jueves, 28 de julio de 2016

Ruta: Subida a La Canal Reseca-La Mira- Puerto El Peón.

 Sábado, veintitrés de julio, en la jornada de hoy nos desplazamos a “la plataforma” de Mingo Fernando –justo hasta donde subimos con nuestras burricletas  el domingo pasado-. Cinco caballeros veleños y “Yayo” el escudero, somos los convocados para el exigente reto montañero.  Nos calzamos las  botas, las mochilas también revisamos “por si acaso”  y tampoco de la crema solar nos olvidamos.

     Comenzamos la etapa por la senda bien marcada y  temperaturas bajas nos reciben en la serena mañana;  carteles informativos y antiguos chozos avistamos al iniciar el camino. El Gran Maestre, se dispone a “filmar” la ruta, con su cámara “tecnología punta y de lo más actual” que podemos encontrar; habla a voces y canta estribillos “pegadizos”, hasta nos recuerda a algún cantautor conocido. Sin darnos cuenta y “de ánimos sobrados”, ligeramente vamos ascendiendo por el embrujado y plácido pinar; nos adueñamos de su silencio, escuchamos las  melodías de las alegres chorreras “no muy lejos” y también cruzamos el rebajo riachuelo. A nuestro paso, zig-zagueamos  esquivando piedras bien colocadas y “millones” de piñas que tapizan la complacida vereda. Marchamos eufóricos, comentando temas varios y  tirando fotografías,  nos “arrancamos  por Sabina”: “eres demasiado joven princesa….verás la que te espera en la Reseca….” Y entre risas y buena armonía –que nunca han de faltar-, a “Tato”, Andrés “El Líder” le ha bautizado y  Chema “Tino” por estos bendecidos parajes, va  marcando  el ritmo de la escuadra aventurera. Salimos a la estampa lunar y las primeras cumbres, desde allá a lo alto, nos invitan a pasar: “La gallina negra que pone huevos blancos” vamos escuchando en “otro cantar”; nos acercamos a los chozos empedrados y ante nuestra escandalosa  presencia, el perro mestizo a sus dueños les ha avisado. Damos los buenos días, intercambiamos comentarios -menudo susto se pega con el objetivo marcado- y en la fuente escondida, Domingo “El Maca”, un nido de cervezas frescas “ha olfateado” y  hacemos chistes fáciles, desde bien temprano. Continuamos la marcha y los metros siguen subiendo “ya casi mil-quinientos”; salvamos el tramo de los piornos enmarañados y cómo vamos “despreocupados”, el camino señalado nos pasamos; descalando entre piedras,  hacemos un leve descenso, mientras el compañero reportero a “su cámara le da novedades y avisa de dónde estamos”. Ante nosotros, la pared salvajemente empinada; nos situamos a los pies de su base e iniciamos la vertiginosa escalada, a la sombra resguardada; bien agrupados, afrontamos el exigente  paso, por los pedruscos encaramados, rodeados de gigantescos riscos y el impresionante cuchillar que se extienden hacia el más allá. Después de la primera toma de contacto, paramos a “picar algo”, nos abrigamos “por si acaso” y compartimos el variado aperitivo (fruta fresca, pasas, dulces y frutos secos) para reponer fuerzas y a la inminente trepada, retar ¿Cómo explicar con palabras al que no se ha atrevido a pasar? Ni fotografías, ni leyendas os podrían acercar ¿Quién se atreve a “profanar” la “cuasi-vertical? “En la montaña, el turista viene a buscar un panorama, el pensador encuentra un libro inmenso”. Trepadas sencillas (nunca expuestas al abismo), que nos “obligan” a dar lo mejor que llevamos dentro,  otras veces a cuatro patas avanzamos  y  el amigo  Andrés, no tiene tiempo de la “testa” levantar –según nos comentará-. Cada cual cómo pueda, también nos distanciamos, pero sin perdernos de vista en ningún momento; nos recreamos con el bestial mosaico empedrado, “todo un lujo para el sexteto privilegiado”; desafiamos al rigor de la escarpada montaña, haciendo “eses” para hacer más llevadero el afilado y brutal terreno. También recordamos la divertida anécdota de Goyo “El Coloso” y la soledad del montañero e intentamos orientarnos hacia “el afortunado paso”. Parece que cada vez más, nos vamos distanciando y a lo lejos, El Maestro se ve “muy enano”; aflojamos la marcha, nos agrupamos y más fotografías durante la intensa espera y en la cercana cima, preferimos aguardar a los demás –por eso de disfrutar  más desde las alturas y montar aquí “la sala de espera”-. De uno en uno vamos coronando la  majestuosa fortaleza del Galayar; de golpe,  se detiene el tiempo ante nuestra repentina ocupación; una familia de buitres son testigos de nuestra incursión, planean  sobre nuestras cabezas, hace ya rato que otean la carne fresca ¿estará cerca? Nos recreamos con las impresionantes  vistas aéreas, los sentidos no dan a vasto a asimilar “la grandeza presentada” y se hace obligada la parada y unos minutos de asueto para inmortalizar estos dignos momentos: “La montaña hace al hombre silencioso, sufriente y sobrio, ya que facilita la reflexión, pide silencio y forja una personalidad sobria, sin caprichos”.

