martes, 5 de julio de 2016

Ruta: Los Dehesones-Pantano de Navalcán.

      Domingo, tres de julio, las  previsiones nos avisa de altas temperaturas para afrontar una nueva aventura. Diez caballeros veleños, nos presentamos  al pactado punto de encuentro; con las burricletas bien dispuestas, algunos compañeros con “mimo”  las ponen a punto,  después de las recientes  averías. El Gran Maestre, se incorpora a filas, después de algún escarceo y de la leve lesión sufrida; también,  nos propone la ruta, “un paseo por el Dehesón”, todavía está en proceso de recuperación. 

     Iniciamos la jornada por los cuadros de La Vega y  en modo distendido no nos falta conversación; por el despejado y estirado carril, avistamos el paraje del sosegado encinar; a nuestro paso, por la tupida dehesa, atravesamos distintas fincas, mostrándose serenas y tranquilas. Nos recreamos por los abrasados campos y los altos pastizales, los perfumados jarales y también sobrevuelan sobre nuestras cabezas algunas rapaces. Sin más novedad, después del monótono llaneo y el alto de Mengacenar, nos asomamos “al profuso pantano” y en este punto, cuatro compañeros “hacen las maletas y preparan el camino de vuelta”. Los demás, decidimos alargar la jornada y como reconocidos aventureros y exploradores, “desembarcamos en la costa navalqueña”;  circunvalamos la armonía del  embalse, escuchamos las reconfortantes melodías de las aguas bravías, entre altas hierbas y los frescos juncales. A nuestro paso, vamos abriendo “la perdida senda”, manteniendo el equilibrio y a cámara lenta, esquivamos algunas piedras y también las afiladas ramas secas; “parece que estamos en la playa del sardinero” nos comenta Martín “El Fiero”; inmortalizamos bellas estampas y asistimos en directo al documental  “del rescate de mamá pata”. También,  somos testigos de “la basura” que “algunos guarros” dejan esparcidas por la infinita orilla; -no se habrán dado cuenta,  que “dichos regalos” no estaban allí cuando ellos llegaron ¡qué manía! Rodamos “alegres” por la anchurosa vía y hacemos un tramo de asfalto, rumbo  hacia la entretenida  senda de las aves y  por estos lares,  buscamos una sombra en el margen del reculaje. Paramos a repostar, compartimos viandas, abrevamos y engañamos a  “la andorga” con algún bocata, dulces, fruta fresca y también pasas. 


     











































































     Reemprendemos la marcha, por la pista ornitológica fluye la vida y en las cercanías de  sus movidas aguas, varias especies de aves, se zambullen, nadan o simplemente, se dejan llevar por la calurosa mañana; también, interrumpimos  el placentero descanso de la vacada, mientras en el grupo se habla de “garbana”; Cristobalón, se multiplica y trabaja a destajo para “sacar el mejor retrato”. Acurrucado en una chaparra, Roberto “El Bueno” me aguarda, “ha  tenido un bloqueo el cambio delantero”, en marcha le comento y más adelante nos reunimos con los demás compañeros.  Atrás, dejamos el imponente embalse y por el camino de Talavera, decidimos la vuelta; abrimos “algunas porteras” por la arbolada callejuela, y “parece que animan  la marcha en  la parte delantera”. Ilde “El Suegro” nos avisa, “llevamos 39 grados”, desde bien temprano lo hemos notado; a nuestro paso, las encinas parecen que llevan  prisa y alegramos el ritmo en la mermada cuadrilla. Tomamos el camino de “Los Veratos”, nos enfrentamos a  los temidos arenales y más de una burricleta se espanta y se sale de su  trazada; sufrimos el zarpazo de las abrasadoras  temperaturas, también “el tío del mazo” por aquí amenaza  y por si fuera poco, el aire “calentorro”  también nos atiza de cara y el agua de las botijas, parece una “sopita recién servida”. Con este panorama, afrontamos los últimos kilómetros; lo peor, “El enfurecido Eolo” castigando con fuego a los osados caballeros y para rematar “El repecho maldito”, hace días así bautizado –después de las “pelfas” que nos pegamos- . De uno en uno coronamos y ¿a la sombra? esperamos y  nos agrupamos; algo más relajados, bien hermanados, cruzamos  las calles de la villa y llegamos al lugar de costumbre a reposar. Diego “Sin Miedo” –desde el inicio,  algo desganado- no tiene ni ganas de estirar  y “El Gran Maestre” (hace rato, que  llegaron los cuatreros) desde su vehículo nos da novedades de la etapa acortada y nos despedimos hasta la próxima jornada.



      




















       En definitiva, ruta circular de 58 kilómetros, los caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Carril de Las Mulas, Camino de Velada a Corchuela; Camino del Dehesón del Encinar a las Casas de Mengacenar; Cañanda Real Leonesa Occidental; Circunvalación del Pantano de Navalcán; Senda de Las Aves; Camino de Navalcán a Talavera; Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Los Veratos; Camino de Navalcán-Parrillas-Arenas a Velada.



Pd: Martín, Diego, Cristóbal, gracias por vuestra aportación fotográfica (7)



Buen día………………SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


No hay comentarios:

Publicar un comentario