Domingo, seis
de marzo y trece caballeros veleños acudimos al habitual punto de encuentro.
Con las burricletas bien dispuestas, "parece" que todos nos presentamos con las
revisiones pasadas y mejor supervisadas. Se incorporan Goyo “El Coloso”, Gabriel
“Lamparillas” y también debuta Sergio “El Charcos benjamín”, parece que el personal se va animando y la cuadrilla aumentando. Ilde
“El Suegro”, toma el timón, “a
Montesclaros, por el cordelillo” es la ansiada decisión.
Iniciamos la jornada por la desierta
avenida en busca de la Real Cañada; atravesamos el terralgo del Baldío, azuzando a la agradable mañana,
mientras, agrupados “en dos bandos”,
“otras cosas vamos comentado”. Atravesamos los aletargados establos, sin sobresaltos por el camino de los
Huertos y “a hacer el cabra por las
Carboneras” se le ha ocurrido al amigo Martín “El Fiero”. Esperamos a los demás compañeros,
pero “los descarriados cuatreros” ¿para
dónde habrán tirado? Les esperamos durante “un buen rato” en el tramo
hormigonado, les avisan por teléfono,
“¿se habrán despistado?” En “La Herrería” hemos quedado. Los demás, nos
adentramos en la entretenida y ceñida cueva; rincón multicolor para los
despiertos sentidos y entre regueras y angostos pasos, hay que hilar fino para
no perder el equilibrio. Salimos a la empinada cuesta – para abajo en esta
ocasión- para “colarnos” en la siguiente
vereda de “ficción”; entre el variado mosaico de chaparras, cantuesos y
retamas, coqueteamos con el aire límpido
y cristalino que nos muestra su mejor versión en un escenario idílico. Ya en la
cañada, Roberto “El Bueno” se despide, tiene que estar pronto en casa, pero “tiene
muy claro, por dónde hará la vuelta” (pillín). Los demás, “pagamos peaje” para
entrar en el cordel encantado, “pero el bravío río” nos da el alto, ¡viene
crecido! Tanteamos el terreno, pero cruzamos “sin mojarnos”; El Gran Maestre “no lo ve claro, porque no
quiere ir calado” y bien se las ingenia “con sus piraguas de plástico” para
salvar el manso regato ¿Qué vamos a contar del privilegiado lugar? Entre fincas
alambradas y el olor de la hierba fresca perfumada, afrontamos la tendida
escalada; el animado musical de los pájaros trinando, abren túneles entre lozanas chaparras, pasos “con algo de barro” y más
charcos para continuar salvando obstáculos, mientras la magia, rezuma a borbotones a nuestro paso;
algún tramo hacemos con la burricleta del ramal y en el indómito tobogán de piedras, “la segunda liebre que
salta a la talega”. Saboreamos la impasible quietud que nos regala la jornada,
desde esta pintoresca postal “en medio
de la nada”; terreno bien señalado por
los ariscos jabatos y todos muy atentos, alineados por la marcada
rodada. Por estos lares, nos
recreamos y aumenta la emoción de los caballeros convocados, entre desvaríos y
algún “aullido” por los serenos cuadros recorridos. Bordeamos la población,
para hacer la vuelta más amena y por la puerta de atrás, entramos en la aldea
montesa. Paramos a repostar y también abrevamos; pasas, fruta fresca, dulces y
polvorones y “algún bocata” nos
merendamos, entre comentarios varios, a la vez,
que preparamos “el camino de vuelta”; "la mejor opción, el camino parrillano", entre todos acordamos.
Después del ágape, continuamos la etapa, “parece que nos
hemos quedado fríos en los minutos del
bocadillo”; entre verdosos prados y parcelas bien tratadas, nos “trasteamos” la tachuela
que amaga “parriba”, para entrar en calor y con nuestra presencia, damos brillo y alegramos el enaltecido laberinto; desde aquí, nos
adentramos en la fantástica alfombra, entre una maraña de encinas tapizadas; vetustos caminos y pasos ganaderos, vaguadas “cuasiperdidas” nos
guían por la inmensa dehesa engalanada; antiguas chozas y “chajurdas” abandonadas en el tiempo, vacas pastando “en
modo relajado” y el encanto místico que se adueña de la fiel estampa, hacen
las delicias de la osada cuadrilla. Abrimos porteras, saltamos vallas “arrestadas”
y volvemos a pasar a “la finca prohibida” y con recelo vigilada; el abigarrado
paraje nos agasaja con su embrujo a lo
largo del sosegado bosque arbolado y parece que en el día de hoy, tampoco nos van a dan el alto. Cruzamos el enésimo arroyo,
buenos momentos de armonía y carcajadas,
y en “un no parar”, El Relatero, “directamente echa un pie a lavar”.
Continuamos abriendo porteras en el clandestino silencio y el caballo “apadrinado” sale a recibirnos
“dando saltos”; en un ambiente animado “pasamos el río por el tramo
hormigonado” y el amigo Ángel “El Guerrero” nos enfila por el longevo camino “del parador”; cabalgando por las propiedades reconocidas, marchamos con
alegría por la armoniosa vía, a la vez que atendemos las llamadas recibidas. En
estos minutos de cháchara, a mis compañeros pierdo de vista, “allá van a lo
lejos, han pasado las casas”, meto alguna “marcha más” y los fotogramas pasan a
toda prisa. Cuando nos agrupamos,
algunos caballeros se han
“escapado”, porque tienen reunión en familia; por la retaguardia, parece que “las
pilas ya van consumidas” y afrontamos
los últimos kilómetros, más distendidos, comentando próximos objetivos, aunque algunos, también se exprimen en el tramo más
pino. Sin más novedad, nos agrupamos y
aguardamos en “lo más alto”, para entrar
hermanados en nuestra villa.
En
conclusión, ruta circular de 50kms, los principales caminos transitados han sido;
Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de los Huertos, Senda de Las Carboneras;
Camino de Talavera-Mejorada a Montesclaros; Cañada Real Leonesa Oriental; Senda
del Cordelillo-Montesclaros. Camino de Montesclaros-Talavera-Parrillas; Camino
de Aldea de Arango-Velada; Camino del Parador Aguirre-Parrillas-Navalcán-Arenas
a Velada.
Buen día…………….SALUD.
Pd: Roberto, Ángel, muchas gracias por
vuestra aportación fotográfica (1,2).
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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