martes, 2 de junio de 2015

Ruta: Exploración "Antiguo camino de Segurilla a Buenaventura".


     Domingo treintaiuno de mayo, presumible día caluroso y bien soleado tendremos los valientes convocados. Siete caballeros veleños nos damos cita en el lugar pactado (Colegios). Con las burricletas bien dispuestas y las “coordenadas correctas”, según “El Gran Maestre” señala,  nos vamos de aventura, a explorar el antiguo camino de Buenaventura.

      Iniciamos la jornada con mucho brío y más ganas “¿será, por la pretenciosa hazaña?”. En modo distendido, marchamos por la extensa cañada, llanuras “baldías” y “pleno burriclista” para resolver “pleitos y otros galimatías”. Nos ponemos “el traje de faena”, algunas burricletas se espantan entre las retamas y las removidas arenas; escalamos los pasos agrietados por una callejuela de fornidas chaparras y  los  desteñidos cantuesos, dejándose ver por “El Cerro Arriero”; “abrimos el portón” de “la senda fantasía”, gozo y sentida alegría, a pesar de la panorámica entristecida. Salimos a la ancha pista, bien agrupados “continuamos con la cháchara” para “atacar a la misteriosa entrada”. Abrimos del “pórtico del triunfo”, Eduardo “El Carpin”, amenaza con “la misión abortar”; vítores y ánimos para “traspasar el umbral del tiempo” y al amotinado “embaucar”; atravesamos vastos campos de altos pastos y tramos levantados, saltamos las vallas del río encarcelado, pasos ganaderos y rasgados a nuestro paso; parajes asilvestrados y “nada frecuentados” nos transportan a  épocas pretéritas; esquivamos la amenaza de las ávidas  garrapatas,  ruinas abandonadas y “el tábano de kilo y tres cuartos” ataca a Domingo “El Maca”. Campo a través –por los caminos olvidados-  y saltos de cercados espinados; Goyo “El Coloso” “hacia el otro lado, tenemos que dar con el camino más decente”, en toda la mañana es  el comentario más prudente; “El Gran Maestre” después de consultar los planos varias veces –nos advierte, “hay que virar hacia el este”. Abrimos la “portera buscada” (aunque la opción buena la dejamos a nuestra diestra); el sereno encinar nos guía, unas veces por la marcada senda, otras sorteando pastizales y “piedras bien tapadas”; por la retaguardia se escuchan “algunas quejas”, los incómodos “aragüelles”  van pinchando  en “los pinreles”. Hacemos un quiebro a la espesa y acogedora arboleda, para adentrarnos en la vereda del centenario fresno; rincón desconocido para algunos de los aguerridos compañeros. Paramos a repostar,  para  la “andorga engañar”, inmortalizamos el divertido momento, mientras tanto, Ángel “El Guerrero” a una esquiva ardilla la sigue el rastro a ras de suelo y tras el destartalado alambrado; más  fotografías en la “urbanización” de las primitivas  piedras y al indulgente lugar, con cariño para enmarcar; comemos bien y abrevamos mejor, para la vuelta preparar.

     









































































     Reemprendemos la marcha por la bucólica trocha, tramos de hechizo y belleza sembrados; nos deleitamos a la vez que admiramos los afortunados pasos. Entre los generosos pastizales, tenemos “el amago de capea”, pero Ilde “El Suegro”, cargado de valor “a voces, torea”; espantamos al “despistado astado” y con las ideas claras, hacia Montesclaros nos enfilamos por la próspera panorámica. En la aldea montesa, “paramos a coger agua” –por lo que pueda pasar- ; como buen lugareño,  el amigo Ilde nos lleva a “la fuente del agua fresca”. Después del “receso”,  tomamos “El Camino de Los Caleros” con una “marcha extra”  y el reconfortante olor de las jaras, alimenta los sentidos y nos “alarga” la  vida; nos adentramos en el reparador encinar, aire límpido y singulares aromas siguen nuestra estela, algunas rapaces planean sobre nuestras cabezas  y por los pasos quebrados, otra liebre –sin consecuencias-  “salta a la talega”. Atravesamos campos recién cosechados, también por los arenales del río, de agua ni rastro ha quedado; nos adentramos en la jungla desbrozada en la anterior jornada y en  “El Camino de Casillas”,  por  la parte trasera “tocan la campanilla”; bajamos alguna marcha, más adelante, esperamos  para ir bien agrupados. Por la estirada recta “sin fin”,  “castillos de alpacas” levantados en la amarillenta explanada, polvo, el amenazante calor y algún sofocón; para no demorar la etapa, “alquilamos un ciclo-tándem”; Ángel “El Guerrero” con una llamativa cuerda, “hace el invento” y con el plato grande, remolca al “Gran Maestre”; los demás, bien alineados en comitiva, escoltamos “al discípulo y maestro” para hacer más ameno este momento. Sin novedad llegamos al  punto de partida, estiramientos y zumo de cebada fresca para brindar por la acontecida gesta. 





     







































     Resumiendo, ruta circular de 48 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Los Huertos, Senda del Arriero, Camino de Talavera a Motesclaros, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Los Brezuelos, Camino de Mojosal, Camino de Segurilla a Buenaventura, Camino de Sotillo a Montesclaros, Camino de Montesclaros-Talavera- Velada-Camino del Torilejo-Velada.

    Pd: Ángel, gracias por tu aportación fotográfica (3)

      Buen día………….SALUD.



 “mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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