Domingo catorce de junio, mañana fresca y
el tiempo revuelto por culpa de los presentes nublados, “a mediodía pronostican
chubascos”. Ocho caballeros veleños acudimos al marcado punto de encuentro,
puntuales y mirando al cielo. El Gran
Maestre propone “tocar las campanas de
San Rafael” y Gabriel “Lamparillas” visitar las encrucijadas de Navalcán y
Parrillas; parece que en esta ocasión,
se lleva la palma la segunda alternativa.
Comenzamos la jornada cruzando las
principales calles veleñas y más de uno,
con los brazos y las pantorrillas “en carne de gallina”; atravesamos la
adormilada villa, con dirección hacia la prodigiosa dehesa. De todo
un poco vamos hablando, intercambiamos “pareja de baile” y a “la húmeda, dale que dale”; al fondo, las altas cumbres,
ocultas tras las oscuras nubes. Nos adentramos en la calmada dehesa, palpable
quietud y agradables olores que han plantado las tormentas y aguaceros de los
días pasados; cruzamos porteras- en esta
ocasión abiertas- y Goyo “El Coloso” nos advierte de “la posible capea”, no se
da tal acontecimiento y seguimos rodando en plena armonía y esparcimiento; “a
pata” cruzamos el arenoso río y en un giro “a izquierdas” nos colamos en una
vía más acogedora y de presencia tranquila; continúan “las amenizadas
chácharas”, deportes, historia de Velada, pronosticamos el tiempo, todo a una
carta, en la programación de la nubosa mañana. Circunvalamos el pueblo
navalqueño, saludamos a los madrugadores lugareños, “hacia el camino asfaltado
nos vamos”; sin prisa pero sin pausa, marchamos, de reojo mirando a los
amenazantes nublados y en el cruce
indicado, esperamos, hasta que llegan los
rezagados. Nos adentramos en la anónima vía –para algunos de los compañeros
incorporados a filas- ; con continuos subes y bajas nos agasaja la pista ancha;
disimulados repechos entre cercados de piedra y espigadas retamas y “las
primeras gotas de agua, puntuales nos lavan la cara” –“no es para tanto, por eso, ni el
chubasquero sacamos”- afrontamos la rampa más empinada, por pasos rasgados y
por el agua tratados. La retaguardia,
custodiada por “El Gran Maestre”, como un jabato viene “apretando y resoplando”
–“los compañeros ya han coronado”- para darle ánimos –le comento-; damos el último “arreón” por la pista
tendida, para llegar con el resto de la cuadrilla. Resguardados entre pinos nos
esperan, “más atrás, hacía frío y el
agua era una amenaza” - comenta Domingo “El Maca”. Paramos a repostar, en esta
ocasión, más rápido de lo habitual, “por eso de no quedarnos frío y tal”;
comemos fruta y dulces, bien nos
hidratamos y en un santiamén el campamento levantamos; aunque antes de partir,
unas risas nos echamos.
Antes de proseguir la marcha, “¿a los
pinos quiénes se animan a bajar?”;
opiniones varias, “tampoco hay que obligar”. Un quinteto de caballeros, abandonan
la osada expedición, “vamos
despacio y en algún punto nos encontramos” – nos comentan los altos cargos-.
“Cada cual por su camino….” Nosotros,
elegimos la bajada “del ministro”; descenso espectacular, por el terreno
rasgado e irregular; de repente, se caen las temperaturas y “cuatro gotas de
agua”, nos pretenden amedrentar “en el inframundo pinar”. Recolectamos las
analgésicas fragancias, a nuestro paso
esparcidas, callejeamos entre jaras y pinos por angostas trochas y el empinado
camino; comentamos “el rincón encantado”
y por “la cuerda marchamos”. Desde aquí, el amigo Gabriel “Lamparillas”,
nos “apea por la senda desconocida”; un
tramo descaradamente asilvestrado, que por los vecinos y voluntarios “parrillanos”,
ha sido recientemente habilitado. Disfrutamos
“como enanos” entre vallados “empedrados”
y las desafiantes zarzas,
colgando y algunos arañazos, “otro día que llego magullado”; nos dejamos llevar
por la inercia de la dibujada bajada, a la vez que nos recreamos con los
parajes ensalzados; atrás dejamos la villa de Parrillas y de los compañeros
adelantados “¡¡¡ni rastro!!!”. Se vuelven a abrir las porteras del bendecido
encinar, vadeamos las escasas aguas del extendido y río y más adelante,
pinchazo en la burricleta de Nico “Charcos”; arreglo con el “líquido mágico” un
poco de aire y asunto solucionado.
Alegramos la marcha por la tupida dehesa, ¿dónde andará el rebaño de cérvidos? “¿los habrán espantados
los caballeros adelantados?”, granjas a nuestro paso y otra marcha más para
aligerar. La desgastada rueda de atrás
vuelve “a dar guerra”, “a ver si hasta las escuelas llega”, Nicolás nos comenta; en el último
apretón, amagos de calambres y algún tirón. Sin novedad, llegamos al punto de partida y allí intercambiamos
la experiencia con el resto de la cuadrilla; Domingo “El Maca”, -“también hemos
esperado un rato en Parrillas”.
Resumiendo, ruta circular de 60
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Velada a
Arenas-Parrillas-Navalcán; Camino de Talavera a Navalcán; Camino de Navalcán a
Candeleda – Camino de Valcasillo; Carril de Pan y Agua; Camino de Navalcán a Arenas; Sendas del
Águila; Carril de la Cuerda; Camino del
Torilejo; Camino Real de Arenas de San Pedro a Parrillas; Camino de Parrillas-Navalcán-Arenas a Velada.
Buen día…….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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