Domingo
(11-7-21), siete convocados entre caballeros veleños y compañeros del comando
talaverano;
con
las burricletas bien dispuestas, queremos esquivar la ola de calor (excusa) que nos amenaza en
el centro.
En
Playas Blancas, ponemos la parrilla de
salida, volvemos a pecar, míticos puertos y más clases de montaña;
recibimos
la grata y esperada sorpresa, nos
acompaña el élite Ilde “El Suegro” para la
clásica jornada.
Etapa
diseñada con cariño y esmero, en esta ocasión,
sólo una subida y una bajada, “a ver qué sale”, ya veremos;
el
típico paraje montañero, el agradable y generoso pinar, aderezado con temperaturas de refresco.
Nos
recreamos por la amable estampa, bien plantada, encaramados en una larga y
constante subida;
rescatamos
sencillos fotogramas, mientras alimentamos los sentidos con las rotundas vistas
y aromas de la serranía.
También,
nos ponemos a prueba, duros y exigentes repechos de hormigón, algunos al
veintitrés por ciento;
nos
retorcemos, “clamamos al cielo” y
suspiramos, mientras bregamos con los burlones y empinados “molinos”.
A
nuestro paso, los majestuosos lienzos de las cinco villas, una majada animada y
“taitantos” pilones de agua fresca;
un
paraíso de panorámicas para perder la noción del tiempo y hacernos
insignificantes en su fascinante guarida.
El
amigo Ilde, “motorizado” (que no le hace falta), constancia y ejemplo para las
cuadrillas hermanadas;
sobre
la marcha, continuamos llenando nuestras mochilas de alegres sensaciones y nítidos
momentos.
Con
éxito, escalamos los legendarios puertos, de excelsa y deliciosa categoría, con
nota y en plena armonía;
gratificante
es, ver cómo disfrutan los acompañantes,
admiran y valoran las cumbres y la lustrosa cordillera.
El
“todopabajo”, es otro manjar para saber degustar; pasos de todos los colores,
que nos apremian y tientan;
modo
precaución y paciencia por los barrancos, pasos quebrados y rotos, que nos
retan, acogen y agasajan.
Nos
mimetizamos con los dóciles y amplios paisajes, planeamos por sus magnos
rincones y bellas plazas,
y
entramos en meta, antes del tiempo previsto por la organización. Brindis con
refrescos y zumo de cebada fresca.
Ruta
espectacular, personalmente muy significativa, cargada de gratos y muy buenos recuerdos. Vivida y “sufrida” con
bastantes compañeros de la escuadra veleña y en otras ocasiones, con los-as amigos-as serranos de la zona.
Veinticinco kilómetros de subida dan para mucho, es “la clásica serrana por
excelencia”, nos da para bastantes alternativas, pero ésta en particular, es
especial, tiene un algo más, tiene
duende, muy difícil de explicar y plasmar. ¿Quién no se ha desesperado (sufrido
y disfrutado) en/con las duras rampas
del depósito de Santa Cruz? ¿Quién no se ha parado a contemplar las vistas desde el Techo del Mundo? ¿Quién no ha sentido
alivio, al coronar “El Pedro Bernardo? ¿Quién, no ha admirado y se ha deleitado
desde su media ladera? ¿Quién no se ha
“venido arriba” cuando ha conquistado “El Aflecho”? Pues esto y bastante más,
es simplemente la magia del privilegiado lugar. “La montaña te presentará
dificultades, pero tú puedes ofrecerle soluciones.” “Aquellos que creen en la
magia están destinados a encontrarla.”
Resumiendo, ruta circular de 45 kms. Los principales caminos transitados han sido: Camino del Amoclón, Los Pozos, Las Gargantillas, Camino del “Depósito” (Lanzahíta GR 180), El Techo del Mundo, Puerto de Pedro Bernardo, Camino de las Vaquerizas hasta El Aflecho, Puerto de Serranillos, San Esteban del Valle, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino del Amoclón- Playas Blancas.
Buen
día………..SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,
no tengo tiempo ni sitio…”
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