Jueves,
veinticuatro de diciembre, toca etapa navideña, para mantener “las antiguas” y
consolidadas tradiciones veleñas. En el habitual punto de encuentro, un sexteto
de burriclistas, acudimos a la festiva cita;
valientes gamoninos, el “todoterreno” Rufo y “el relatero”, “¿dónde están los demás
veleños?” y otras preguntas se hacen los extrañados presentes; motivos familiares y bajas laborales, les impiden acompañarnos por
los elegidos andurriales. Podíamos haber quedado en el pueblo vecino, debido a
“la mayoría gamonina”, además, se “amotinan” y “preparan hacerme alguna
fechoría”.
Iniciamos la jornada, no están nada mal
las temperaturas, teniendo en cuenta las invernales fechas; hacia la urbanización de los “Perales” nos dirigimos y El Lobo, que
esperaba encontrar un vergel de árboles frutales por el nominado camino.
Cruzamos las anchuras heladas y
grisáceas del protegido “Baldío”, adormilados establos y
parcelas poco atendidas, son testigos de las animadas chácharas que llevamos “los burriclistas” convocados. Resuenan zambombas, panderetas y
el tintineo de los almideces, antes de “asaltar” “el rincón de los sueños”; estrechas veredas,
cuidadosamente resguardadas en un sutil
lienzo, salpicado de piedras y chaparras;
los frescos aromas del engalanado monte
y un callejón de pinos nos transportan por el paraje divino. Nos “ponemos a
prueba” por la vía tendida, para arribar en “El Olimpo de la Fantasía”; abrimos
el transparente telón y nos colamos en
la idílica representación; unicornios alados, guiando nuestro alegre paso; cantos de sirenas, embriagando el
hechizado lugar y las ninfas de las retamas, dando color y
brillo a la enaltecida postal. El amigo
Rufo, no es capaz de articular palabra, “¿no le gustará el mágico rincón?”;
-“voy al máximo de concentración”, -nos comenta- en pleno delirio y rebosantes
de emoción. Nos damos un respiro por la estirada cañada, comentamos la
fantasiosa jugada, contamos otras batallas y
todos los años que llevamos
“dando guerra y rodando”. El refugio del ruiseñor nos acoge; la falta de agua,
deja una estampa descolorida y “algo
desolada”, pero la límpida esencia, planea sobre nuestras cabezas. No hay
tiempo para lamentos, ni quejas, “nos toca escalar hacia el mirador de las estrellas”,
una vez más, recordamos el prudente lema, “todos a una y cada cual como pueda”;
Jesús “El Gato” y “Boliche”, suben con
soltura, nos recreamos con las vistas cerreras, pero también “apretamos las
bielas”. En lo más alto, esperamos y nos
agrupamos, “me llevo” a los osados aventureros, a hacer “un bucle” por los
divertidos terrenos “cagarraches”, antes de buscar la concurrida plaza para
repostar. Compartimos “viandas”, fruta fresca, pasas y dulces de las fechas señaladas y la foto de
rigor –en el tenderete frutero- para dar
fe de la jovial tradición.
Buen día………..SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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