martes, 8 de diciembre de 2015

Ruta: Dehesas y caminos clandestinos.

     Domingo seis de diciembre, después de la anual fiesta burriclista, como cada temporada,  retrasamos media hora,  la hora de salida –a las 9:00 horas- Ocho caballeros veleños  acudimos al habitual punto de partida, también nos acompaña Diego “Sin Miedo”, después de sus “días de baja”; con las burricletas bien dispuestas y prestas para la audaz andanza, ¿qué nos deparará la etapa? En esta ocasión, no tenemos un destino fijo y hablamos “algo” de adentrarnos en caminos prohibidos.

     Comenzamos la jornada, atravesando la adormilada villa de Velada;  marchamos bien animados, recordando las vivencias y  divertidas anécdotas de la prolongada cena –sin darnos cuenta, se nos presenta una agradable mañana-. Atrás dejamos los caseríos de Trujillano, algunos de “cháchara” y otros pocos, ensimismados, “¿por dónde vamos?”; la parte delantera, no ha dado el intermitente y se pasan de la vía acordada; avisamos a los despistados adelantados y enderezamos el rumbo pactado. Cruzamos el armonioso y silenciado encinar, ni rastro de agua en arroyos, ni  en el río, todavía vacío;  por la retaguardia, los compañeros me avisan, “por mi espalda, la mochila “chorrea”; paro a revisar “la vejiga” y la bolsa parece un manantial; solucionamos el aguado entuerto, mientras Roberto “El Bueno” y  “el relatero” pedaleamos en solitario hasta la gran cañada, dónde los demás nos aguardan; por el anchuroso  camino, cruzamos la despejada carretera, y avisamos “¡atentos!” porque hay que virar hacia la derecha. En el olvidado camino “parrillano”, vallados de piedras  bien alineadas, porteras con alambreras espinadas  y  en el salto, un lazo “que atrapa a un gazapo de dos patas”; a nuestro paso, el perseguido  camino, oculto  en un vergel de zarzas y  perdido; una alfombra verdosa, engalanada con pinceladas de  agua, nos abre el paso y ante nosotros, la grandiosa postal del apaciguado  encinar; momentos para enmarcar por las ocultas vaguadas, un silencio atronador se apodera del hechizo del rincón arbolado y sobre nuestras cabezas, planean los susurros del  aire límpido y cristalino. Saltamos la “enésima valla” y en esta ocasión –aunque parezca mentira-  nos colamos por una puerta abierta. Desde las profundidades  del bosque mediterráneo, nos recreamos con los excepcionales cuadros y  pintorescos fotogramas nos agasajan en la soleada mañana. Arribamos en “El Puente Nadinos”, Ilde “El Suegro” toma “la coqueta fortaleza”, paramos a repostar, inmortalizamos divertidos  momentos y nos echamos unas risas en el  privilegiado lugar parar enmarcar.



    


































































     Retomamos la etapa por la enmarañada y acogedora  arboleda, pasos bien marcados –y de encanto, sembrados- ; cabalgamos bien agrupados por los conocidos caminos, nos da tiempo de hablar con “el guarda” y el solicitado  terrateniente, antes de salir a la carretera. Desde este punto, arreglamos los trámites pertinentes; hay dudas, algunos quieren rodar por el asfalto, pero hace tiempo queremos ver, ¿qué se esconde  “allí adentro”?; no se hable más, unos  saltan, otro pocos,  "por debajo"  de la  “portera arrestada”; boquiabiertos nos quedamos con la “desconocida vía” y la tranquilidad que se respira; Martín “El Fiero” quiere que “el gran jefe” salga a nuestro encuentro , para “cantarle las cuarenta o contarle un cuento”; lujosas mansiones, pistas deportivas en el inmenso poblado, “normal que no quieran que pasemos”; un lustroso corcel  se exhibe con  su elegante carrera  y “El Gran Maestre” se encabrita y  sale detrás de él “al galope”,       ¿querrá montar al caballo desbocado?  Algunos compañeros, andan desorientados “¿dónde estamos?”, “no os preocupéis, salimos al río hormigonado” – seguro, les comentamos. Continuamos abriendo porteras, cruzando torrentes secos por parajes de ensueño; también nos acompañan cientos de grullas que salen en  desbandada, adornando el claro cielo con sus vuelos y serenatas; a los lejos, también avistamos unos ciervos descarriados, “como lleguen a las casas, va a venir el guarda a buscarnos” –comenta “El Carpin” ¿preocupado? “Pues nada, le damos otra lección avanzada de cartografía y geografía local”, puesto que  estamos en otro camino,  que con “sutileza se han adueñado”. Salimos a la pista conocida, “los llanos de la presa” están muy solicitados, sin más novedad, nos enfrentamos al “repecho traicionero”, cada cual como pueda y arriba a esperar al personal. Bien agrupados llegamos a la villa, “para cargar el bono-bici” (para otros eventos más exigentes), antes de llegar al punto de partida, me despido de la osada cuadrilla.



    

















































      En definitiva, ruta circular de 43 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Arenas-Navalcán-Parrillas, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Parrillas-Montesclaros -Puente Nadinos; Camino de Aldea de Arango-Velada, Camino de Mejorada-Parrillas, Camino de Parrillas-Navalcán-Arenas- Velada.



     Buen día………….SALUD.




“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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