Sábado, veintitrés de julio, en la jornada de
hoy nos desplazamos a “la plataforma” de Mingo Fernando –justo hasta donde
subimos con nuestras burricletas el
domingo pasado-. Cinco caballeros veleños y “Yayo” el escudero, somos los
convocados para el exigente reto montañero.
Nos calzamos las botas, las
mochilas también revisamos “por si acaso”
y tampoco de la crema solar nos olvidamos.
Comenzamos la etapa por la senda bien
marcada y temperaturas bajas nos reciben
en la serena mañana; carteles
informativos y antiguos chozos avistamos al iniciar el camino. El Gran Maestre,
se dispone a “filmar” la ruta, con su cámara “tecnología punta y de lo más actual”
que podemos encontrar; habla a voces y canta estribillos “pegadizos”, hasta nos
recuerda a algún cantautor conocido. Sin darnos cuenta y “de ánimos sobrados”,
ligeramente vamos ascendiendo por el embrujado y plácido pinar; nos adueñamos
de su silencio, escuchamos las melodías
de las alegres chorreras “no muy lejos” y también cruzamos el rebajo riachuelo.
A nuestro paso, zig-zagueamos esquivando
piedras bien colocadas y “millones” de piñas que tapizan la complacida vereda.
Marchamos eufóricos, comentando temas varios y
tirando fotografías, nos
“arrancamos por Sabina”: “eres demasiado
joven princesa….verás la que te espera en la Reseca….” Y entre risas y buena
armonía –que nunca han de faltar-, a “Tato”, Andrés “El Líder” le ha bautizado
y Chema “Tino” por estos bendecidos
parajes, va marcando el ritmo de la escuadra aventurera. Salimos a
la estampa lunar y las primeras cumbres, desde allá a lo alto, nos invitan a
pasar: “La gallina negra que pone huevos blancos” vamos escuchando en “otro
cantar”; nos acercamos a los chozos empedrados y ante nuestra escandalosa presencia, el perro mestizo a sus dueños les
ha avisado. Damos los buenos días, intercambiamos comentarios -menudo susto se
pega con el objetivo marcado- y en la fuente escondida, Domingo “El Maca”, un
nido de cervezas frescas “ha olfateado” y
hacemos chistes fáciles, desde bien temprano. Continuamos la marcha y
los metros siguen subiendo “ya casi mil-quinientos”; salvamos el tramo de los
piornos enmarañados y cómo vamos “despreocupados”, el camino señalado nos
pasamos; descalando entre piedras,
hacemos un leve descenso, mientras el compañero reportero a “su cámara
le da novedades y avisa de dónde estamos”. Ante nosotros, la pared salvajemente
empinada; nos situamos a los pies de su base e iniciamos la vertiginosa
escalada, a la sombra resguardada; bien agrupados, afrontamos el exigente paso, por los pedruscos encaramados, rodeados
de gigantescos riscos y el impresionante cuchillar que se extienden hacia el
más allá. Después de la primera toma de contacto, paramos a “picar algo”, nos
abrigamos “por si acaso” y compartimos el variado aperitivo (fruta fresca,
pasas, dulces y frutos secos) para reponer fuerzas y a la inminente trepada,
retar ¿Cómo explicar con palabras al que no se ha atrevido a pasar? Ni
fotografías, ni leyendas os podrían acercar ¿Quién se atreve a “profanar” la
“cuasi-vertical? “En la montaña, el turista viene a buscar un panorama, el
pensador encuentra un libro inmenso”. Trepadas sencillas (nunca expuestas al
abismo), que nos “obligan” a dar lo mejor que llevamos dentro, otras veces a cuatro patas avanzamos y el
amigo Andrés, no tiene tiempo de la
“testa” levantar –según nos comentará-. Cada cual cómo pueda, también nos
distanciamos, pero sin perdernos de vista en ningún momento; nos recreamos con
el bestial mosaico empedrado, “todo un lujo para el sexteto privilegiado”;
desafiamos al rigor de la escarpada montaña, haciendo “eses” para hacer más
llevadero el afilado y brutal terreno. También recordamos la divertida anécdota
de Goyo “El Coloso” y la soledad del montañero e intentamos orientarnos hacia
“el afortunado paso”. Parece que cada vez más, nos vamos distanciando y a lo
lejos, El Maestro se ve “muy enano”; aflojamos la marcha, nos agrupamos y más
fotografías durante la intensa espera y en la cercana cima, preferimos aguardar
a los demás –por eso de disfrutar más
desde las alturas y montar aquí “la sala de espera”-. De uno en uno vamos
coronando la majestuosa fortaleza del
Galayar; de golpe, se detiene el tiempo
ante nuestra repentina ocupación; una familia de buitres son testigos de
nuestra incursión, planean sobre
nuestras cabezas, hace ya rato que otean la carne fresca ¿estará cerca? Nos
recreamos con las impresionantes vistas
aéreas, los sentidos no dan a vasto a asimilar “la grandeza presentada” y se
hace obligada la parada y unos minutos de asueto para inmortalizar estos dignos
momentos: “La montaña hace al hombre silencioso, sufriente y sobrio, ya que
facilita la reflexión, pide silencio y forja una personalidad sobria, sin
caprichos”.
