Domingo,
dieciocho de septiembre, agradable mañana y antes de partir, amenaza el fresquillo,
por lo que, acudimos bien ataviados y los más frioleros, “con maguitos”. Nueve
caballeros veleños, nos presentamos a la pactada cita, con las burricletas bien
dispuestas y prestas para la maratoniana refriega; nos vamos a la conquista del
“Mogorro” y su infranqueable fortaleza, según se comenta.
Iniciamos la jornada, apuntando directamente
hacia la Oriental Cañada, dirección la localidad calerana: cabalgamos bien
agrupados, en armonía intercambiamos amenizadas chácharas, bromas sobre los
preparativos y otros detalles con las vistas puestas en “las inminentes conquistas”. Nos dejamos llevar por la eterna
llanura y nos perdemos entre endulzados aromas en la pasada noche, envasados;
sin novedad, cruzamos la festiva villa y nos volvemos a colar en su famosa vía.
Pasamos lista y todo, “parece” que quiere estar perenne en su trono habitual; los llamativos maizales, el tupido
callejón de cañas y los incansables aspersores, encharcando a la alegre mañana;
atrás, dejamos puentes, centenares de ovejas que nos cortan el paso a los
más rezagados y abandonadas estaciones
que dan testimonio de nuestro paso; presenciamos la exhibición de una manada de
cérvidos, desafiando al vacío y al escarpado terreno desgastado; otro día más,
cruzamos la monumental pasarela y la monótona pista también nos regala coquetas
vistas. Arribamos en la estación de Aldeanueva de Barbarrolla y desde aquí,
parajes nuevos por descubrir; Oscar “Boliche” lleva grabada la ruta y con
seguridad nos guía y en cada cruce nos
avisa, mientras Diego “Sin Miedo”, toma
el mando y lidera a la osada cuadrilla. Sin bajar la guardia, nos recreamos
entre largas callejas de almendros y cercados de piedra que se extienden sobre
un irregular sube y baja por paisajes asilvestrados y con gigantescos pedruscos
ataviados; llamativas vaguadas nos dan la bienvenida y que en próximas estaciones, auguran cuadros
de fantasía. En medio de la nada, la burricleta de Roberto “El Bueno” se queja
y cojea, “voceamos” a los demás compañeros pero “nada”, allá se alejan con su
marcha, sin darse cuenta de “la alerta”; en un suspiro solucionamos el entuerto y cabalgamos en
solitario, comentando asuntos varios por el privilegiado entorno, del bullicio resguardado. Al fondo, oteamos la torre de
vigilancia y en el pueblo de “La Nava” los demás compañeros aguardan; damos
novedades de “la parada obligada” y sin más protocolos, nos enfilamos a la
conquista planeada. Algunos vecinos con ánimos nos indican, pero sus sonrisas y
comentarios les delata; “estos no saben dónde se meten, están majaras” –parecen
decir sin palabras. De ilusión sobrados, salimos de la población y ante
nosotros, el descomunal repechón de
hormigón, “esto, para empezar”; Ilde “El Suegro” nos vuelve a radiar “veinte
por ciento de porcentaje y más” y los demás, “a bregar sin dejar de resoplar”.
Nos retorcemos por la ascendente pendiente, además de la extrema dureza,
tapizada con una sólida capa de piedra suelta, que la hace más violenta y
salvaje a la condenada cuesta. “Cada cual como pueda” por seguir con el
conocido lema; buscamos la trazada más acertada, la menos removida, unas veces
nos salimos de la marcada vía, otras por el medio y otras nos movemos a su
“antojo”, pero tenemos que tirar de pundonor y
pericia, para no descabalgar de las monturas encabritadas. Por estos
lares no hay tregua, “¿cuando se descansa?”, la feroz subida nos desplaza y
zarandea con sus acertadas embestidas por los frondosos y siniestros cerros. A
nuestro paso, varios cruces “¿Cuál será el bueno? Pensamos. Hace ya unos
minutos que la tecnología punta nos indica “que estamos fuera de ruta” ¿Le
habrá dado un vahído “al cacharro”? "Si el camino es difícil, es que vas en la dirección correcta".Diego “Sin Miedo” y El Relatero, damos un
paso al frente y nos adelantamos por un sendero divertido y más llevadero;
sorteamos fáciles obstáculos, mientras nos recreamos después “del mal trago”,
ante nosotros, cortándonos el paso, se presenta la encumbrada fortaleza. Avisamos a los demás
compañeros, “nada, no tenemos cobertura” y después de un buen rato, de uno en
uno van llegando, menos Cristobalón y Alberto “El Maestro Ceramista” que se han
salido de pista y hacia las antenas se enfilan, "¿pero saben dónde van?"; nos ponemos en contacto con
“los despistados”, les damos novedades y hacia el torreón ya tomado se
encaminan. Mientras celebramos la costosa conquista, contemplamos las genuinas
y espectaculares vistas, por aquí y por allá, esto es un manjar para los
sentidos y las expectantes retinas; jugamos con fichas de geografía y a
reconocer localidades esparcidas; repostamos para reponer fuerzas y “el susto
apaciguar” y para no variar, nos hacemos la foto de rigor en la izada
fortificación, tomada a base de sacrificio y tesón.
