lunes, 8 de junio de 2015

Ruta: Peñón del Mediodía

     Sábado seis de junio, a las siete de la mañana salimos de la villa de Velada; comienza la “temporada” de  senderismo y hacia el Hornillo nos dirigimos. La diminuta “plataforma” de Domingo Fernando es el punto marcado para afrontar el ascenso pactado; Mariano y Jose, son los compañeros de fatiga para la montañera andanza. Preparamos el material necesario y demás detalles “por si acaso”; de crema solar nos “embadurnamos” y  hasta el mapa de la zona nos guardamos.

      Iniciamos la marcha, acompasados con  la serenidad de la apacible mañana; nos adentramos en el hechizado laberinto de los izados pinos; las gratificantes melodías del arroyuelo, “cientos de piñas” desparramadas por el suelo  y un tupido vergel de verdosos helechos, nos guían en el tendido ascenso. Mariano nos abre paso y las amenazantes zarzas “con el bastón aparta”, moscas cansinas y el tábano de kilo y cuarto, nos van breando; por la sinuosa trocha, “de todo un poco vamos hablando”, amables pasos, piedras descolocadas y manantiales camuflados, antes de salir al  “ciclópeo pelao”. A nuestro paso, abundante matorral y al fondo “en lo más alto”, las colosales piedras amorfas, ¿tallando desconocidas figuras? y  lanzando mensajes encriptados para los osados invitados. A lo largo del camino nos  recreamos con “El Espaldar de los Galayos” - “¿pero por allí hay paso?” después de varios comentarios y experiencias pasadas – a dicha expedición, quedan invitados-. Pasamos por los caños señalados y un “tentempié” para “picar” y  aliviar la sed;  “a la vuelta de ese esquinazo, coronamos”, -comento, mientras descansamos. Hacia la cima nos enfilamos, cuando entre los piornos amarillos se dejan ver  “los primeros ejemplares de machos cabríos”, inmortalizamos el digno momento, antes de “arribar en la base del palo”; fotos de rigor y continuamos, ya que el objetivo es “algo más pino”. A la vez que continuamos “trepando”, nos recreamos con las genuinas vistas –de cimas de sobra conocidas-, somos testigos del “silencio envolvente” que nos reconforta y a otras dimensiones nos transporta;  a estas horas, somos “tres motas de polvo insignificantes”, absorbidos por la montañera inmensidad y a disposición de la benevolencia de  Ourea  y del azar. Unos pasos más adelante, se deja notar “el gran rellano” y de la postal amarillenta “más de un millón de cabríos”, saltan y huyen despavoridos y los expedicionarios con tanta belleza somos abducidos; disfrutamos el generoso momento con comentarios varios, mientras seguimos caminando  y  a doscientos metros, “el esperado hito” aparece ante nosotros. Profanamos “el trono del Olimpo” y unas excelsas vistas son la recompensa para las susceptibles retinas de los sentidos; nos postramos ante las prodigiosas panorámicas y el tiempo se detiene, ahogado con  tanto esplendor,  “tranquilos, que aquí no hay prisa” –nos tomamos un tiempo extra y más- . Inmortalizamos grandiosos momentos y otros tantos guardamos en “el zurrón del recuerdo”;  nos “repanchingamos” a repostar, bocatas de jamón, fruta y frutos secos para degustar y con atención, todo lo que nos rodea poder admirar;  aprovechando la palpable armonía del lugar, desde “el sitial real”,  resolvemos el enigma del “Peñón del Mediodía”.  
 
   


































































     Reemprendemos la marcha, por el camino “ya andado”; al fondo, el “techo de Gredos” y a nuestro paso, los colores vivos de los piornos, la jornada alegrando; nos desviamos al parque de “las piedras labradas”, echamos un vistazo y continuamos admirando. El descenso es más “rápido”; cuando el amigo Jose, nos da el alto, “la suela de la bota se  ha rajado”;  con una cuerda hacemos un apaño y salimos arreando. Hace ya un rato, algunas rapaces planean a nuestro paso “¿qué estarán buscando?”; abrevamos en el “manantial bajo” y unos frutos secos picamos. La imponente vista de la “vertical del espaldar”, “¿también nos vuelve a retar?” –apuntada está-  Nos queda menos para llegar al apacible y sombrío pinar, cuando “el averiado”, las dos suelas ha rajado ya; cuerdas y gomas para “soldar las botas”, pero ahora tiene que hacer malabares para bien pisar. Mantenemos el “precavido paso”, cuando las moscas y el tábano nos vuelven a avisar;  atrás, dejamos hitos y paneles  informativos, también el acogedor refugio (“por si hubiere que resguardar”) y me da, que hay prisa por llegar….. 



   
 




























     En definitiva, ruta líneal de 18 kilómetros. Hemos partido desde Domingo Fernando, senda del Puerto el Peón, Senda de la Peña del Mediodía (ida y vuelta).

     Pd: fotografías y palabras se quedan "cortas" para describir las espectaculares vistas de distintos puntos de Gredos, Valle del Tiétar y Barranco de las Cinco Villas.
 

   Buen día………SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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