miércoles, 7 de noviembre de 2012

El valor de lo simple


     Si te gusta más, “comer sopas en paz que abundantes manjares en tiempos de guerra”, un par de huevos fritos con pisto a cualquier receta de alta cocina, un cocido casero a los “precocinados”,  una cerveza bien tirada a un vino  gran reserva, una comida “campera” que en un restaurante de lujo, el color verde  al gris,  el  olor de las encinas mojadas  y a hierba fresca a cualquier perfume prestigioso,  el azul del cielo al color de la contaminación. 














  






     Si prefieres  salir por senderos y veredas que ir de compras,  una buena ruta “biciclista” que un viaje en avión, una salida en “burricleta” que  salir a ver escaparates, sendas angostas a la anchura de los caminos, hacer unos “marrupejos”,  “una”  Encarnación y “un” Niño Perdido a ir a las ferias,  escalar “la gran muralla” a estar tumbado en el sofá,  una noche bajo las estrellas a estrellarte una noche , “perderte” por el monte antes que jugar a los videojuegos,  un plácido pinar al bullicio de la ciudad,  una conversación amena  al mejor estreno cinematográfico, el aire puro al aire “enlatado”.











     Si eliges la tranquilidad del río a la multitud de la playa, la quietud de la montaña a una “macrofiesta”, el silencio de los senderos a escuchar “sandeces”, lo sencillo a lo superficial, el pueblo a la ciudad, el calor acogedor de la chimenea al del combustible,  lo trivial a lo embarazoso, la soledad a la falaz  compañía, ser jugador a espectador,  el camino a la carretera, un paseo por el monte antes que por la gran urbe, un libro interesante a la programación de TV, hablar con la persona a escribir un “wassup”.













       Si prefieres la fresneda a un campo de antenas, escuchar el canto de los “pajarillos” a las voces, el balido a los chillidos, la honestidad del pastor al diplomático corrupto y estafador, la austeridad a la pomposidad, la sabiduría del anciano a la pedantería del ilustrado, al pueblerino antes que al prepotente y endiosado, una lágrima sincera a una sonrisa fingida,  el sonido de un arroyo a una canción, el susurro de los árboles al discurso vacío.  













 








       Si  prefieres esto  y has sido capaz  de sonreír  y pasar un minuto agradable, eres así de simple, ¿qué lo vamos a hacer? De la complejidad a la simplicidad hay un paso. Sentimos mucho por estar en peligro de extinción y por incordiar a los imponderables.  Hay que valorar las cosas pequeñas, para apreciar  lo que tenemos  y aquello que nos rodea.  


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”


     Buen día...............SALUD 


No hay comentarios:

Publicar un comentario