Reemprendemos la marcha con gestos risueños y vistosa satisfacción, nos
toca afrontar la temerosa bajada; unos,
a “toda pastilla”, otros sin frenos y más de uno, extremando la precaución y
dentro del pueblo, mientras algunos compañeros siguen calculando la
escalofriante pendiente, Gabriel “Lamparillas” –reconocido jetón- se va en
busca de una pastelería para darse un capricho el muy glotón. Entre todos
acordamos, hacer la vuelta por parajes
de la jara (Goyo, para que luego digas, que no nos prodigamos por la vía
verde). Recorremos caminos rápidos y divertidos, contemplando los lúcidos
paisajes, antes de entrar en la vía marcada; en este punto, tenemos que parar,
después de dar “taitantas” veces aire a la burricleta, Roberto ha decidido;
“cámara nueva para rodar”. Se nos van algunos minutos, mientras desmontamos,
preparamos, limpiamos, montamos y la jamelga queda recuperada. Desde este
punto, es un no parar, velocidades de vértigo en primera línea, “alguno se va a
quemar” y por la retaguardia
tampoco se va tan mal, aunque de vez en
cuando, tenemos que aflojar; recogemos la pista transitada y detalles olvidados
que en el aire quedaron trenzados; a nuestro paso, durante toda la mañana no
dejamos de ver y saludar a familias
senderistas, más burriclistas y también
“consagrados carreristas”; nos agrupamos en la estación de “Aldeanueva”, “por si acaso” llenamos las botijas y de
nuevo, “volamos bien animados” cuando se encienden las luces de emergencia en
la parte trasera. No perdemos la vista de la interminable pista, mientras el
achicharrado paisaje y los repetidos fotogramas pasan más deprisa todavía. A todo esto, tenemos que
añadir el aire calentorro y castigándonos “el rostro” y las fuerzas mermadas
por las agrícolas parcelas; cruzamos la villa de Calera y retomamos el camino
de “ida”, es más cómodo y corto –según acordamos- .Cuando avisan, aflojamos, paramos las veces necesarias y también nos
agrupamos por los desolados llanos; en el puente de la autovía, despedimos a
los amigos gamoninos y por la cañada, ya sí, aceleramos, actos familiares nos
esperan –no queremos llegar fuera de hora-,
en la Vega, despedimos a los demás compañeros, en esta ocasión, no
estiramos ni la jornada comentamos y
entre todos, a preparar la próxima etapa.
Resumiendo,
ruta circular de 105 kilómetros, los principales caminos han sido: Cañada Real Leonesa
Oriental, Camino de La Raya de Chozas, Camino de Navalcán a Calera, Vía Verde de la Jara; Camino de Aldeanueva de
Barbarrolla a La Nava de Ricomalillo, Subida al Cerro Mogorro. Camino de La
Nava a la estación de Fuentes. Vía Verde de La Jara-Calera y Chozas. Camino de
Calera a Navalcán, Camino de Las Aldeanuevas, Camino Real Viejo de Extremadura,
Camino de La Raya de Chozas, Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.
Pd: Cristóbal, Oscar, muchas gracias por
vuestra aportación fotográfica (2) ..
Buen día……………..SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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