Continuamos la marcha, por “la estrecha senda del cuarzo”, esto es todo “un espectáculo”, salpicado de magia y refulgente encanto; hacemos divertidas trepadas por la empedrada vía, sin perder la orientación de las grandiosas  vistas, mientras,  las intrépidas cabras con sus crías nos guían,  por estos territorios recargados de nobleza y fantasía. A media ladera, encaramados sobre un canchal de piedras, coronamos el collado de Los Pelaos y ponemos los pies sobre la verdosa alfombra, bañada por las frescas aguas de chorreras y pozas escondidas. En este punto “por encima de los dos-mil” ya encontramos el movimiento de personas y las lustrosas vacas avileñas, reposando en la colorida pradera. El Gran Maestre llega indispuesto y en la helada fuente “decide” esperar; los demás, desde La Mira, también nos queremos asomar; dicho y hecho, minutos de rigor para contemplar otra perspectiva de la sierra enaltecida. Fotografía con la bandera veleña y a la búsqueda de  nuestro compañero, que ya es hora de  merendar; abrimos las tarteras, esto es un manjar, salchichón, chorizo, queso, morcilla, atún, paté, jamón, tomate, pimientos, lomo y aceite de oliva, unos en bocatas y otros con el pan a “rasgón” y los más aficionados, no se han olvidado de la cerveza bien fría. Nos ponemos cómodos, la ocasión así lo merece, inmersos en un marco espectacular y cada cual como pueda a divagar; momentos de risas, bromas, hasta que desde el reposo, llega el discontinuo silencio, hay “amagos de siestas”, pero es la hora de marchar.

 
    
























































































































     Reemprendemos la marcha, atrás dejamos el refugio caído, -momentos de digestión- cuando vamos configurados  “a ritmo cansino” por el cómodo camino: las impresionantes vistas nos siguen acompañando y un vistazo hacia atrás echamos, para ojear las lejanas  cumbres nevadas. Nuestro amigo “El Maca”, nos comenta “lo monótono” de esta parte montana, aunque “guarda resquicios salvajes de singular atractivo”; piornos y mucha piedra suelta salen a nuestro encuentro y otra tendida subida –la última del día- más amena y llevadera, nos sigue poniendo a prueba….. y por la cuerda serrana, “este tramo es especial”,  coronamos la tercera cima en la agradable jornada. Intercambiamos opiniones geográficas con la pareja montañera, algún minuto de merecido descanso,  más fotografías para el recuerdo “y el móvil del relatero que ya está lleno”. Desde este punto, nos preparamos para el prolongado descenso, sin perder de vista “los puertos coronados en la fructífera jornada”; a nuestro paso,  gigantescas piedras “multiformes”,  vigilando “el firmamento” y al fondo, la imagen del día (que en esta  bajada, contemplaremos desde diferentes  perspectivas) “la pared de la Reseca”, “por allí,  hemos trepado esta mañana” ¿cómo lo habremos  hecho? Es la pregunta que nos planteamos, cuando hemos conseguido “tal hazaña” y por allí hemos pasado. Bajamos con alegría, sin perder de vista la retaguardia, “¿Qué te pasa Jose María?”, entre risas y comentarios varios,  ideas delirantes, rescatamos, “aquí tienes otro manojo de orégano”  “¿será el mal de altura que nos está atizando?” Por la senda  “desbrozada”, avistamos las fuentes “peoneras” en esta ocasión, no hace falta abrevar; también la vertiente baja del “Pinarejo y sus chozos”, envueltos en este idílico decorado, nos hacen de ir “despiertos” y  más atentos; bajamos “el ritmo” y  otras veces, “al solanero” nos agrupamos. La fatiga comienza “a pasar factura”, pero los ánimos y “otras tonterías” amenizan la marcha y nos mantienen expectantes. Después del serpenteante camino, nos adentramos  en el silencioso pinar; pasos perfumados de olores frescos, acurrucados a la sombra que  se camuflan entre la armonía del refrescante arroyo y la frondosidad de los helechos. Sin más novedad, recorremos el estrecho sendero balizado, apartando zarzas, con Domingo “El Maca” hacemos un resumen de la jornada, damos el visto bueno, firmamos el  acta y damos por concluida la exigente etapa. Para clausurar, baño en la charca de La Francisca y en el pueblo,  zumo de cebada fría. “Un paseo en la mañana es una bendición para todo el día”.










































     En conclusión, ruta circular de 24 kilómetros, el itinerario recorrido ha sido el siguiente: desde la Plataforma de Domingo Fernando, senda del puesto Pío, Canal Seca, subida por la Canal Reseca (Espaldar  de los Galayos), Portilla del Gran Galayo, “Trocha Palomo”,  Collado de la Canal Seca, Pradera de “Los Pelaos”, La Mira, Cabecera de la Hoya del Cura- Senda  Puerto El Peón- Domingo Fernando.


Pd: Domingo, Andrés, muchas  gracias por vuestra  aportación fotográfica (9)

  
Buen día………SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”

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