Domingo,
diecisiete de julio, cambiamos de escenario y el habitual punto de partida, lo
trasladamos a Arenas de San Pedro, la
vecina localidad serrana. Alberto “El
Maestro Ceramista”, nos tiene preparada una ruta de altura por el paraíso de la
“laureada” villa; siete caballeros
veleños somos “los elegidos” para disfrutar por sus mágicos y acogedores dominios; con las burricletas bien dispuestas y prestas
para la contienda montañera, no demoremos y que comience “la fiesta”.
Iniciamos la jornada, recorriendo las
frescas callejuelas, arropados por una tupida arboleda, echamos algunos piropos
a las heladas aguas de las piscinas naturales, mientras rodamos en “aparente
calma” antes de comenzar a “bregar” con la esperada escalada. El amigo Alberto
nos avisa, “plato pequeño para enfrentarnos
al repentino repechón”, dicho y
hecho y nos configuramos “en modo
ascensión”; afrontamos con ganas y brío las exigentes pendientes, según nos
indican “los cachivaches
digitales”, “con un desnivel de más de
veinte”. Primeros resoplones y bufíos por la revuelta hormigonada, “es que para
despertar, ¡¡¡vaya magra!!!” que nos vamos a merendar; me gustaría hacer toda la
subida del tirón, pero no puedo evitar, el detenerme a inmortalizar a mis compañeros en pleno arreón.
Así transcurre la primera parte de la etapa por la eterna subida y continuos
cambios de decorados; el amigo Luci “Frome”, está en forma y nos deleita con su estilo y clase “de la escuela clásica de escalador”; a
nuestro paso, enormes robles, castaños imponentes dejándose ver y la más
espectacular postal, reposando a la sombra, nos la ofrece la belleza
incomparable del monumental pinar; atrás dejamos el sonido de las refrescantes
chorreras e incontables pilones con sus aguas transparentes y frías, que nos
invitan a abrevar y “algo más”. En plena
trepada, también hay tiempo para hablar, bromas varias, proponer
ideas y otras tantas cuestiones comentar; también, saludamos a otros
osados burriclistas que por la estirada pista nos vamos encontrando; Pedro
“Hierros” que va “controlado”, del ramal le tiramos, de vez en cuando amaga “con salir disparado”;
aflojamos, esperamos y nos agrupamos “cuando es necesario” y todos tan
contentos marchamos; Gabriel “Lamparillas” sigue erre que erre, “un costal quiere llenar” de
las pintonas cerezas ¡¡¡Qué manjar!!! Vamos
“retratando” divertidos y sufridos momentos; escalando, esperando, “haciendo el
ganso” y en uno de “tantos” pilones,
abrevando. Todavía nos queda otro tramo de subida; entre pinos perfumados, nos apretamos para
encaramarnos en “el refugio de Mingo
Fernando”; nos recreamos con sus
espectaculares vistas, esperamos para agruparnos, más fotografías “para
recordar” y “en el abrevadero de abajo” paramos a repostar. Compartimos
“viandas”, fruta fresca, pasas, dulces y “las cerezas recolectadas”, rellenamos
“las botijas” y en estos minutos de “relax” y merecido descanso, nos echamos
unas risas.
Reemprendemos la etapa y “cuando creemos
que todo es bajada”, todavía nos “tenemos que apretar los machos” para otra
rigurosa escalada; la espesura de los
pinos y los agradables aromas que salen a nuestro encuentro, junto con la
idílica panorámica montañera, hacen la tendida escalada más amena y llevadera; tramos tendidos, otros más
exigentes y después de la enésima curva,
otra alargada pendiente; cada cual sube como puede o “como las fuerzas
le llevan”, pero todos damos la talla por la postal escarpada; Jesús “El
Serrano”, a su tran-tran, nos comenta “que no va nada mal”, “pues, parriba un
poco más, todavía quedan unos metros para coronar”. Desde el hito más alto, el deseado descenso, por la sombra y
bien frescos, para hacerlo más placentero; algunos compañeros se entregan, por
la larga bajada, aunque nos avisan, “hay que extremar la precaución” por el desnivelado
hormigón; a nuestro paso, callejones de cerezos y cuidados huertos antes de
entrar en El Arenal, el próximo pueblo; aquí, también probamos sus refrescantes
aguas y nos recreamos unos minutos por la concurrida plaza; atrás dejamos la
elogiada villa y más fotografías grupales para enmarcar las privilegiadas panorámicas que la apreciada
sierra nos regala. Por este punto, cabalgamos “relajados”,
encaramados en un continuo y cómodo sube
y baja, hasta llegar al collado de “la tendera” (“también nos ilustramos con su
leyenda”) y sin perder de vista el encantado pinar. En
esta ocasión, como me comentó el amigo Alberto, “nos tenía preparada una encerrona”
bien enmarañada, por la bajada con continuos y cerrados zig-zags, algo
quebrada, con regueras secas, profundas “roderas”, bastante agrietada y por “la
oscura y divertida gruta” arribamos en
“El Monasterio de San Pedro”. Desde aquí, subida y bajada de fieles, andarines,
otros burriclistas y coches en comitiva hacia el sagrado “priorato”; sin más
novedad, llegamos al punto de partida, con caras de felicidad y una sonrisa de oreja a oreja y con ganas de
repetir cuanto antes “otra jornada más”. Recogemos los bártulos, nos
“cambiamos” de indumentaria y “la suegra” de nuestro amigo Alberto, nos agasaja
con un aperitivo y su respectivo
refrigerio y “que se empeña en los pimientos fritos”: Muchas gracias por la atención e invitación.
Resumiendo,
ruta circular de 35 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino
de Los Pinos; Camino del Collado de La Casa; Camino La Francisca-Refugio de
Mingo Fernando; Pista de Los Torneros; Senda del Puerto La Cabrilla-Los
Colladillos; Carretera Comarcal; El Berrocoso; Collado de la Cruz de la
Tendera; Los Barrancos (Zetas de San
Pedro) Monasterio de San Pedro-Arenas de San Pedro. Hemos pasado por las
localidades del Hornillo y El Arenal.
Pd: Fernando,
Jesús, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica(9)
Buen
día……………..SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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