Domingo, tres
de julio, las previsiones nos avisa de
altas temperaturas para afrontar una nueva aventura. Diez caballeros veleños,
nos presentamos al pactado punto de
encuentro; con las burricletas bien dispuestas, algunos compañeros con
“mimo” las ponen a punto, después de las recientes averías. El Gran Maestre, se incorpora a
filas, después de algún escarceo y de la leve lesión sufrida; también, nos propone la ruta, “un paseo por el
Dehesón”, todavía está en proceso de recuperación.
Iniciamos la jornada por los cuadros de La
Vega y en modo distendido no nos falta
conversación; por el despejado y estirado carril, avistamos el paraje del sosegado
encinar; a nuestro paso, por la tupida dehesa, atravesamos distintas fincas, mostrándose
serenas y tranquilas. Nos recreamos por los abrasados campos y los altos
pastizales, los perfumados jarales y también sobrevuelan sobre nuestras cabezas
algunas rapaces. Sin más novedad, después del monótono llaneo y el alto de
Mengacenar, nos asomamos “al profuso pantano” y en este punto, cuatro
compañeros “hacen las maletas y preparan el camino de vuelta”. Los demás,
decidimos alargar la jornada y como reconocidos aventureros y exploradores, “desembarcamos
en la costa navalqueña”; circunvalamos
la armonía del embalse, escuchamos las
reconfortantes melodías de las aguas bravías, entre altas hierbas y los frescos
juncales. A nuestro paso, vamos abriendo “la perdida senda”, manteniendo el
equilibrio y a cámara lenta, esquivamos algunas piedras y también las afiladas
ramas secas; “parece que estamos en la playa del sardinero” nos comenta Martín
“El Fiero”; inmortalizamos bellas estampas y asistimos en directo al
documental “del rescate de mamá pata”. También, somos testigos de “la basura” que “algunos
guarros” dejan esparcidas por la infinita orilla; -no se habrán dado cuenta, que “dichos regalos” no estaban allí cuando
ellos llegaron ¡qué manía! Rodamos “alegres” por la anchurosa vía y hacemos un
tramo de asfalto, rumbo hacia la
entretenida senda de las aves y por estos lares, buscamos una sombra en el margen del
reculaje. Paramos a repostar, compartimos viandas, abrevamos y engañamos a “la andorga” con algún bocata, dulces, fruta
fresca y también pasas.
Reemprendemos la marcha, por la pista
ornitológica fluye la vida y en las cercanías de sus movidas aguas, varias especies de aves, se
zambullen, nadan o simplemente, se dejan llevar por la calurosa mañana;
también, interrumpimos el placentero
descanso de la vacada, mientras en el grupo se habla de “garbana”; Cristobalón,
se multiplica y trabaja a destajo para “sacar el mejor retrato”. Acurrucado en
una chaparra, Roberto “El Bueno” me aguarda, “ha tenido un bloqueo el cambio delantero”, en
marcha le comento y más adelante nos reunimos con los demás compañeros. Atrás, dejamos el imponente embalse y por el
camino de Talavera, decidimos la vuelta; abrimos “algunas porteras” por la
arbolada callejuela, y “parece que animan
la marcha en la parte delantera”.
Ilde “El Suegro” nos avisa, “llevamos 39 grados”, desde bien temprano lo hemos
notado; a nuestro paso, las encinas parecen que llevan prisa y alegramos el ritmo en la mermada
cuadrilla. Tomamos el camino de “Los Veratos”, nos enfrentamos a los temidos arenales y más de una burricleta
se espanta y se sale de su trazada;
sufrimos el zarpazo de las abrasadoras temperaturas,
también “el tío del mazo” por aquí amenaza
y por si fuera poco, el aire “calentorro” también nos atiza de cara y el agua de las
botijas, parece una “sopita recién servida”. Con este panorama, afrontamos los últimos
kilómetros; lo peor, “El enfurecido Eolo” castigando con fuego a los osados
caballeros y para rematar “El repecho maldito”, hace días así bautizado
–después de las “pelfas” que nos pegamos- . De uno en uno coronamos y ¿a la
sombra? esperamos y nos agrupamos; algo más
relajados, bien hermanados, cruzamos las
calles de la villa y llegamos al lugar de costumbre a reposar. Diego “Sin
Miedo” –desde el inicio, algo desganado-
no tiene ni ganas de estirar y “El Gran
Maestre” (hace rato, que llegaron los
cuatreros) desde su vehículo nos da novedades de la etapa acortada y nos
despedimos hasta la próxima jornada.
En definitiva, ruta circular de 58
kilómetros, los caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental,
Carril de Las Mulas, Camino de Velada a Corchuela; Camino del Dehesón del
Encinar a las Casas de Mengacenar; Cañanda Real Leonesa Occidental;
Circunvalación del Pantano de Navalcán; Senda de Las Aves; Camino de Navalcán a
Talavera; Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Los Veratos; Camino de Navalcán-Parrillas-Arenas
a Velada.
Pd: Martín,
Diego, Cristóbal, gracias por vuestra aportación fotográfica (7)
Buen
día………………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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