martes, 6 de octubre de 2015

Ruta: II Peregrinación a Guadalupe

     Sábado  tres de octubre, a las siete de la mañana era la hora acordada –aunque Gabriel “Machaque” durante toda la marcha, nos quisiera convencer de que era una hora más tarde-. Al habitual punto de encuentro (zona de los colegios-centro de salud) algunos más nerviosos que otros vamos acudiendo; allí coincidimos también con el grupo de montañeros, “hoy toca excursión a Gredos”. Pues a lo que vamos, quince caballeros veleños formamos la comitiva, entre titulados y aprendices al reconocido nombramiento de “nobles y valientes”.  Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la quijotesca contienda; las mochilas bien repletas, de “cachivaches”, víveres y otros “aperos”, a afrontar la misión peregrina,  nos disponemos.

     Iniciamos la jornada, todavía envueltos en la noche bien cerrada, “dirección hacia la Oriental Cañada”; con las armadas  linternas y candiles, acoplamos la vista a la oscuridad y tiene “su cosilla” esto de deambular en  la apacible nocturnidad. Martín “El Fiero” y otros compañeros, se han quedado a esperar al del “reloj escacharrado”, avisados estábamos. Los demás, continuamos por la ancha vía, bajo la bóveda estrellada, vamos contando anécdotas, los nervios y demás “entuertos”, surgidos antes de emprender la etapa. En plena marcha, somos testigos del lento despertar del nuevo día, -entre dos luces, una sensación especial- ; de todo un poco vamos hablando, también bajamos algún “hierro”,  a ver si “nos pillan los rezagados”, “como haya salido una hora más tarde, nos toca esperar un buen rato en el próximo pueblo”. No hace falta, y cruzando “la charca de las aguas sucias”, la osada expedición nos agrupamos, pero “el menos madrugador” sigue en sus trece, “a las ocho habíamos quedado” (Pudiera  ser, que los otro catorce no nos hubiéramos enterado jajajajajajajajaja). A nuestro paso, vastas llanuras y maizales que se pierden en su espesura; sin novedad, cruzamos Alcolea, también la “villa del arzobispo”; los vendedores ambulantes montando sus tenderetes nos dan los buenos días, mientras otros,  atónitos nos miran. Cruzamos el histórico y longevo  puente y nos adentramos en la dimensión desconocida; un callejón de almendros “presentan armas”,  mientras nos hacen el paseíllo, atravesamos el extenso barbecho, antes de colarnos en la estrecha y divertida vereda. Ante nosotros la típica y acogedora  dehesa, por aquí,  también abrimos porteras y  contemplamos “algunas ciervas” saltándose las espinosas alambreras. La entrada a "Villar" por una vía de vallados de piedra, pasos de ganado y recuerdos de pueblo del pasado.  Van “cayendo” los kilómetros por terrenos llanos y caminos bien balizados; al fondo,  se deja ver el escenario serrano, altos picachos y “cortafuegos” ondeando, “¿cuál de ellos nos estará esperando? Arribamos en Carrascalejo, aquí, decidimos repostar, antes de comenzar a escalar; compartimos viandas, dulces, fruta fresca, gominolas y  un “buen bocata de jamón” que no puede faltar. La burricleta de Ilde “El Suegro”, se queja de una rueda, tiene un cuarteo “algo serio”, justo ahora, cuando pregonan el exigente terreno.  En este punto, “Boliche”, da media vuelta, nos quería acompañar, para asegurarse de que íbamos “más allá”.


    








 































































































