Sábado
tres de octubre, a las siete de la mañana era la hora acordada –aunque
Gabriel “Machaque” durante toda la marcha, nos quisiera convencer de que era
una hora más tarde-. Al habitual punto de encuentro (zona de los colegios-centro
de salud) algunos más nerviosos que otros vamos acudiendo; allí coincidimos
también con el grupo de montañeros, “hoy toca excursión a Gredos”. Pues a lo
que vamos, quince caballeros veleños formamos la comitiva, entre titulados y
aprendices al reconocido nombramiento de “nobles y valientes”. Con las burricletas bien dispuestas y prestas
para la quijotesca contienda; las mochilas bien repletas, de “cachivaches”,
víveres y otros “aperos”, a afrontar la misión peregrina, nos disponemos.
Iniciamos la jornada, todavía envueltos en
la noche bien cerrada, “dirección hacia la Oriental Cañada”; con las armadas linternas y candiles, acoplamos la vista a la
oscuridad y tiene “su cosilla” esto de deambular en la apacible nocturnidad. Martín “El Fiero” y
otros compañeros, se han quedado a esperar al del “reloj escacharrado”,
avisados estábamos. Los demás, continuamos por la ancha vía, bajo la bóveda
estrellada, vamos contando anécdotas, los nervios y demás “entuertos”, surgidos
antes de emprender la etapa. En plena marcha, somos testigos del lento
despertar del nuevo día, -entre dos luces, una sensación especial- ; de todo un
poco vamos hablando, también bajamos algún “hierro”, a ver si “nos pillan los rezagados”, “como haya
salido una hora más tarde, nos toca esperar un buen rato en el próximo pueblo”.
No hace falta, y cruzando “la charca de las aguas sucias”, la osada expedición
nos agrupamos, pero “el menos madrugador” sigue en sus trece, “a las ocho
habíamos quedado” (Pudiera ser, que los
otro catorce no nos hubiéramos enterado jajajajajajajajaja). A nuestro paso,
vastas llanuras y maizales que se pierden en su espesura; sin novedad, cruzamos
Alcolea, también la “villa del arzobispo”; los vendedores ambulantes montando
sus tenderetes nos dan los buenos días, mientras otros, atónitos nos miran. Cruzamos el histórico y
longevo puente y nos adentramos en la
dimensión desconocida; un callejón de almendros “presentan armas”, mientras nos hacen el paseíllo, atravesamos el
extenso barbecho, antes de colarnos en la estrecha y divertida vereda. Ante
nosotros la típica y acogedora dehesa,
por aquí, también abrimos porteras y contemplamos “algunas ciervas” saltándose las
espinosas alambreras. La entrada a "Villar" por una vía de vallados de piedra, pasos de ganado y recuerdos de pueblo del pasado. Van “cayendo” los kilómetros por terrenos llanos y
caminos bien balizados; al fondo, se
deja ver el escenario serrano, altos picachos y “cortafuegos” ondeando, “¿cuál
de ellos nos estará esperando? Arribamos en Carrascalejo, aquí, decidimos repostar,
antes de comenzar a escalar; compartimos viandas, dulces, fruta fresca,
gominolas y un “buen bocata de jamón”
que no puede faltar. La burricleta de Ilde “El Suegro”, se queja de una rueda,
tiene un cuarteo “algo serio”, justo ahora, cuando pregonan el exigente
terreno. En este punto, “Boliche”, da
media vuelta, nos quería acompañar, para asegurarse de que íbamos “más allá”.
Reemprendemos la marcha, “con la mosca
detrás de la oreja”, vamos muy bien de
tiempo, pero hasta aquí, el territorio ha sido bastante plano. Nos adentramos en una
senda algo “coqueta”, adoquinada con
“pizarra negra” y dando brillo a la
pista camuflada entre las perfumadas jaras. Desde aquí, variedad de pasos, -a
cada cual más levantados- ; escalones de
piedra y mucha suelta, entre desniveles que ponen a prueba fuerza y destreza;
en algún tramo, más de uno llevamos la burricleta de la mano, pero todos
coronamos bastantes sofocados en el primer “apretón empinado”, ¡¡¡ostras con el repecho
Carrascalejo!!! Arriba esperamos, hasta que todos salimos de la trocha
empedrada; ahora para relajar, vamos por la subida tendida, más cómoda y
asfaltada; me embeleso con las vistas
que nos persiguen, izadas crestas con variadas
formas, para despertar la imaginación y a nuestra diestra, un laberinto de caminos dispersos por los
cerros desconocidos. De uno en uno vamos coronando el primer puerto
mañanero; fotos de rigor, los más fieles postrados en el improvisado altar,
otros tantos, nos recreamos con las panorámicas del bendecido lugar. Afrontamos
la bajada, rápida y con seguridad, los más “doctos” se lanzan “a tumba
abierta”, tampoco tenemos por qué arriesgar, la simple inercia nos hace planear
y coger velocidad. En un santiamén, llegamos a la siguiente localidad, paramos a
abrevar y otra revisión a la averiada penca. Buscamos el camino Real, nos toca
hacer zig-zag, tramos combinados de trochas desgarradas, pista ancha y asfalto
