martes, 10 de marzo de 2015

Ruta: Molino y Barca de Montoya (Navalcán)


     Domingo ocho de marzo, mañana apacible y una semana más, acudimos al arcodado punto de encuentro. Nueve caballeros veleños y el aspirante hidalgo, que  se quiere alistar en la “legendaria comitiva”: Damián Dasilva, expectante se presenta a la cita, dispuesto a tomar la alternativa “burriclista”. Con las burricletas bien preparadas para una nueva contienda y las mochilas repletas, a las ocho y media algo pasadas, damos por iniciada la jornada.

       Comenzamos la etapa, atravesando las calles  despejadas, hacia la búsqueda de los escenarios adehesados; avistamos amplios establos, extensos campos labrados y la tranquila labranza, todavía adormilada; cabalgamos bien agrupados, animadas “chácharas” para amenizar la mañana, el rastro del tupido aguazo, asomando por los apacibles terralgos; también el “gran pantano” sale a nuestro encuentro, salvamos los rebajados arroyos y elegimos el camino más asilvestrado, a pesar del aviso “está todo embarrado”, “la escuadra navalqueña” a voces nos comentan. Hace un mes pasamos y desde entonces ya ha oreado; entre jaras y encinas,  sus plácidas vistas nos encandilan, los tramos más “complicados” no suponen ningún obstáculo y continuamos avanzando por territorios en otras épicas conquistados. Circunvalamos la localidad de Navalcán para salir “a la parte de atrás”. Hacia  el camino hormigonado nos desviamos, extensos prados, “casas rurales” escondidas de las concurridas vías; al fondo, la majestuosa sierra, mientras nos recreamos en  el acogedor marco. En un “topabajo” a la derecha nos desviamos; tramos agrietados, otros, “algo empinados”, estiradas retamas, encinas “bien colocadas” y el relajante “tomillo salsero”, encubriendo al encantado cerro. Después del “entretenido” descenso, nos postramos ante el privilegiado  enclave molinero; un bullicioso silencio “gobernando”  la sublime estampa,  las bravías aguas “tieteras” desde abajo vigilando, “El Molino”, una  construcción centenaria con el paso del tiempo bien tratada, el embriagador  olor a hierba fresca y de  la longeva  arboleda, refulgiendo una chorrera de colorida belleza. “Acampamos” a repostar, pero los “flashes” son un no parar; abajo a ras de agua, en el techo, encaramados, desde dentro por los “respiraderos”, también desde los laterales y desde alguna piedra, escalando, pretendemos detener el tiempo e inmortalizar estos exquisitos momentos. Por cierto,  en el lúcido rincón también llenamos la andorga y abrevamos, antes de enfrentarnos a los repechos ya bajados.




     



















































     Reempredemos la marcha, ahora nos toca “escalar”, pasos rasgados, abiertas regueras de “lao a lao” y algo de piedra suelta, requieren de “un poco de fuerza y pericia”  para no trastabillar por la raída cuesta. Salimos a la “pendiente” mejor conservada, pero todavía nos quedan “algunos resoplones y bufíos” y más de un “calentón” en el entregado pelotón.  Coronamos la tendida subida y a los demás compañeros “aguardamos”,  hasta que  nos agrupamos; cogemos la opción más recta para llegar a la villa navalqueña. En la plaza, concentración del personal local y muchos invitados, altos cargos  de seguridad ciudadana bien engalanados, luciendo uniforme y sus brillantes galones,  “un ejército” de la  benemérita nos escolta y amablemente nos abre el  paso entre la multitud congregada, antes de saludar al amigo Ángel y de la aventura dar novedad; aquí “huele” a convite y limonada, pero el multitudinario evento, se debe  “a una bandera”, nos cuentan  la tradición “porque sois de fuera”. Entre todos decidimos, “marchamos por el  paseo pavimentado”, después de desechar otras vías (una llana y otra más pina). Entrando en la aldea parrillana, Ilde “El Suegro”, hace “un extraño” en la estrecha acera, “con estilo y algo de glamur”,  suelta la burricleta y sale corriendo como “si na”; Pedro “Hierros” dice que  “nos ha hecho  una demostración de la transición en el  duatlón”. Después de tal exhibición, orientamos la marcha hacia el camino veleño, a pesar, que algunos compañeros nos avisan que los pies nos vamos a mojar. Sin novedad por el conocido camino, llegamos al “concurrido río; damos unas vueltas para estudiar el terreno, unos por aquí, otros por allá, otros corriente arriba, “por aquí parece que está más bajo”, pero todos, con éxito cruzamos el  todavía profundo charco. Atrás,  dejamos la calmada dehesa, después de abrir alguna portera, más adelante,  atisbamos entre las encinas,  un rebaño de cérvidos, bien camuflados. Hacemos un quiebro al transitado camino, para adentrarnos en “el ¿olvidado? paso tradicional”, (“clausurado e ¿ignorado? por  incompetencia -¿o intereses?- de la  administración local”) cruzamos el paraíso encinar y en el embarrado “juncal” una liebre salta al morral; “cabalgamos” bien agrupados, comentamos la jugada y también  el motivo de la “pública alambrada”. Por el “arroyo de los huertos”, din-din-dón, ¿quién/es se animan a conocer “El Lindón”? Otros caballeros prefieren “lo malo conocío……” y  Eduardo “El carpin” que sigue en plan “protestón”; reclutamos voluntarios y un “quinteto” aceptamos la invitación; un  tramo desgarrado, con algo de barro todavía blando, también el arenal ya se deja notar, entre el   sendero del verdoso sembrado, el último repecho de la jornada –para rematar la faena- afrontamos. Después de “calentarnos”, nos agrupamos y “el vértice geodésico” también “conquistamos”. En este punto, “el gato ya está en la talega”, por el camino del “Molino de Vientos” hacia “Los Perales”,  llegamos al lugar  de partida, dónde nos esperan el resto de la cuadrilla - tratamos los próximos retos y rutas- y unos estiramientos,  antes de  dar la etapa por concluida.



    

























































     Resumiendo, ruta circular de 53 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Velada-Arenas-Navalcán-Parrillas, Camino de los Veratos, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de Navalcán a Candeleda, Camino de Valcasillo, Camino Molino Montoya-Camino Valcasillo, Paseo de Navalcán a Parrillas, Camino de Parrillas a Velada; Senda del “Lindón”-Velada.


Pd: Martín, gracias por tu aportación fotográfica (2).


Buen día………SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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