestros familiares; pasamos revista, damos novedades, foto de rigor y a comer “ el picnic casero” al aire libre, “para orearnos”. Brindamos y “nos regamos” con refrescos y “zumo de cebada” bien fría, para celebrar la enésima épica de la escuadra veleña.  Por la tarde, café para reposar y  ruta turística por el centro de la ciudad para concluir la jornada. 


                                 
 

                                 


                                  


                                    


                                     


                                       


                                        


                                         


                                         


                                          


                                          


                                           


                                            


                                             


                                          


                                          


                                         


                                          

Me quedo, con la agradable y buenas sensaciones de cabalgar durante la noche, bajo el cielo estrellado y “los misteriosos influjos” de la luna, a pesar de las bajas temperaturas que tuvimos que soportar, cuando iniciamos la prolongada  etapa: “Se como la luna, cuando la oscuridad pretende atraparla, resplandece con más intensidad.” Se hace especial y reconfortante, disfrutar del lento despertar del nuevo día -entre dos luces- pedaleando en plena naturaleza. Destacable, la idea de una aventura de larga distancia que “tenemos pactada”, sin asistencia en ruta, toda una imitación de la vida misma, de nuestro día a día, expuestos a las imprevistas contingencias,  con duros obstáculos que afrontar, con caminos en la dirección correcta, otros,  sin un destino definido, o al menos, no el que “buscamos para graduarnos”, saboreamos momentos dulces y otros, menos buenos; breves instantes, para  la toma de decisiones,  para ser más eficientes y resolutivos; el titánico esfuerzo realizado -en las condiciones adversas-  en cada pedalada,  porque, según se iban sucediendo los acontecimientos, esta empresa “apuntaba hacia arriba”. Fuerza de voluntad, “piernas curtidas, cabeza fría y bien amuebladas”, la experiencia también “nos avala”;  compañerismo y motivación nos sobraban, a pesar de que “el dios Eolo y sus familiares”,  no nos lo querían poner nada fácil; no nos iban a servir las viandas en “bandejas de plata”, tampoco nos iban a regalar nada,  o tal vez, era una “prueba de fuego” (a modo de ventisca) para ver hasta dónde podíamos llegar,  o quizás,  nos estaban desafiando, para que  nuestra hazaña,  fuera más grande todavía (80 kms con el aire en contra, dan para mucho). A pesar que los violentos azotes “del agresivo Eolo” (oscilaban entre 18-23 km/h) se presentaba como nuestro mayor enemigo, no me cabe la menor duda, que el principal adversario, estaba en cada uno de nosotros: “Eres tu mejor aliado y tu peor enemigo, ¡¡¡¡Tú eliges!!!! “Que la vida te coloque retos en el camino es inevitable, pero que seas derrotado por ellos, es opcional”. No menos importante, archivo los novedosos paisajes avistados y disfrutados, con la historia milenaria de los cordeles y cañadas y la vida trashumante de sus pasos que todavía se perciben y perduran por la vasta vía; me guardo para mis adentros, la tranquilidad y el grato refugio de la atractiva y distinguida dehesa extremeña, un pedazo de nosotros, por siempre, ya cabalga por “esos lares privilegiados”: “Cuando la calma habita en tu interior….la adversidad es sólo parte del paisaje.” Tampoco me voy a “chivar”, de los últimos recovecos ratoneros, ni de los discontinuos toboganes bañados por el perfumado jaral, que nos ponían a prueba cuando los kilómetros ya pesaban y  las fuerzas iban mermando; ni voy a mencionar, ni a exagerar con “la divertida trialera” que nos abría las puertas de la ciudad de Plasencia: “Cuando una persona sabe a dónde va, el mundo entero se aparta para dejarle paso.”  Me voy a quedar, con los recuerdos de una excelsa jornada, de la grata compañía durante la exigente etapa,  imposible olvidar la cara de felicidad y satisfacción de mis compañeros de fatiga, cuando “nos veíamos triunfantes sin llegar”; me guardo para mi colección, la conquista del casco antiguo placentino y con el alegre recibimiento que nos brindaron las personas que impacientes allí esperaban: “La vida no consiste en ser un ganador o un perdedor, se trata de ser uno mismo y dar lo mejor.” Hasta la próxima. 

                                                


                                                 


                                                  


                                                  


                                                  


                                                   


                                                  


                                                


                                                


                                               


                                               


                                               



En definitiva, ruta lineal de 128 kilómetros (850 metros aprox. desnivel +), los principales caminos transitados han sido: Camino Real, Cordel de Las Merinas, Cañada de Portugal, Cordel de Plasencia (Caminos de Casatejada, Sotillo, La Bazagona), Vía Verde de Monfragüe, Cordel de Malpartida- El Valle, Camino de Jarandilla-Plasencia.

 

Pd: Raquel, gracias por tu aportación fotográfica (3).

 

Buen día…………SALUD.  

 

“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.

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