poco transitado; en el tupido pinar, tenemos que dar marcha atrás –aunque
Roberto “El Bueno” ya estaba en el acertado camino- Desde aquí, nos subimos en
el largo puerto (aunque algunos compañeros,
ya llevan un rato escalando)
aplicamos el lema conocido, “cada cual como pueda y arriba esperamos”. Pues
eso, tanteamos el terreno y en el
corazón de la sierra, nos refugiamos entre la multitudinaria arboleda; otra vez
que nos ponemos a prueba, a nuestro paso, ninfas y pitufos senderistas que nos
animan en plena subida. Mi compañero de “baile”, Alberto “El Maestro
Ceramista”, trepamos animados y “un tanto revolucionados” (jajajajajaja), delante
de nosotros, avistamos a los compañeros adelantados y detrás vienen otros
tantos; desde la profundidad serrana nos llegan las sonoras serenatas de la exagerada "berrea" y nosotros, venga escalar y escalar; como siempre –es lo normal- de uno en uno, por parejas, hacemos cima, “mientras mi compañero de fatiga, me
felicita”; desde allá arriba, en el improvisado mirador, somos testigos de las
impresionantes vistas. Mientras esperamos a los demás, intercambiamos opiniones
con los amables andarines ( nos recomiendan la mejor opción para llegar),
también tenemos unos minutos de rigor para acordarnos de las “buenas faenas”
del Gran Maestre –en este "fregao" ausente, pero de alguna manera presente-
(aunque todavía confiamos que va a
aparecer) fotos de rigor y bajamos a
buscar a los demás y de paso animar y a Pedro “Hierros”, también le “toca empujar”. Una vez agrupados,
toca descender, algunos hemos decidido abrigarnos, “por si” nos ataca el temido
gélido.
¿La bajada? Qué comentar, todo una pasada,
desde la retaguardia, observo como mis compañeros “vuelan”, les pierdo en las
cerradas curvas, vuelvo a enganchar, les
veo a lo lejos y les vuelvo a perder –mejor no mirar el descontrolado cuenta-kilómetros- . No me cabe la menor duda,
sus caras de felicidad y el deleite de este momento en pleno descenso. Llegamos
al cruce señalado, “todavía 13 kms”, también por carretera, “algunos se
persignan”, “otros claman al cielo” y otros, nos quitamos los chubasqueros,
para afrontar el último trecho. En este punto, ya comienzan a fallar las
fuerzas por los sobre-esfuerzos realizados, empiezan los amagos de calambres y
tirones, decidimos ir agrupados, -bajando bastantes cambios-, unos más
despacio y desde hace un buen rato,
Pedro “Hierros”, remolcando como un “jabato”. Nos quedan los últimos metros de
subida y aquí también esperamos, para llegar todos hermanados. Los últimos cuatro kilómetros de bajada, son
un delirio de satisfacción, parece que todo está hecho, ciertos comentarios lo
ponen de manifiesto. Entramos por la parte de atrás del “Enaltecido Monumento”, aquí, nos aguardan las familias y amigos, que nos animan con vítores, voces, serpentinas, pancartas, otros artificios de
papel y un recibimiento sonoro por el reto
conseguido. Felicitaciones y momentos de emoción entre los compañeros de aventura; fotos de rigor para enmarcar y los vividos momentos recordar. Después del protocolo diseñado, llevamos las
burricletas a los establos, pedimos posada, una reconfortante ducha y una
copiosa comida en la mejor compañía.
Por la tarde, sentada en la escalinata
del monasterio, visitas de rigor, compras, terraza para abrevar, muchas risas y
buenos momentos……Hasta que montamos en el autobús, ¡¡¡qué mareo!!! por parte
del personal…………..menos los más pequeños, que nos animaron el viaje, juegos,
música y con monólogo incluido, por cortesía de Gonzalo –apunta maneras- .
Muchas gracias a todos/as por este gran
día.
Resumiendo,
ruta lineal de 108 kilómetros, los principales caminos transitados para llegar
a Guadalupe han sido: Cañada Real
Leonesa Oriental, Camino natural del Tajo (Puente del Arzobispo a Villar del
Pedroso), Camino Real de Guadalupe (GR 119), C EX- 118. Hemos subido el puerto de Arrebatacapas y el de la Palomera.
Hemos pasado por las localidades de Alcolea de Tajo, Puente del Arzobispo, Villar
del Pedroso, Carrascalejo y
Navatrasierra.
Pd: Mª
Sol, Diego, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (8)
Pd1: Agradecer a nuestros amigos, familiares
y parejas, el que compartan con nosotros estas aventuras, que nos aguanten,
apoyen y
a pesar de todo, nos “inviten” a hacer más locuras.
Pd2: Felicitaciones para todos los
componentes de la expedición Guadalupe 2015, especialmente para Ilde y Goyo, por la épica conseguida…..De
sobra sabemos el esfuerzo y demás que cuesta “lidiar una faena” como esta. Mi
total reconocimiento y admiración. De más mayor, quiero ser igual de joven que vosotros.
Buen día……..SALUD.
“mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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