      Reemprendemos la marcha, “con la mosca detrás de la oreja”,  vamos muy bien de tiempo, pero hasta aquí, el territorio ha sido bastante plano. Nos adentramos en una senda algo “coqueta”,  adoquinada con “pizarra negra” y  dando brillo a la pista camuflada entre las perfumadas jaras. Desde aquí, variedad de pasos, -a cada cual más  levantados- ; escalones de piedra y mucha suelta, entre desniveles que ponen a prueba fuerza y destreza; en algún tramo, más de uno llevamos la burricleta de la mano, pero todos coronamos bastantes sofocados en el primer  “apretón empinado”, ¡¡¡ostras con el repecho Carrascalejo!!! Arriba esperamos, hasta que todos salimos de la trocha empedrada; ahora para relajar, vamos por la subida tendida, más cómoda y asfaltada; me embeleso  con las vistas que nos persiguen, izadas crestas con variadas  formas, para despertar la imaginación  y a nuestra diestra,  un laberinto de caminos dispersos por los cerros desconocidos. De uno en uno vamos coronando el primer puerto mañanero; fotos de rigor, los más fieles postrados en el improvisado altar, otros tantos, nos recreamos con las panorámicas del bendecido lugar. Afrontamos la bajada, rápida y con seguridad, los más “doctos” se lanzan “a tumba abierta”, tampoco tenemos por  qué  arriesgar, la simple inercia nos hace planear y coger velocidad. En un santiamén, llegamos a la siguiente localidad, paramos a abrevar y otra revisión a la averiada penca. Buscamos el camino Real, nos toca hacer zig-zag, tramos combinados de trochas desgarradas, pista ancha y asfalto poco transitado; en el tupido pinar, tenemos que dar marcha atrás –aunque Roberto “El Bueno” ya estaba en el acertado camino- Desde aquí, nos subimos en el largo puerto (aunque algunos compañeros,  ya llevan un  rato escalando) aplicamos el lema conocido, “cada cual como pueda y arriba esperamos”. Pues eso, tanteamos el terreno y  en el corazón de la sierra, nos refugiamos entre la multitudinaria arboleda; otra vez que nos ponemos a prueba, a nuestro paso, ninfas y pitufos senderistas que nos animan en plena subida. Mi compañero de “baile”, Alberto “El Maestro Ceramista”, trepamos animados y “un tanto revolucionados” (jajajajajaja), delante de nosotros, avistamos a los compañeros adelantados y detrás vienen otros tantos; desde la profundidad  serrana nos llegan las sonoras  serenatas  de la exagerada   "berrea" y nosotros,  venga escalar y escalar; como siempre –es lo normal- de uno en uno, por parejas,  hacemos cima,  “mientras mi compañero de fatiga, me felicita”; desde allá arriba, en el improvisado mirador, somos testigos de las impresionantes vistas. Mientras esperamos a los demás, intercambiamos opiniones con los amables andarines ( nos recomiendan la mejor opción para llegar), también tenemos unos minutos de rigor para acordarnos de las “buenas faenas” del Gran Maestre –en este "fregao" ausente, pero de alguna manera presente- (aunque todavía  confiamos que va a aparecer)  fotos de rigor y bajamos a buscar a los demás y de paso animar y a Pedro “Hierros”,  también le “toca empujar”. Una vez agrupados, toca descender, algunos hemos decidido abrigarnos, “por si” nos ataca el temido gélido.

    ¿La bajada? Qué comentar, todo una pasada, desde la retaguardia, observo como mis compañeros “vuelan”, les pierdo en las cerradas curvas, vuelvo a enganchar,  les veo a lo lejos y les vuelvo a perder –mejor no mirar el descontrolado  cuenta-kilómetros- . No me cabe la menor duda, sus caras de felicidad y el deleite de este momento en pleno descenso. Llegamos al cruce señalado, “todavía 13 kms”, también por carretera, “algunos se persignan”, “otros claman al cielo” y otros, nos quitamos los chubasqueros, para afrontar el último trecho. En este punto, ya comienzan a fallar las fuerzas por los sobre-esfuerzos realizados, empiezan los amagos de calambres y tirones, decidimos ir agrupados, -bajando bastantes cambios-, unos más despacio  y desde hace un buen rato, Pedro “Hierros”, remolcando como un “jabato”. Nos quedan los últimos metros de subida y aquí también esperamos, para llegar todos hermanados.  Los últimos cuatro kilómetros de bajada, son un delirio de satisfacción, parece que todo está hecho, ciertos comentarios lo ponen de manifiesto. Entramos por la parte de atrás del “Enaltecido  Monumento”, aquí, nos aguardan  las familias y amigos, que nos animan  con vítores, voces,  serpentinas, pancartas, otros artificios de papel y un recibimiento  sonoro  por el reto  conseguido. Felicitaciones y momentos de emoción entre los compañeros de aventura; fotos de rigor para enmarcar y los vividos momentos recordar.  Después del protocolo diseñado, llevamos las burricletas a los establos, pedimos posada, una reconfortante ducha y una copiosa comida en la mejor compañía.

      Por la tarde, sentada en la escalinata del monasterio, visitas de rigor, compras, terraza para abrevar, muchas risas y buenos momentos……Hasta que montamos en el autobús, ¡¡¡qué mareo!!! por parte del personal…………..menos los más pequeños, que nos animaron el viaje, juegos, música y con monólogo incluido, por cortesía de Gonzalo –apunta maneras- . Muchas gracias a todos/as  por este gran día.   



      




































































































































       Resumiendo, ruta lineal de 108 kilómetros, los principales caminos transitados para llegar a Guadalupe  han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino natural del Tajo (Puente del Arzobispo a Villar del Pedroso), Camino Real de Guadalupe (GR 119), C EX-­ 118. Hemos   subido  el puerto de Arrebatacapas y el de la Palomera. Hemos pasado por las localidades de Alcolea de Tajo, Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso, Carrascalejo y  Navatrasierra. 


  Pd:  Mª Sol, Diego, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (8)

  Pd1: Agradecer a nuestros amigos, familiares y parejas, el que compartan con nosotros estas aventuras, que  nos aguanten, apoyen  y  a pesar de todo, nos “inviten” a hacer más locuras.

  Pd2: Felicitaciones para todos los componentes de la expedición Guadalupe 2015, especialmente  para Ilde y Goyo, por la épica conseguida…..De sobra sabemos el esfuerzo y demás que cuesta “lidiar una faena” como esta. Mi total reconocimiento y admiración. De más  mayor, quiero ser igual de joven que vosotros.


   Buen día……..SALUD.  


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 



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