miércoles, 30 de diciembre de 2015

Ruta: Montesclaros

     Domingo, veintisiete de diciembre, templada (ausencia de grados negativos) nos recibe la mañana para “rutear”; entre bajas por lesiones, otros “placeres” navideños y “forzadas” vacaciones,  parece que en el grupo hemos hecho un “E.R.E”. Cuatro caballeros veleños,  nos damos cita en el  habitual punto de encuentro, desafiando al “tímido invierno” y a los “posibles excesos”. Ilde “El Suegro”, nos propone,  “hacer una visita a Montesclaros”, ¿por qué no? Y para allá que vamos.

      Comenzamos la etapa por la solitaria y silenciada avenida; circunvalamos la villa por el camino del Molino y  con la inercia, bajamos por “el Torilejo”; en el descenso conocido, “parece que a los dedos les ataca el frío”; contemplamos la vistosa quietud,  reposada en el gélido  Baldío, mientras comentamos sobre eventos y los festivos acontecimientos. Continuamos por caminos vecinales, granjas y otros caseríos, se van quedando atrás; nos adentramos en el paso “recién desbrozado”, aunque alguna zarza “nos ataca” y ante nosotros, el cauce del arenoso río nos aguarda; Ilde “El Suegro”, se empeña, y lo salva, “con pundonor y mucho brío”. La perceptible  placidez y un estruendoso silencio, inundan el encantado encinar; madrugadoras rapaces se hacen eco de nuestra sigilosa presencia; tramos removidos “por los esquivos cochinos” y “las barbas de viejo” purificando el recodo olvidado. Abrimos las porteras pertinentes –atrás, dejamos alguna más-  “por la senda de la vida”; la callejuela de jaras “parece que se empina” y con sus agradables olores nos convida. Por “El camino de Los caleros”, nos animamos y en mitad de la vía, unos lustrosos  marranos –de verdad- nos cortan el paso y  algún atrevido, que ya ha elegido “su pieza para echarla a la mesa”. Después de los “chistes fáciles”, marchamos hacia adelante, avistamos la aldea montesa y entramos por la pina cuesta. En la plaza –como de costumbre- paramos a repostar; dulces, frutas y “algo de jamón” salen del apretado zurrón; compartimos viandas y proponemos –sin éxito- tomar un café en alguna tasca.


       










































     Reemprendemos la marcha, “parece,  que nos hemos quedado fríos,  después de “la obligada  parada”; esto se arregla y entramos en calor, “por los repechos parrillanos” –con ironía comentamos; por la acogedora umbría del camino, salimos al misterioso “parque temático del cordelillo”.¿Qué decir,  para el que lo conoce?¿Qué contar, a aquellos que por aquí, todavía  no han aterrizado? Diluvio de diversión por “la hechizada senda”, en esta época del año,  bien tratada -debido a la falta de lluvias-, vagamos emocionados, “soltando barbaridades” y otras “perlas paisajeras”;  también,  escuchamos la  propuesta de hacerlo hacia arriba, “pues es verdad, últimamente lo hacemos en descenso”; desmontados, salvamos los canchales pedreros y con la superlativa  exaltación, hasta tengo “alucinaciones” y veo  piedras,  “disfrazadas de lechón”. Risas y bromas de mis compañeros, “si ya me extrañaba a mí, que se quedaran tan quietos”; en otro punto distinto, cruzamos el vaciado río; salimos de la ficticia cueva, con una sonrisa de oreja a oreja, agotamos vocablos  y otros grandiosos adjetivos;  comentamos la magna jugada y  nos “despertamos” en la vasta cañada. Rodamos “mientras de cháchara continuamos”; Eduardo “El Carpin”, nos comenta, que “se va por la pista llana”, por supuesto, que le acompañamos los demás. Parece que el aire nos da de espaldas, “no está nada mal para cabalgar”; agrupados marchamos, cuando al infierno de los arenales llegamos, “hasta parece que el aire se ha rodeado”; escucho a mis compañeros, “algunas bolerías” vamos soltando, ¿falta la voz de alguien? Y cuando miramos para atrás, Roberto “El Bueno”, dice “que el belén se ha desmontado”,  nos falta el amigo carpintero, ¿habrá tenido alguna avería? “no se ha podido quedar tan atrás”, “veníamos juntos, antes de coger el traicionero arenal”.  Damos media vuelta y salimos a su encuentro; le encontramos con la burricleta del ramal, “parece, que le ha visitado el tío del mazo”. Nos agrupamos, bajamos “algunos hierros” y esperamos “todo lo que sea necesario” para llegar bien hermanados, mientras nos comenta sobre los calambres que le han atizado. Sin más novedad, cruzamos la estirada llanura, “en modo relajados”, aprovecho y  explico a mis compañeros “el cuento de los malos pasos”, salvamos el último repecho y por el camino asfaltado, al punto de partida arribamos.



    
















































      En definitiva, ruta circular de 43 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Los Perales, Camino del Molino, Camino del Toril, Camino de Casillas (Velada-Montesclaros)- Camino de Velada-Talavera a Montesclaros; Camino de Montesclaros-Parrillas, Senda del Cordelillo, Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.



    Buen día………………SALUD.




“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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