Sábado
(28-06-2025), tres caballeros veleños con las burricletas prestas y bien
dispuestas, nos presentamos en el habitual punto de encuentro. Debido “a causas
mayores, convocados a un evento de altura” por parte del caballero galardonado,
Alberto “El Maestro Ceramista”, adelantamos la salida dominguera. A las 7.00 h,
es la hora pactada, debido a las previsiones anunciadas y la empresa que
tenemos que afrontar se presenta “algo ambiciosa”; La clásica etapa, subida a
“Las Antenas”.
Comenzamos
la jornada, envueltos en la leve brisa mañanera; nos damos novedades y hacemos
las declaraciones de intenciones sobre la ruta que “nos espera.” Todo un
acierto, el pactar una hora antes el inicio de la esperada contienda;
tranquilos, retozando entre la palpable calma, casi “entre dos luces” como el
despertar del nuevo día y, con la
amenaza sobrevolando de “otra ola de calor”, pero, “si estamos en verano, ¿qué podemos esperar?”
Sin apenas darnos cuenta, escalamos los primeros repechos, atravesamos las
villas vecinas y nos adentramos en parajes más irregulares y entretenidos.
A
nuestro paso, -sin prisa pero sin pausa- por la abigarrada estampa, de todo un
poco vamos hablando; hacen acto de presencia algunos conejos, perdices con sus crías,
raposos desprevenidos y un lebrato, que nos van abriendo y marcando el laberinto de caminos. Al fondo, “el
objetivo previsto” (¡¡¡cuántas veces habremos avistado este fotograma!!!) que
cada vez más, “se irá acercando”. Pasamos casi de largo el pilón marrupeño,
antes de “colarnos” en el tendido sube y baja hormigonado, a estas horas, también
solicitado por grupos de senderistas; a la sombra, bien resguardados por la
profusa y variada arboleda, todavía el solano se hace ameno y bastante
llevadero, cargado de agradables fragancias que nos regala el madrugón
mañanero, antes de aterrizar en La Hinojosa y llegar a pie de puerto, donde comienzan
a sonar los tambores y las trompetas de “guerra.”
En
este punto, una parada fugaz y les comento a mis compañeros, “que vamos muy
bien de tiempo, no llegamos a las dos horas.” Comenzamos “el gran asalto” por
los conocidos y exigentes repechones que nos aguardan durante toda la escalada;
lo mejor del nuevo desafío -si puede tener algo bueno-, es que, por la posición
del sol y la hora, vamos a subir cobijados a la sombra. Afilamos “las armas”,
la cabeza en su sitio y avisada y el
punto de mira, “apuntando al alto del paraje lunar”. Poco a poco, vamos
cogiendo altura y salvando los brutales desniveles que salen a nuestro
encuentro; César “El Campeador”, sobrado, adelanta líneas; el amigo Roberto “El
Bueno”, -sin casco para ir más liviano- se desenvuelve bien en estos primeros
tramos. Muy complicado describir “estas verticales” hay que
disfrutarlas-sufrirlas cada cual, pero, ¿qué tendrán que cada año nos invitan a
volver?; entre castaños, con la sombra, protegidos y con refresco incluido, van cayendo “los puntos rojos”, cuando Roberto,
nos avisa que tiremos “pa´rriba que nos espera en la portera.” Pues lo dicho, nos retorcemos, resoplamos pero
no desistimos por los empinados muros; llegamos “al primer alto” -la parte más
dura, está hecha- y desde aquí, todo es más llevadero; más sombrajos, un
callejón de pinos y el paisaje lunar, al
alcance de nuestras manos; todavía alguna tachuela, mientras nos vamos
recreando con el espectacular entorno, este trago se hace menos amargo. Ya, en
la definitiva cima, disfrutamos de las impresionantes vistas del valle, puertos
y localidades conocidas; nos recreamos y echamos unos minutos, para coger aire
e inmortalizar el esperado momento.
Desde
la estación espacial, preparamos el cómodo descenso, disfrutando el momento,
restando metros, “recogemos” al amigo Roberto, mientras nos perdemos por el
tupido robledal y nos “amarramos” a la placentera bajada; muchos ciclistas
escalando -nosotros, ya más relajados-, nos llenamos en el apacible y sereno
puerto, hacemos buenas trazadas, disfrutando del reconfortante aire fresco,
antes de arribar en el pueblo romero, para echar un tentempié. Refrescos, café
y unos pinchos para reponer fuerzas, mientras comentamos la exigente jugada. También, nos refrescamos y llenamos las botijas
en “el pilón Larios”, antes de emprender el camino de vuelta.
Desde
aquí, todo es más sencillo y ágil, aunque hasta Sotillo, se nota algo más de
calor, a pesar de las discontinuas sombras; César se sorprende que no bajemos
hacia “el desierto del Baldío”. Le explicamos, que a pesar de los tramos de
subida que nos quedan, por “este tobogán” vamos más resguardos y esquivamos las
altas temperaturas que ya se van notando. Pues lo dicho -otro acierto en la calurosa
etapa-, también nos encontramos con algo de aire -que se agradece- sumamos más
desnivel en nuestras piernas, aunque cabalgamos “con brío y soltura” a pesar de
“la que llevamos encima”; volvemos a atravesar las localidades vecinas, -señal del
final de fiesta-; “El Campeador”, en plena forma, toma la vía directa hacia
Velada; “El Relatero”, y su escudero, optamos por la vía izquierda, para
acompañar al amigo gamón hasta su casa. Hacemos los kms de rigor, con “sus tres
cuestas” ensalzando las piedras caballeras, la
efímera y entretenida bajada, con
la despedida hasta “la parranda nocturna”, para clausurar la exigente
ruta, unos minutos antes de las 13.00 horas.
Destacar
de la etapa, además de su “renombre” -lo tiene ganado con nota y el temor que
provoca- , destacar la rigurosa subida desde Hinojosa, hasta el alto de “las
antenas”; por su dureza, exigentes desniveles, pero a la vez, bastante generosa
con su profuso paisaje de castaños,
pinos y robles que nos acompañan a lo largo de dicha subida y durante la bajada
del mítico puerto. “No hay meta inalcanzable para quien tiene la constancia de
intentarlo una y otra vez.” “No hay atajos para llegar a los lugares que
realmente merecen la pena.”
Pd:
César, muchas gracias por tu aportación fotográfica (2).
“….mil
caminos por andar y mucho tiempo perdidos sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio.”
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