Sábado treintaiuno de diciembre, último
día del año y el termómetro tempranero nos regala temperaturas bajo cero. Ocho
caballeros, entre gamoninos y veleños
acudimos al habitual punto de encuentro, bien ataviados y hasta las cejas
“tapados”: “¿con este día, dónde vamos?”;
“la chimenea bien atizada, sería la mejor ruta, para pasar la mañana”; algunos
vecinos, nos miran extrañados y también nos avisan, que por ahí
“nos vamos a quedar congelados”;
la alternativa más tentadora, era la de quedarse bien arropados en casa.
Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la gélida contienda, los
aquí presentes “tenemos ganas de marcha”. Martín “El Fiero” también nos
acompaña, después de unos meses de “baja voluntaria”, éste, está hecho de “otra pasta”. ¿Quién dijo
miedo? ¿Quién da más? Pues lo dicho, hacia los cercanos territorios cerreros a andorrear.
Iniciamos la etapa, ante nosotros, un
grisáceo escenario y la compacta niebla
predominando en el apagado decorado; a nuestro paso, un manto blanquecino
envolviendo el paraje veleño y un violento “airoteo” de hielo, sin piedad nos zarandea por el rígido descampado. La
subida por “La Gamonosa” no se hace cómoda y el combativo “Eolo” con su
tridente escarchado, a su antojo nos sacude “para todos lados”; entre tenues tonos y la generosa capa de escarcha de la noche pasada, intuimos
paisajes conocidos que nos guían por el aterido camino: “gozan los ánimos
fuertes en las adversidades, al igual que los soldados intrépidos triunfan en
las guerras”. Cristobalón, de fuerzas sobrado, se adelanta, para darle a "esto de la cámara"; los demás, nos queremos calentar a "golpes de pedaladas" por la desteñida pista. Con el susto del frío, recorriendo el cuerpo, arribamos en Mejorada y para
templarnos a estas horas, un café bien caliente, dulces variados, el calor acogedor y el animoso
recibimiento de sus gentes.
Después de la
reconfortante pausa, cruzamos la villas cerreras y nuestro amigo Martín, por
precaución, nos comenta: ” hasta aquí he llegado y me doy la vuelta”. A los demás, según dice Ilde “El
Suegro”, “parece que el café la vida nos
ha dado” y el festival de sendas comenzamos; con caminos anchos y veredas de
“dos palmos”, hilvanamos postales de
ficción: rincones de todos los colores, entre chaparras congeladas,
ceñidos tramos por el hielo trabados,
estrechos cercados de piedra que del gélido temporal nos resguardan;
inmortalizamos momentos de dibujos animados, pero de la espesa neblina y de
los tramos helados, que no nos libramos. Con ánimo y brío continuamos remendando la
ruta y Diego “Sin Miedo”, nos cuela en
la Senda del Pozo; escalamos un tramo “pero en calor, hace ya tiempo hemos
entrado”; se cae el telón y nos adentramos en la mágica y desconocida senda;
todo un exquisito manjar para los sentidos de los elegidos y para “paladares
selectivos”; el menú exclusivo, nos deja
sin habla y “del susto” nos entra hasta hipo; a nuestro paso, divertidos elfos y duendes gobiernan la celeste
encrucijada, mientras, las ninfas aladas
revolotean sobre nuestras etéreas siluetas. A la salida del embrujado paso,
paramos a repostar, compartimos viandas, con exagerados superlativos, ensalzamos
la misteriosa senda, brindamos por la
fantástica trocha y por muchas más, que
en nuestras andanzas “nos harán divagar”. Después de unos minutos de asueto,
proseguimos por las inmediaciones del inframundo; salvamos el generoso
arroyuelo, nos deleitamos con sus atractivas y asilvestradas estampas, abrimos algunas porteras y
solventamos una avería sin consecuencias. De nuevo, nos colamos en una enmarañada “pantalla” de
pasos ganaderos, sendas con subes y bajas, perdidos en medio de la nada, antes de internarnos a “predicar” en “La Catedral de San Marrupejo” y de
profanar otro entretenido sendero (El
Riscal) aunque algunos compañeros, pasaron de largo y “se
lo perdieron”, a pesar de tener “instrucciones claras”, se despistaron por ir adelantados: Ángel “El
Guerrero” nos imparte un máster sobre rastreo, “por aquí no han pasado, si no,
la paloma antes habría volado”. Escalamos
El Hituero, pero de “los escapados, ni rastro”, esperamos en la cima, oteamos para
todos lados y unos minutos aguardamos. Algunas
llamadas para reencontrarnos “y si que iban adelantados”; antes de entrar en la
villa “cagarrache”, nos agrupamos. Atrás, dejamos la villa zorrera y con
nuestros mejores deseos, despedimos a los amigos gamoninos; Roberto "El Buenos" y Cantalejo, su osado escudero; los últimos kilómetros los hacemos sin
sobresaltos por la vía “algo despejada”, dejando entrever el contorno cerrero
y en modo distendido, paladeando los
sabrosos manjares, degustados en la
fructífera jornada. Sin novedad,
arribamos en villa veleña, felicitaciones por la glacial épica y al ser
posible, para todos/as un año cargado de mucha prosperidad: “todos nuestros
sueños se pueden volver realidad si tenemos la valentía de perseguirlos”.
Resumiendo,
ruta circular de 50 kilómetros, los principales caminos transitados han sido:
camino de Velada-Mejorada-Segurilla; Camino del Hituero, Camino Antiguo de
Segurilla-Sotillo; Senda Cervera, Camino de Meregil, Senda de Los Leñadores,
Senda “Paseo del Terror”, Senda “El Pozo”; Camino de Los Dornajos; Camino de
Marrupe-Segurilla; Senderos del
Marrupejo Alto; Vereda del Riscal; Camino del
Hituero-Segurilla-Mejorada-Velada.
Pd:
Cristóbal, Diego, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (3-5)
Buen
día……….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
No hay comentarios:
Publicar un comentario