lunes, 18 de julio de 2016

Ruta: Subida al Refugio de Mingo Fernando

     Domingo, diecisiete de julio, cambiamos de escenario y el habitual punto de partida, lo trasladamos a  Arenas de San Pedro, la vecina localidad  serrana. Alberto “El Maestro Ceramista”, nos tiene preparada una ruta de altura por el paraíso de la  “laureada” villa; siete caballeros veleños somos “los elegidos” para disfrutar por sus  mágicos y acogedores dominios;  con las burricletas bien dispuestas y prestas para la contienda montañera, no demoremos y que comience “la fiesta”.

     Iniciamos la jornada, recorriendo las frescas callejuelas, arropados por una tupida arboleda, echamos algunos piropos a las heladas aguas de las piscinas naturales, mientras rodamos en “aparente calma” antes de comenzar a “bregar” con la esperada escalada. El amigo Alberto nos avisa, “plato pequeño para enfrentarnos  al repentino repechón”, dicho y  hecho y  nos configuramos “en modo ascensión”; afrontamos con ganas y brío las exigentes pendientes, según nos indican  “los cachivaches digitales”,  “con un desnivel de más de veinte”. Primeros resoplones y bufíos por la revuelta hormigonada, “es que para despertar, ¡¡¡vaya magra!!!” que nos vamos a merendar; me gustaría hacer toda la subida del tirón, pero no puedo evitar, el detenerme  a  inmortalizar a mis compañeros en pleno arreón. Así transcurre la primera parte de la etapa por la eterna subida y continuos cambios de decorados; el amigo Luci “Frome”, está en forma y  nos deleita con su estilo y  clase “de la escuela clásica de escalador”; a nuestro paso, enormes robles, castaños imponentes dejándose ver y la más espectacular postal, reposando a la sombra, nos la ofrece la belleza incomparable del monumental pinar; atrás dejamos el sonido de las refrescantes chorreras e incontables pilones con sus aguas transparentes y frías, que nos invitan a  abrevar y “algo más”. En plena trepada, también hay tiempo para hablar, bromas varias,  proponer  ideas y otras tantas cuestiones comentar; también, saludamos a otros osados burriclistas que por la estirada pista nos vamos encontrando; Pedro “Hierros” que va “controlado”, del ramal le tiramos,  de vez en cuando amaga “con salir disparado”; aflojamos, esperamos y nos agrupamos “cuando es necesario” y todos tan contentos marchamos; Gabriel “Lamparillas” sigue  erre que erre, “un costal quiere llenar” de las pintonas  cerezas ¡¡¡Qué manjar!!! Vamos “retratando” divertidos y sufridos momentos; escalando, esperando, “haciendo el ganso” y en uno de “tantos”  pilones, abrevando. Todavía nos queda otro tramo de subida;  entre pinos perfumados, nos apretamos para encaramarnos en “el refugio  de Mingo Fernando”; nos recreamos con sus  espectaculares vistas, esperamos para agruparnos, más fotografías “para recordar” y “en el abrevadero de abajo” paramos a repostar. Compartimos “viandas”, fruta fresca, pasas, dulces y “las cerezas recolectadas”, rellenamos “las botijas” y en estos minutos de “relax” y merecido descanso, nos echamos unas risas.


     
































































     Reemprendemos la etapa y “cuando creemos que todo es bajada”, todavía nos “tenemos que apretar los machos” para otra rigurosa  escalada; la espesura de los pinos y los agradables aromas que salen a nuestro encuentro, junto con la idílica panorámica montañera,  hacen  la tendida escalada  más amena y  llevadera; tramos tendidos, otros más exigentes y después de la enésima curva,  otra alargada pendiente; cada cual sube como puede o “como las fuerzas le llevan”, pero todos damos la talla por la postal escarpada; Jesús “El Serrano”, a su tran-tran, nos comenta “que no va nada mal”, “pues, parriba un poco más, todavía quedan unos metros para coronar”. Desde el  hito  más alto, el deseado descenso, por la sombra y bien frescos, para hacerlo más placentero; algunos compañeros se entregan, por la larga bajada, aunque nos avisan, “hay que  extremar la precaución” por el desnivelado hormigón; a nuestro paso, callejones de cerezos y cuidados huertos antes de entrar en El Arenal, el próximo pueblo; aquí, también probamos sus refrescantes aguas y nos recreamos unos minutos por la concurrida plaza; atrás dejamos la elogiada villa y más fotografías grupales para enmarcar  las privilegiadas panorámicas que la apreciada  sierra nos regala. Por  este punto, cabalgamos “relajados”, encaramados en un continuo y cómodo  sube y baja, hasta llegar al collado de “la tendera” (“también nos ilustramos con su leyenda”)  y  sin perder de vista el encantado pinar. En esta ocasión, como me comentó el amigo Alberto, “nos tenía preparada una encerrona” bien enmarañada, por la bajada con continuos y cerrados zig-zags, algo quebrada, con regueras secas, profundas “roderas”, bastante agrietada y por “la oscura y divertida  gruta” arribamos en “El Monasterio de San Pedro”. Desde aquí, subida y bajada de fieles, andarines, otros burriclistas y coches en comitiva hacia el sagrado “priorato”; sin más novedad, llegamos al punto de partida, con caras de felicidad y  una sonrisa de oreja a oreja y con ganas de repetir cuanto antes “otra jornada más”. Recogemos los bártulos, nos “cambiamos” de indumentaria y “la suegra” de nuestro amigo Alberto, nos agasaja con un  aperitivo y  su respectivo refrigerio y “que se empeña en los pimientos fritos”: Muchas gracias por la atención e invitación. 

  
    












































































     Resumiendo, ruta circular de 35 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Los Pinos; Camino del Collado de La Casa; Camino La Francisca-Refugio de Mingo Fernando; Pista de Los Torneros; Senda del Puerto La Cabrilla-Los Colladillos; Carretera Comarcal; El Berrocoso; Collado de la Cruz de la Tendera; Los Barrancos  (Zetas de San Pedro) Monasterio de San Pedro-Arenas de San Pedro. Hemos pasado por las localidades del Hornillo y El Arenal.




Pd: Fernando, Jesús, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica(9)


  
Buen día……………..SALUD.




“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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