Domingo, once
de septiembre; continuamos con las planificadas kilometradas y largas cruzadas; diez
caballeros veleños, acudimos al habitual punto de encuentro con las burricletas bien dispuestas y prestas
para la estoica contienda; entre los convocados, Roberto “El Bueno”
también se ha animado, siendo las fiestas patronales de su pueblo, su grata presencia nos sorprende a
todos. Pues eso, en el día de hoy nos vamos a la conquista del cerro de La
Estrella.
Iniciamos la
marcha por los cuadros de La Vega, rumbo hacia la Oriental Cañada; cabalgamos
bien agrupados, con unos y otros compañeros de “todo un poco vamos hablando”,
también comienza el recital fotográfico por “el colosal llano”; extensos campos
amarillentos y por el agresivo estío, “castigados”, dominan el vasto decorado.
Sin darnos cuenta, cruzamos la villa calerana y la estirada vía nos aguarda
para hartarnos a dar pedaladas; a nuestro paso, las custodiadas tierras bien
labradas y con esmero cuidadas, los primeros túneles abriéndonos el paso y un
parque de aspersores, a pleno rendimiento a las verdosas parcelas de agua saciando y
a través de la infinita pista,
centenares de almendros, exhibiendo “su traje más apagado” por el camino
despejado. Nos recreamos por la grandiosa construcción, elevada sobre el
tranquilo torrente y atravesando los taladrados cerros, avivamos la marcha ante
la ingenua pendiente. Después del continuo llaneo, abandonamos la pista
ferroviaria y nos colamos en terrenos
más irregulares; continuos subes y bajas, incrustados en tramos
asfaltados; mientras, allá al fondo, nos
aguardan las izadas alturas, gobernando la indómita estampa cerrera. Algunos
compañeros toman la delantera, otros tantos nos quedamos custodiando la
retaguardia, cuando me doy cuenta, que la legendaria burricleta se tambalea;
“parece que he pinchado” y suena la voz de alerta; paramos y con la ayuda y
paciencia de “algunos caballeros”, damos aire a “la jamelga” a ver si con este
trago se arregla. Apretamos para llegar a la línea de cabeza, damos novedades y
en breve, resuenan las animadas melodías y los agudos acordes de “guerra”; ante
nosotros, la prominente cumbre se presenta y con valentía nos reta; empezamos
con “timidez” la brutal refriega, “algunos” conocemos al enemigo, “otros” ya
nos contarán “cómo les va”; entre árboles frutales, secas retamas y otros
arbustos se ocultan las temidas cuestas, hasta que llegamos a las exageradas
“Puertas de San Pedro”, con porcentajes de más del 20 por ciento;
espectaculares repechos hormigonados que nos dejan sin aliento; unos
suspirando, más de uno, acordándose de haber venido y también al cielo
“clamando”. Vamos salvando perfiles brutalmente empinados entre un mar de jaras
“flotando”, piedra suelta tapizando algunos trechos y sin descanso para las
pulsaciones, hasta los angostos callejones, son testigos de nuestra “castigada
presencia”; se escuchan comentarios varios, sonoros “resoplíos”, bufidos y lo raro es que podamos
decir “algo”; en el final del agónico camino “parece que se ha estirado el muy condenado”,
vamos haciendo “eses” para combatir los temerosos desniveles, rodamos a cámara
lenta, dando bandazos y visibles chepazos antes de acomodarnos en los últimos
metros más llevaderos; aquí, nos preparamos para coronar la resistente fortaleza, que con mimo y sigilo, vigila la zona de
“La Estrella”. Para Antonio Medina, el reconocimiento de honor y para toda la
expedición –por su valentía y pundonor-
el diploma de la satisfacción en el nominado Torreón. Comentamos la
jugada, nos deleitamos con las genuinas vistas, mientras repostamos, nos
hidratamos y compartimos viandas, para recuperar fuerzas y del “citado sofocón”.
La amable guardesa, es la encargada de hacernos la foto de rigor para enmarcar
y recordar el laureado firmamento estrellado.
Reemprendemos
la marcha, examinando y “tanteando” la exagerada bajada, para hacernos una idea
“de la brutal escalada”; el camino de vuelta, es un no parar “volamos” por los
territorios conquistados; por el tendido descenso, también por los metros que
apuntan hacia arriba, rodamos con sobrada alegría. En Aldeanueva, paramos a
abrevar, llenamos la botijas y de paso, “doy aire a la burricleta” que se ha
vuelto a marear. En plena vía, cuando el calor "parece que ya atiza", se dispara la velocidad, “por encima de treinta”
de forma continua, que no quieren bajar; parajes que con prisa se mueven a nuestro
paso, recogemos los fotogramas recortados y restos de retales por el camino
dispersados y como “no hay dos sin tres”, me toca dar presión otra vez (“No voy
a poner la cámara, a ver si me puede aguantar para llegar”). Otro apretón, para
llegar a primera línea y yo –con la mosca detrás de la oreja- voy
más pendiente de la rueda trasera; atrás, dejamos Calera, cruzamos la
vía ferroviaria y nos adentramos en el
camino del Canal; en este punto, aminoramos “algo la marcha”, pero sin
dormirnos, por lo que pueda pasar; continuamos de bromas y Gabriel “Lamparillas”
haciendo de las suyas sin avisar; con alegría y fervor, rodamos por el carreterín, entramos en la
festiva aldea de Gamonal, la verdad, “
no sé cómo he podido rodar”. Paramos a refrescarnos en la terraza del “Marchus”,
saludamos a compañeros gamoninos de andanzas y caminos; subimos “puertos
míticos”, hacemos otras rutas diseñadas, mientras caen refrescos, zumos de
cebada y exquisitos pinchos. Sin más novedad, por “La Piedra Llana” arribamos
en la villa señorial, jovial despedida por la épica etapa y hasta la próxima jornada.
En
definitiva, ruta semicircular de 90 kilómetros, los principales caminos
transitados han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de La Raya de
Chozas, Camino de Navalcán a Calera; Vía Verde de La Jara; Camino de Aldeanueva
de Barbarroya a La Estrella; Subida a La Sierra Ancha; Camino de La
Estrella-Aldeanueva, Vía Verde de La Jara a Calera; Canal Bajo del
Alberche-Gamonal-Velada.
Pd: Diego,
Cristóbal, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (9).
Buen día……………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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