Domingo dieciocho de octubre, mañana con muchas dudas, por las lluvias de
la madrugada pasada y el cielo cargado de nubes, la gran amenaza. Dos
caballeros veleños y Blázquez el representante gamonino, acudimos al festivo punto
de encuentro. Como dicta uno de nuestros “mandamientos”; “….aunque haga frío,
nos abrase el calor, llueva o caigan
chuzos de punta….” : el fin de semana, nos vamos de ruta. Pues lo dicho, damos
unos minutos de rigor y decidimos no alejarnos mucho, por lo que pueda pasar
con el temporal.
Comenzamos la jornada, sin rumbo fijo,
pero preguntándonos “¿en qué momento del
día nos vamos a jarrear?”, en esto, sí coincidimos. Por “La Gran Cañada”, nos encontramos a Domingo “El Maca” bien
acompañado de la Sra Ana, nos comenta que le hubiera gustado salir, pero “hoy la ruta es andando” –por esto, de no
parar- y también nos avisa “que nos
vamos a calar”. La Torre de la Gamonosa nos aguarda, mientras los cazadores
entre las canteras camufladas, van tomando
sus posiciones; la tempranera escalada, no está nada mal para “calentar”;
caminos “en su punto”, bien tratados por los recientes aguaceros; un aire
límpido y cristalino, acompañado de una
temperatura agradable, pronostica una jornada otoñal para enmarcar. No tenemos
prisa, comentamos temas varios, pero de los inmensos nubarrones no nos
olvidamos. Llegamos a la villa de Mejorada, a lo lejos –o no tanto- “resuenan las madrugadoras escopetas”, un cabrero nos recibe “…y para no variar,
también augura sobre “la que nos vamos a pillar”, mientras, Eduardo “El Carpin”, asocia al “cabrío” con el
monte, ¡pues no se diga más! ¡Al huerto a regar! También cruzamos el territorio
“cagarrache” y por sus serenas vías, a la búsqueda de pasos más enrevesados, vamos animados; escalones de piedras
empapadas, encinas “chorreando” la nocturna llovizna; un mosaico de olores embriagadores, rezumando de la embrujada senda; el
resplandeciente musgo dando colorido a
la ceñida callejuela de piedra e
insuflando vida al encomiado paraje
“olvidado”; a estas horas, “el trío
burriclista”, con pericia y tesón nos “colamos” en un cuadro de ficción. Bajamos hacia el reformado puente
y entre la quietud cerrera, nos
enfilamos a la hormigonada cuesta. Blázquez tiene un “lapsus espacial” y en
este momento, no “sabe dónde está” y el amigo Eduardo, también hace un
comentario del “perdido encanto” en este tramo arreglado. A nuestro paso,
encontramos a otros osados burriclistas, “la ninfa de las chaparras” liderando
la marcha y amablemente les saludamos.
“Parece que comienza a chispear”, esto
son “cuatro gotas” nada más; nos
crecemos con el amago del chaparrón, pero no hacemos ni intento de
sacar los chubasqueros del zurrón; tengo la sensación que jugamos con la
amenazante lluvia, a la vez que retamos al cubierto firmamento “¿pero esta empresa no para a merendar?” Hacemos chistes fáciles (“vamos a destajo”,
“no hemos hecho ni hambre” “…y así, no vuelvo al tajo”) bordeamos los establos
ovinos de Segurilla y pactamos “la parada del plátano” en la vecina aldea. Dicho y hecho y en
la tranquila plaza, tenemos unos minutos para repostar, nos
echamos unas risas con aventuras pasadas y con calma preparamos la vuelta a casa.
Reemprendemos la jornada, y otra vez
el oscuro cielo, empeñado en contarnos
“un cuento de miedo”; decidimos llevar “al estoico gamón” a su casa, por eso de alargar algo más
la jornada; surcamos con alegría y mucho brío –y con una sonrisa de oreja a
oreja- las panorámicas cerreras con sus
cuatro cuestas; al fondo el ejército de Las Piedras Caballeras, vigilando la abigarrada frontera; disfrutamos
de la amenazante aventura, de las cosquillas de la tímida lluvia y de la apacible temperatura
que flirtea con las dignas alturas. Afrontamos
la reconfortante bajada por una avenida de encinas, una postal perfumada de
humedad, el mágico ambiente, luciendo limpio y transparente y haciendo lo
merecidos honores “al osado tridente”.
Sin novedad, llegamos a la plaza de Gamonal, amarramos las burricletas, entramos en la “taberna”, abrevamos y pasamos
un buen rato, en compañía de Carlos
“El tabernero”. A la salida, “si
al final nos mojamos” – entre risas comentamos-
ratoneamos por las conocidas
calles, somos testigos de los descomunales nubarrones amenazando por “los cuatro costados”, pero también, de la buena mañana que hemos pasado; llegamos
al punto de partida, estiramientos de rigor y “el esperado remojón” lo dejamos
para otra ocasión: “hay frases que son como la lluvia, refrescan las ganas de
vivir”.
Resumiendo, ruta circular de 42
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa
Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero, Senda de Los
Barrancos (Marrupejo Largo-corto), Antiguo camino de Sotillo a Segurilla,
Camino del Hituero; Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal-Velada.
Buen día………………..SALUD.
“mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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