Viernes catorce de agosto, a las 21:30
horas de la noche, es la hora pactada para “perdernos” en la nocturna velada.
Trece ( 12 + 1, para los más supersticiosos) burriclistas, caballeros veleños,
osados gamoninos y aspirantes al exigente título nobiliario, acudimos al pactado punto
de encuentro; con las burricletas bien dispuestas y prestas para la oscura
contienda, con precisión revisamos los nimios detalles; ajustamos los candiles
y demás achiperres luminosos para “asaltar” los territorios más cercanos y en
otras batallas encomiados.
Comenzamos la etapa, por “los cuadros de la
Vega” hacia “la estirada cañada”; en los primeros metros, probamos los
artilugios encendidos, “acoplamos” la vista al horizonte apagado, mientras
“cabalgamos” por la explanada relajada.
Agrupados en dos líneas, bajo “la bóveda
estrellada”, vamos entretenidos con las distendidas chácharas, pero sin perder
la concentración en una madrugada de ficción. En la parte delantera “momentos
de exhibición”, “¿llevarán prisa?” ¡¡qué presión “la competición”!!! Por la distendida
retaguardia, nos adueñamos del reconfortante frescor que rezuma del paraíso
celeste; Roberto “El Bueno”, nos comenta – que lleva toda la jornada nervioso, como en días de las grandes épicas-
Goyo “El Coloso”, “hace rato que ando desorientado. ¿Por dónde vamos?”- también
se “inventa” una capea,” a ver quién torea” y Domingo “El Maca” con sus
divertidas historias, va alegrando a los
“más rezagados”. En “la vía férrea” nos
agrupamos y por el camino sembrado “de cantos”, “otra vez el grupo se ha
quebrado”; luces sueltas por las diminutas cuestas y antes de llegar a
Alcañizo, “damos santo y seña” y la táctica para “afrontar la encrucijada del
sapo”. El Gran Maestre toma el mando, “por galones y como
noble local”, por “el buen camino nos ha de guiar”. En la sentida oscuridad,
intuimos los parajes que nos vigilan, “por aquí, por allá”, “por los establos no vamos a pasar, para el sueño no perturbar”; seguimos más
adelante, “a la derecha tenemos que virar” (“aparecen los antiguos fantasmas
del despiste, pero esto no va a más); a nadie queríamos desvelar, pero las
cuadras conocidas, ya están ahí arriba. Nos echamos unas risas, mientras otros compañeros se disgustan por la noticia futbolera.
Después de los minutos de divertido desconcierto, nos adentramos en la acertada avenida; se
alegra la marcha en la primera línea del pelotón y en la parte de atrás, damos “luz” a los que
han sufrido “el apagón”. Entramos por “la puerta de atrás”, en la villa de Oropesa; en la Ermita de “Peñitas” se concentran fieles a la tardía misa, pero nosotros, al “Castillo nos vamos a poner la mesa”; por las repletas calles , nos reciben los joviales
aldeanos, “unos expectantes, otros sorprendidos y también vítores de ánimos
escuchamos”. En la acogedora fortaleza paramos a repostar, fotografías de
rigor, revisamos los aparatos luceros, pactamos el camino de vuelta (por
cambiar, respecto a ediciones pasadas) y desde la torre más elevada, la
princesa “su rescate” nos reclama.
Reemprendemos la marcha por las
serenas calles iluminadas, el grandioso
castillo dejamos a nuestras espaldas, y
más adelante “parada obligada para
soltar aguas”; retomamos la oscura senda y “enchufamos los sentidos en la
ahogada noche”. Nos perdemos por la vía de la sentida tranquilidad, la
oscuridad perfumada a la retaguardia se engancha y la profusa concentración de
estrellas, danzan ante la presencia de la valerosa escuadra. Al paso de “los elegidos
iluminados”, dormidas casas de labranza, derruidos establos silenciados y los tramos arenosos, nos ponen a prueba y
hay amagos de “echar liebres a la talega”. Nos decidimos por “El Carril”, “los más fuertes, dale que dale a los pedales”, para los demás,
“no hay novedad”; disfrutamos los últimos metros de la serena noche y sin nada más que destacar a “La laguna” llegamos. Despedimos a los
amigos gamoninos -¿de la jarana no se habían enterado?- y los demás, marchamos
a visitar “La Tasca” de Domingo “El
Maca”. Productos de la tierra y de la propia cosecha, refrigerios para
abrevar, “la pócima quemada” para brindar por la edición vivenciada
y “El Gran Maestre” amenizando y dando vida al jovial ritual, exclamando
al unísono “fuerza y vigor y vino para el corazón”; buenos momentos y muchas risas para clausurar
“la noctámbula ruta”, antes de retirarnos a nuestros aposentos a descansar.
Resumiendo, ruta nocturna de 56 kilómetros,
los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental,
Camino de Calera-Aldeanueva a Alcañizo,
Camino de Alcañizo a Puente del Arzobispo-Oropesa. Camino de Oropesa a
Torralba, Camino de la “vía de servicio A-V, Camino de Alcañizo a Corchuela,
Camino de Oropesa a Velada (Horcajo- Salabroso), Camino de Calera a Navalcán,
Camino Real, Carril de las Mulas-Velada.
Buen día…….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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