martes, 20 de octubre de 2015

Ruta: ¡Qué os vais a mojar!



     Domingo dieciocho de octubre,  mañana con muchas dudas, por las lluvias de la madrugada pasada y el cielo cargado de nubes, la gran amenaza. Dos caballeros veleños y Blázquez el representante gamonino, acudimos al festivo punto de encuentro. Como dicta uno de nuestros “mandamientos”; “….aunque haga frío, nos abrase el calor, llueva o  caigan chuzos de punta….” : el fin de semana, nos vamos de ruta. Pues lo dicho, damos unos minutos de rigor y decidimos no alejarnos mucho, por lo que pueda pasar con el temporal.  

      Comenzamos la jornada, sin rumbo fijo, pero preguntándonos  “¿en qué momento del día nos vamos a jarrear?”, en esto, sí coincidimos. Por “La Gran Cañada”,  nos encontramos a Domingo “El Maca” bien acompañado de la Sra Ana, nos comenta que le hubiera gustado salir, pero  “hoy la ruta es andando” –por esto, de no parar-  y también nos avisa “que nos vamos a calar”. La Torre de la Gamonosa nos aguarda, mientras los cazadores entre las canteras camufladas,  van tomando sus  posiciones; la tempranera  escalada, no está nada mal para “calentar”; caminos “en su punto”, bien tratados por los recientes aguaceros; un aire límpido y cristalino,  acompañado de una temperatura agradable, pronostica una jornada otoñal para enmarcar. No tenemos prisa, comentamos temas varios, pero de los inmensos nubarrones no nos olvidamos. Llegamos a la villa de Mejorada, a lo lejos –o no tanto-  “resuenan las madrugadoras escopetas”,  un cabrero nos recibe “…y para no variar, también  augura sobre  “la que nos vamos a pillar”, mientras,  Eduardo “El Carpin”, asocia al “cabrío” con el monte, ¡pues no se diga más! ¡Al huerto a regar! También cruzamos el territorio “cagarrache” y por  sus serenas  vías, a la búsqueda de  pasos más enrevesados, vamos animados; escalones de piedras empapadas, encinas “chorreando” la nocturna llovizna;  un mosaico de olores embriagadores,  rezumando de la embrujada senda; el resplandeciente  musgo dando colorido a la ceñida callejuela de piedra  e insuflando  vida al encomiado paraje “olvidado”; a estas horas,  “el trío burriclista”, con pericia y tesón nos “colamos” en un cuadro  de ficción. Bajamos hacia el reformado puente y  entre la quietud cerrera, nos enfilamos a la hormigonada cuesta. Blázquez tiene un “lapsus espacial” y en este momento, no “sabe dónde está” y el amigo Eduardo, también hace un comentario del “perdido encanto” en este  tramo arreglado. A nuestro paso, encontramos a otros osados burriclistas, “la ninfa de las chaparras” liderando la marcha  y amablemente les saludamos. “Parece que comienza a chispear”,  esto son  “cuatro gotas” nada más; nos crecemos con el  amago del  chaparrón, pero no hacemos ni intento de sacar los chubasqueros del zurrón; tengo la sensación que jugamos con la amenazante lluvia, a la vez que retamos al cubierto firmamento  “¿pero esta empresa no para a merendar?”  Hacemos chistes fáciles (“vamos a destajo”, “no hemos hecho ni hambre” “…y así, no vuelvo al tajo”) bordeamos los establos ovinos de Segurilla y pactamos “la parada del plátano”  en la vecina aldea. Dicho y hecho y en la  tranquila plaza,  tenemos unos minutos para repostar, nos echamos unas risas con aventuras pasadas y con calma preparamos la vuelta a casa.












     









































     Reemprendemos la jornada, y otra vez el  oscuro cielo, empeñado en contarnos “un cuento de miedo”; decidimos llevar “al estoico  gamón” a su casa, por eso de alargar algo más la jornada; surcamos con alegría y mucho brío –y con una sonrisa de oreja a oreja-   las panorámicas cerreras con sus cuatro cuestas; al fondo el ejército de Las Piedras Caballeras,  vigilando la abigarrada frontera; disfrutamos de la amenazante aventura, de las cosquillas de la  tímida lluvia y de la apacible temperatura que flirtea con las dignas  alturas. Afrontamos la reconfortante bajada por una avenida de encinas, una postal perfumada de humedad,  el mágico ambiente,  luciendo limpio y transparente y haciendo lo merecidos  honores “al osado tridente”. Sin novedad, llegamos a la plaza de Gamonal, amarramos las burricletas,  entramos en la “taberna”, abrevamos y pasamos un buen rato, en compañía de Carlos  “El  tabernero”. A la salida, “si al final nos mojamos” – entre risas comentamos-  ratoneamos por  las conocidas calles, somos testigos de los descomunales nubarrones amenazando  por “los cuatro costados”, pero también,  de la buena mañana que hemos pasado; llegamos al punto de partida, estiramientos de rigor y “el esperado remojón” lo dejamos para otra ocasión: “hay frases que son como la lluvia, refrescan las ganas de vivir”.

 

    


















      Resumiendo, ruta circular de 42 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero, Senda de Los Barrancos (Marrupejo Largo-corto), Antiguo camino de Sotillo a Segurilla, Camino del Hituero; Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal-Velada.


    Buen día………………..SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 



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