Domingo quince de marzo, mañana de
temperaturas templadas y al pactado
punto de encuentro, “con cuentagotas” vamos asomando. La mayoría de la cuadrilla, con la indumentaria de invierno todavía; los
más osados, Ilde “El Suegro” y Martín “El Fiero” ya aparecen de corto,
predicando y dando ejemplo al personal. Doce caballeros veleños y un gamonino,
nos apuntamos al novedoso reto dominguero. El Gran Maestre “ya se ha adelantado”, quiere escalar la cuesta
para no hacernos esperar; pero como
la etapa se prevé larga, acordamos tomar la alternativa más derecha e inicialmente
programada. Hacemos las llamadas pertinentes y desde Mejorada, dos
escuderos acompañarán al “maestro” y a la
“extensa cañada”, vendrán a nuestro encuentro.
Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la inminente contienda,
“todos a una, partimos hacia Buenaventura”.
Comenzamos la etapa, desde el inicio, con la consigna bien clara, “rodar por la
prolongada vía pecuaria”; cabalgamos bien agrupados en los terrenos llanos, por el estirado
camino vamos combinando las posiciones; salvamos
los trampales de los famosos arenales a pesar de algunas dificultades, un
gigantesco mastín “algo efusivo” nos
viene a “recibir”, también nos fijamos en
algunos ejemplares de bravos
astados y más adelante, hacen acto de
presencia, Diego “Sin Miedo” y Antonio
Medina con el “Caballero Descarriado”. Reunidos todos los componentes, damos
novedades a los presentes y continuamos la marcha por el ganadero cordel; de
todo un poco vamos hablando, avistamos la repanchingada ganadería de
“Chinillas” antes de afrontar la primera subida del día; de uno en uno vamos
coronando, esperamos a los rezagados y en Sotillo nos agrupamos. Continuamos la
animada marcha, al fondo, “la límpida bandera” del Piélago y “sus antenas” divisamos; cruzamos el
rebajado torrente, la mayoría
descabalgados y Nico “Charcos” y “El Gran Maestre” montados, los
muy valientes; hasta Navamorcuende, el
tramo transcurre en sentido ascendente; antes de llegar a la próxima villa, Eduardo “El Carpin”, “se huele la tostada” y
se da la vuelta con gesto prudente. Más
adelante, volvemos a esperar, para reagrupar y unidos la marcha prorrogar.
Llegamos al tramo hormigonado, a la izquierda giramos y con las espectaculares vistas, a la vez que nos guían, nos recreamos; en pleno descenso
–con tanta emoción, nos pasamos de largo-retomamos el buen camino y las puertas
del esperado paraíso se abren para la escuadra de notables; nos adentramos en
el prominente jaral, tramos desgarrados y hacia el averno, con escalonados
pasos nos “topamos”, descomunales piedras y la ratonera gruta, embelleciendo
a la acreditada vereda; unicornios
alados y duendes de colores, danzando por los
profundos rincones; la moqueta de
verde relumbrante, resguardada entre muretes de
cinceladas piedras y “las barbas de viejo” ondeando en la
arrinconada arboleda, que hacia nuestro destino no lleva. Entramos triunfantes
en la tranquila aldea, fotografías para recordar, risas con los lugareños del
lugar, mientras hemos parado para repostar y las piernas aliviar. Reponemos fuerzas
con el menú tradicional; fruta fresca, pasas, dulces y algún bocata, por lo que
pueda pasar.
Después del merecido asueto, “preparamos
la vuelta “pal pueblo”; Ilde “El Suegro”, toma las riendas de la atrevida
cuadrilla y de lo que nos espera, también nos avisa; cogemos altura después de
“bregar” con los tendidos repechos (con mucha prudencia, ¡¡¡qué son nuevos!!!); en la zaga, las fuerzas comienzan a fallar, "alguna queja" en la parte delantera, pero todos esperamos con sentida
solidaridad; bajamos más de una marcha y nos “detenemos” una vez más. A nuestro
paso, cercados de piedra; a ambos lados, el holgado encinar, una cristalina quietud planea sobre
nuestras cabezas, las alegres melodías de los pájaros es la banda sonora de la
placentera etapa y hace un buen rato “que
avisa la pájara” en la parte de atrás. Tres lustrosos terneros se empeñan en
venirse con nosotros, “a Montesclaros
van a llegar”; abrimos la “verja” encadenada, establos y labranzas dejamos a
nuestras espaldas y por el novedoso y
ameno camino, llegamos a
la aldea montesa. Paramos unos minutos para abrevar y retomamos la faena
“por los caleros” , que vamos más
derechos; nos despedimos de los “Caballeros Talaveranos”, los demás, por la vía
asilvestrada para deleitar a los ávidos
sentidos y endulzar al paladar; el impasible
encinar, cobija en su traslúcida morada a la valerosa escuadra; también nos
atrevemos con el “temido río” y al cruzar, de
la arenosa orilla “una liebre salta a la mochila”. Desde la pista de
“Casillas”, ya hay claros indicios “de baterías vacías”; más adelante, aguardamos
al “caballero tocado” y atendiendo “a uno de los mandamientos internos, velaremos por nuestros
compañeros” y parafraseando a Homero,
“llevadera es la labor, cuando muchos comparten la fatiga…..” por el extenso
“Baldío”, marchamos “el rezagado trío”, a lo lejos, vemos a nuestros compañeros
escalando ya, por el alargado camino del
“Molino”…..Sin más novedad, otra épica conseguida y archivada en los anales de la inacabada historia…..
En definitiva, ruta circular de 70 kms, los
principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental (de
Velada a Navamorcuende), Camino de Navamorcuende a Buenaventura, Camino de
Buenaventura a Montesclaros, Camino de Montesclaros –Los Caleros- a Talavera, Camino de Montesclaros-Velada
(Casillas- El Torilejo). Hemos pasado por las localidades de Sotillo de las
Palomas, Navamorcuende, Buenaventura y Montesclaros.
Pd: Alberto, Diego gracias por vuestra aportación fotográfica (2
y 1).
Buen día………SALUD.
“mil caminos por
andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”
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