Domingo
(10-08-2025), con las burricletas prestas y bien dispuestas, dos caballeros
veleños, huyendo de las altas temperaturas que abrasan el llano, marchamos para
Arenas, buscando el frescor de la Sierra. Previas conversaciones de la tarde-noche
anterior, otros tantos compañeros, optan “por una ruta maratón por la comarca”,
para “los serranos, una especial de montaña.”
Nos
desplazamos hasta la vecina localidad de Arenas de San Pedro, ya por la avenida
principal, encontramos algunos vecinos en manga larga. Descargamos las
burricletas y en nada, estamos en marcha; para no variar y “calentar”, comenzamos
escalando, a la sombra y justo lo que buscábamos, agradables y bastante
llevaderas las temperaturas. Enseguida, nos adentramos en el tupido y
adecentado pinar; subimos sin prisas, controlando “los datos”, ya que nos aguarda “un prolongado puerto”. Nos
escurrimos por las primeras pendientes, sin perder de vista las estampas de
fondo, antes de adentrarnos en el frondoso callejón, para aterrizar en “La
Parra.”
Desde
este punto, por la disimulada subida, buscamos la conocida pista forestal de “Los
Marianistas”; el amigo Gabriel “Machaque”, me vuelve a recordar “las bajas
temperaturas que llevamos”, hasta que avistamos los primeros puntos
carbonizados, pasamos del frondoso verdor a un negro desolador. “Se nos cae el
alma al suelo”, ante el dantesco paisaje que se extiende ante nosotros; nos
quedamos sin habla, cuando “podemos decir algo” es para lamentar; las abrasadas
cunetas, huérfanas de helechos y orégano, centenares de pinos caídos, heridos
de muerte, otros; algunos rastros de humo y también, algunas chorreras de agua
fresca, dando esperanza de vida entre tanta desolación, en una panorámica en
plena recuperación (del incendio del año 2009). En pleno ascenso, con el
corazón en un puño, vemos cómo han quedado al descubierto pistas y sendas que
permanecían ocultas por la espesa arboleda, mientras vamos inmortalizando
algunos rincones de la zona, fotografías que jamás hubiéramos querido realizar;
por supuesto, desde estas líneas, también denunciamos este y otros actos
similares, destacando el encomiable trabajo y duras tareas que realizaron los
profesionales contra este incendio.
Sobre
la marcha, por el mítico y cómodo puerto –también afectado por el fuego-, nos
vamos hidratando, “picamos algo” y llenamos las botijas en el refrescante
pilón, para afrontar los últimos kms de la larga ascensión. Desde aquí,
continuamos ganando altura, por la entretenida y compactada pista, “al
tran-tran” sumando más desnivel, asomados a las cornisas, a media ladera, para
ser testigos de la desgraciada postal. Las penúltimas curvas y tramos más exigentes,
antes de hacer cima en el rústico refugio. Momentos para recrearnos con las
genuinas vistas, fotografías de rigor, mientras reponemos fuerzas y comentamos “las
mejores jugadas” del privilegiado paraje.
Tras
el merecido –y corto- descanso, reemprendemos la marcha; con calma,
contemplando los picachos que nos rodean, destrepamos la empinada bajada, sin
arriesgar, para descender hacia el Arenal por el lado opuesto del puerto; un
remanso de tranquilidad, silencio y aire
fresco, nos acompañan en la generosa sombra
que nos regala la frondosa arboleda. Saboreamos este manjar, atravesamos la
localidad en fiestas y por la vía rápida, nos preparamos para afrontar la
última subida de la jornada. Al principio, después del largo descenso, las
piernas “no responden”, “en doscientos metros están a pleno rendimiento”, le
comento a mi intrépido escudero. Sin prisa, pero sin pausa, nos acomodamos por el
placentero mini-puerto: discontinuos tramos de sol y sombra, prevaleciendo la
fresca umbría, pasos estrechos bien resguardados del amenazante calor y alguna
chorrera soltando agua “a granel,” nos llevan en volandas por la angosta pendiente,
antes de coronar y arribar en el punto recreativo. Paramos a “echar un trago” y
cambiar el agua de los botes, para afrontar el final de la etapa; nos recreamos
por la técnica bajada y el embriagador paisaje que nos muestra su mejor
versión. Desde El Hornillo, por la vía rápida –para no demorar- ya que ”el gato
está en la talega”, llegamos al punto de partida para clausurar la espectacular
etapa de montaña. Para brindar por la ruta realizada, zumo de cebada fresca y
exquisitos aperitivos, mientras comentamos el itinerario realizado y
compartimos conversaciones montañeras con la pareja veleña (Ángel y Catrina).
Destacar
de la ruta, como no podía ser de otra forma, las frescas temperaturas que hemos
tenido durante toda la jornada, sin olvidarnos, de los grandiosos paisajes y
panorámicas –a pesar del fuego- que siempre nos brinda la Sierra de Gredos. “La nobleza y fuerza de la montaña, siempre se imponen a la estupidez e ignorancia del
ser humano.”
En
definitiva, ruta circular de 55 kms (1.500 m. D+). Los principales caminos
transitados han sido: La Triste Condesa, El Berrocal- La Parra- Pista Forestal
de los Marianistas- Las Morañegas, Ruta del Confesor, Puerto de la Centenera-
Senda la Rubía, Refugio de las Campanas- Puerto de la Centenera-El Arenal-El
Hornillo- Pista del Mirador Estelar- Alto de la Francisca-El Hornillo-Arenas de
San Pedro.
SALUD……….y
TIEMPO.
“…mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio…”
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