Domingo ocho de marzo, mañana apacible y
una semana más, acudimos al arcodado punto de encuentro. Nueve caballeros
veleños y el aspirante hidalgo, que se
quiere alistar en la “legendaria comitiva”: Damián Dasilva, expectante se
presenta a la cita, dispuesto a tomar la alternativa “burriclista”. Con las
burricletas bien preparadas para una nueva contienda y las mochilas repletas, a
las ocho y media algo pasadas, damos por iniciada la jornada.
Comenzamos la etapa, atravesando las
calles despejadas, hacia la búsqueda de los escenarios
adehesados; avistamos amplios establos, extensos campos labrados y la tranquila
labranza, todavía adormilada; cabalgamos bien agrupados, animadas “chácharas”
para amenizar la mañana, el rastro del tupido aguazo, asomando por los
apacibles terralgos; también el “gran pantano” sale a nuestro encuentro,
salvamos los rebajados arroyos y elegimos el camino más asilvestrado, a pesar
del aviso “está todo embarrado”, “la escuadra navalqueña” a voces nos comentan.
Hace un mes pasamos y desde entonces ya ha oreado; entre jaras y encinas, sus plácidas vistas nos encandilan, los tramos
más “complicados” no suponen ningún obstáculo y continuamos avanzando por
territorios en otras épicas conquistados. Circunvalamos la localidad de
Navalcán para salir “a la parte de atrás”. Hacia el camino hormigonado nos desviamos, extensos
prados, “casas rurales” escondidas de las concurridas vías; al fondo, la
majestuosa sierra, mientras nos recreamos en el acogedor marco. En un “topabajo” a la
derecha nos desviamos; tramos agrietados, otros, “algo empinados”, estiradas
retamas, encinas “bien colocadas” y el relajante “tomillo salsero”, encubriendo
al encantado cerro. Después del “entretenido” descenso, nos postramos ante el
privilegiado enclave molinero; un
bullicioso silencio “gobernando” la
sublime estampa, las bravías aguas
“tieteras” desde abajo vigilando, “El Molino”, una construcción centenaria con el paso del tiempo
bien tratada, el embriagador olor a
hierba fresca y de la longeva arboleda, refulgiendo una chorrera de colorida belleza. “Acampamos” a repostar,
pero los “flashes” son un no parar; abajo a ras de agua, en el techo, encaramados,
desde dentro por los “respiraderos”, también desde los laterales y desde alguna
piedra, escalando, pretendemos detener el tiempo e inmortalizar estos
exquisitos momentos. Por cierto, en el
lúcido rincón también llenamos la andorga y abrevamos, antes de enfrentarnos a
los repechos ya bajados.
Reempredemos la marcha, ahora nos toca
“escalar”, pasos rasgados, abiertas regueras de “lao a lao” y algo de piedra
suelta, requieren de “un poco de fuerza y pericia” para no trastabillar por la raída cuesta. Salimos
a la “pendiente” mejor conservada, pero todavía nos quedan “algunos resoplones
y bufíos” y más de un “calentón” en el entregado pelotón. Coronamos la tendida subida y a los demás
compañeros “aguardamos”, hasta que nos agrupamos; cogemos la opción más recta para
llegar a la villa navalqueña. En la plaza, concentración del personal local y
muchos invitados, altos cargos de
seguridad ciudadana bien engalanados, luciendo uniforme y sus brillantes
galones, “un ejército” de la benemérita nos escolta y amablemente nos abre
el paso entre la multitud congregada,
antes de saludar al amigo Ángel y de la aventura dar novedad; aquí “huele” a
convite y limonada, pero el multitudinario evento, se debe “a una bandera”, nos cuentan la tradición “porque sois de fuera”. Entre
todos decidimos, “marchamos por el paseo
pavimentado”, después de desechar otras vías (una llana y otra más pina).
Entrando en la aldea parrillana, Ilde “El Suegro”, hace “un extraño” en la estrecha
acera, “con estilo y algo de glamur”,
suelta la burricleta y sale corriendo como “si na”; Pedro “Hierros” dice
que “nos ha hecho una demostración de la transición en el duatlón”. Después de tal exhibición,
orientamos la marcha hacia el camino veleño, a pesar, que algunos compañeros
nos avisan que los pies nos vamos a mojar. Sin novedad por el conocido camino,
llegamos al “concurrido río; damos unas vueltas para estudiar el terreno, unos
por aquí, otros por allá, otros corriente arriba, “por aquí parece que está más
bajo”, pero todos, con éxito cruzamos el todavía profundo charco. Atrás, dejamos la calmada dehesa, después de abrir
alguna portera, más adelante, atisbamos
entre las encinas, un rebaño de cérvidos,
bien camuflados. Hacemos un quiebro al transitado camino, para adentrarnos en
“el ¿olvidado? paso tradicional”, (“clausurado e ¿ignorado? por incompetencia -¿o intereses?- de la administración local”) cruzamos el paraíso
encinar y en el embarrado “juncal” una liebre salta al morral; “cabalgamos”
bien agrupados, comentamos la jugada y también el motivo de la “pública alambrada”. Por el
“arroyo de los huertos”, din-din-dón, ¿quién/es se animan a conocer “El
Lindón”? Otros caballeros prefieren “lo malo conocío……” y Eduardo “El carpin” que sigue en plan
“protestón”; reclutamos voluntarios y un “quinteto” aceptamos la invitación; un
tramo desgarrado, con algo de barro
todavía blando, también el arenal ya se deja notar, entre el sendero del verdoso sembrado, el último
repecho de la jornada –para rematar la faena- afrontamos. Después de
“calentarnos”, nos agrupamos y “el vértice geodésico” también “conquistamos”.
En este punto, “el gato ya está en la talega”, por el camino del “Molino de
Vientos” hacia “Los Perales”, llegamos
al lugar de partida, dónde nos esperan
el resto de la cuadrilla - tratamos los próximos retos y rutas- y unos
estiramientos, antes de dar la etapa por concluida.
Resumiendo, ruta circular de 53
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de
Velada-Arenas-Navalcán-Parrillas, Camino de los Veratos, Cañada Real Leonesa
Occidental, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de Navalcán a Candeleda, Camino
de Valcasillo, Camino Molino Montoya-Camino Valcasillo, Paseo de Navalcán a
Parrillas, Camino de Parrillas a Velada; Senda del “Lindón”-Velada.
Pd: Martín,
gracias por tu aportación fotográfica (2).
Buen
día………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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