Continuamos
la marcha, por “la estrecha senda del cuarzo”, esto es todo “un espectáculo”,
salpicado de magia y refulgente encanto; hacemos divertidas trepadas por la
empedrada vía, sin perder la orientación de las grandiosas vistas, mientras, las intrépidas cabras con sus crías nos
guían, por estos territorios recargados
de nobleza y fantasía. A media ladera, encaramados sobre un canchal de piedras,
coronamos el collado de Los Pelaos y ponemos los pies sobre la verdosa alfombra,
bañada por las frescas aguas de chorreras y pozas escondidas. En este punto
“por encima de los dos-mil” ya encontramos el movimiento de personas y las
lustrosas vacas avileñas, reposando en la colorida pradera. El Gran Maestre
llega indispuesto y en la helada fuente “decide” esperar; los demás, desde La
Mira, también nos queremos asomar; dicho y hecho, minutos de rigor para
contemplar otra perspectiva de la sierra enaltecida. Fotografía con la bandera
veleña y a la búsqueda de nuestro
compañero, que ya es hora de merendar;
abrimos las tarteras, esto es un manjar, salchichón, chorizo, queso, morcilla,
atún, paté, jamón, tomate, pimientos, lomo y aceite de oliva, unos en bocatas y
otros con el pan a “rasgón” y los más aficionados, no se han olvidado de la
cerveza bien fría. Nos ponemos cómodos, la ocasión así lo merece, inmersos en
un marco espectacular y cada cual como pueda a divagar; momentos de risas,
bromas, hasta que desde el reposo, llega el discontinuo silencio, hay “amagos
de siestas”, pero es la hora de marchar.
Reemprendemos la marcha, atrás dejamos el
refugio caído, -momentos de digestión- cuando vamos configurados “a ritmo cansino” por el cómodo camino: las
impresionantes vistas nos siguen acompañando y un vistazo hacia atrás echamos,
para ojear las lejanas cumbres nevadas.
Nuestro amigo “El Maca”, nos comenta “lo monótono” de esta parte montana,
aunque “guarda resquicios salvajes de singular atractivo”; piornos y mucha
piedra suelta salen a nuestro encuentro y otra tendida subida –la última del
día- más amena y llevadera, nos sigue poniendo a prueba….. y por la cuerda
serrana, “este tramo es especial”,
coronamos la tercera cima en la agradable jornada. Intercambiamos
opiniones geográficas con la pareja montañera, algún minuto de merecido
descanso, más fotografías para el
recuerdo “y el móvil del relatero que ya está lleno”. Desde este punto, nos
preparamos para el prolongado descenso, sin perder de vista “los puertos
coronados en la fructífera jornada”; a nuestro paso, gigantescas piedras “multiformes”, vigilando “el firmamento” y al fondo, la
imagen del día (que en esta bajada,
contemplaremos desde diferentes
perspectivas) “la pared de la Reseca”, “por allí, hemos trepado esta mañana” ¿cómo lo
habremos hecho? Es la pregunta que nos
planteamos, cuando hemos conseguido “tal hazaña” y por allí hemos pasado.
Bajamos con alegría, sin perder de vista la retaguardia, “¿Qué te pasa Jose
María?”, entre risas y comentarios varios, ideas delirantes, rescatamos, “aquí tienes
otro manojo de orégano” “¿será el mal de
altura que nos está atizando?” Por la senda “desbrozada”, avistamos las fuentes “peoneras”
en esta ocasión, no hace falta abrevar; también la vertiente baja del “Pinarejo
y sus chozos”, envueltos en este idílico decorado, nos hacen de ir “despiertos”
y más atentos; bajamos “el ritmo” y otras veces, “al solanero” nos agrupamos. La
fatiga comienza “a pasar factura”, pero los ánimos y “otras tonterías” amenizan
la marcha y nos mantienen expectantes. Después del serpenteante camino, nos adentramos en el silencioso pinar; pasos perfumados de
olores frescos, acurrucados a la sombra que se camuflan entre la armonía del refrescante arroyo
y la frondosidad de los helechos. Sin más novedad, recorremos el estrecho
sendero balizado, apartando zarzas, con Domingo “El Maca” hacemos un resumen de
la jornada, damos el visto bueno, firmamos el
acta y damos por concluida la exigente etapa. Para clausurar, baño en la
charca de La Francisca y en el pueblo,
zumo de cebada fría. “Un paseo en la mañana es una bendición para todo
el día”.
En conclusión, ruta
circular de 24 kilómetros, el itinerario recorrido ha sido el siguiente: desde
la Plataforma de Domingo Fernando, senda del puesto Pío, Canal Seca, subida por
la Canal Reseca (Espaldar de los Galayos), Portilla del Gran Galayo,
“Trocha Palomo”, Collado de la Canal Seca, Pradera de “Los Pelaos”, La
Mira, Cabecera de la Hoya del Cura- Senda Puerto El Peón- Domingo
Fernando.
Pd: Domingo, Andrés, muchas gracias por vuestra
aportación fotográfica (9)
Buen día………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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