martes, 18 de julio de 2017

Ruta: Subida al Alto del Nogal (Candeleda)

Domingo, dieciséis de julio es la fecha pactada, para el asalto al alto de Nogal, en Candeleda situado. Trece caballeros,  entre veleños e invitados nos reunimos en el habitual punto de partida  para nuestras citas burriclistas; aunque, sólo un quinteto lo vamos a intentar, los demás, muy solidarios hasta el río nos quieren acompañar; también,  familiares y amigos se animan y en coche más tarde partirán, provistos de víveres para pasar el día en convivencia y  armonía.

Iniciamos la marcha, en busca de las céntricas calles, dónde todavía se dejan ver los  rastros de la fiesta nocturna y que  los operarios municipales  se afanan en limpiar “el basurero” instalado en  la plaza. Hacia el  camino de Arenas,  “El Gran Maestre” liderando la operación Candeleda, cruzamos los vastos territorios del Baldio, para adentrarnos en lo más profundo de la calmada dehesa; somos testigos de la penetrante calma que por estos lares gobierna, sólo alterada por la algarabía que montamos cuando nos cruzamos con un buen ejemplar de jabato; sencillamente espectacular, su atrevida presencia por el recóndito encinar. En esta ocasión, también cruzamos el arenoso río ; Jesús “El Serrano”, le pone tanto afán y ahínco que la  cadena de su montura hace añicos; parada obligada, para el incidente arreglar, pero en esta cuadrilla  de mecánicos andamos sobrados, con  Roberto “El Bueno” como oficial y sus ayudantes, todo es más fácil y  en unos minutos se arregla “el desaguisao”. Por el camino conocido y tantas veces recorridos,  sin grandes sobresaltos a la vía pecuaria llegamos; desde aquí, queremos ir hasta Navalcán, pero por la retaguardia “dan la orden de parada”  ¡¡¡avería!!!, Nicolás “Charcos” que también ha pinchado. Desde la comprensión, entre todos llegamos a un acuerdo y los de Candeleda nos marchamos, ya que todavía “tenemos mucha tela que cortar”; cabalgamos animados y bastante ilusionados, comentando asuntos varios, tanto,  que  sin darnos cuenta, la villa navalqueña circunvalamos.  Por el camino rural y asfaltado, salvamos pequeños repechos, con la sierra de Gredos al fondo, para deleitarnos, mientras  por la fugaz y “arreglada”  bajada arribamos en “El Tiétar”; no lo pensamos dos veces, nos echamos las burricletas “a cuestas” y sin descalzarnos, cruzamos y nos refrescamos. Comenzamos “el ritual de las porteras”, mientras,  el amigo Gabriel “Lamparillas” se queja, dos “leznazos” las avispas le han propinado; le damos “algunos remedios caseros” pero nada, “ni tampoco con barro” le convencemos;  a nuestro paso, nos perdemos por un callejón de aromáticas  jaras y por la abrasada  estampa adehesada; saltamos vallas, avistamos lujosas casonas, nos mezclamos con la avileña vacada, abrimos “no sé cuántas porteras” ¿tal vez, más de una docena?, también, en el concurrido riachuelo, saludamos a “la familia de cangrejeros”,  cruzamos la carretera y por el serpenteante y largo camino de las huertas,  entramos a la villa de Candeleda. En este punto, comemos y nos hidratamos, también saludamos a la logística motorizada que en caravana “ya llegan”, mientras planeamos “la estratégica escalada”; más adelante, en la gasolinera, “reparamos” la burricleta de Gabriel (que la operación quería abandonar) ya que la rueda, amenazaba con reventar, nos echamos unas risas, cámara nueva y a escalar.

















































Reemprendemos el camino hacia el gran asalto, desde aquí, está todo hablado, un puerto de dieciocho kilómetros que nos tenemos que “merendar”; “cada uno como pueda y quiera” este es nuestro lema. Sin prisas, cruzamos el reconocido puente, hacia el camino de Los Llanazos ¿no está nada mal? ¿Será una broma la irónica paradoja? , nos configuramos “en modo escalada” y no hay mucho que hablar, hasta el depósito tenemos que apretar, sangre vamos a sudar. Un batallón de   castaños, robles y pinos nos acompañan en la exigente subida; una alargada  estera de piedrecillas  sueltas, nos hacen seleccionar la mejor trazada y  sin parar de “bregar”,  nos adueñamos del reconfortante silencio que por la dura ascensión se desparrama; recortamos un mosaico de paisajes y  agradables momentos coleccionamos para hacer el caminos más distendido. También, la vista atrás echamos y todos nos esperamos, bien quitando alguna marcha, bien “casiparándonos”; agradecemos los amables sombrajos y cuando “coronamos” el tramo hormigonado, parece que desde aquí ya está todo hecho, es más suave y tendido y “podrán disfrutar mejor  nuestros sentidos”.  Por el sufrido puerto, nos acomodamos, Martín “El Fiero” empieza a filosofar, por los bendecidos lares  “consigo mismo quiere  encontrarse” y Diego “Sin Miedo” en pleno delirio, dispuesto está a  publicar la ruta del próximo domingo. A nuestro paso,  abrevamos y nos refrescamos en los pilones que encontramos; esperamos las veces que sea necesario, pero también,  tenemos “tiempo para calentarnos y probarnos” por el majestuoso escenario. Jesús “El Serrano”, se gradúa en la privilegiada  sierra, ¿cuántas veces llevas ya?  normal, “juega en su campo”;  y del amigo Gabriel, ¿qué decir, que no sepas ya ? Qué risas nos echamos con el susodicho, menos mal que has subido, gañán, “TULÉ, TULÉ, TULÉ” , animando el magno decorado  y refugiándonos en él.  Con alegría y mucho brío “cabalgamos” , hay ganas de guerra en la parte delantera, todavía quedan “unos gramos de fuerzas”;  nos despedimos del límpido y acicalado  pinar, impregnado en embriagadores olores  y salimos al “calvero”,  donde la espectacular “pose”  del aguilucho, reposando en  el viejo puente,  nos recibe a ras de suelo, hasta que  levanta su  elegante vuelo; rincón donde  abundan los helechos, la solitaria majada y las idílicas vistas, que nos dejan sin habla, para  conquistar  “El Alto” asentado  en medio  de la nada. Objetivo conseguido con nota, fotografiamos el grato momento, nos recreamos con las genuinas vistas y respiramos la  cristalina paz de  las alturas, aunque esto no lo podamos  publicar ni inmortalizar.

Con las endorfinas alteradas y  rebotando, preparamos el largo e incómodo descenso; recogemos el camino “andado”, en nuestro divagar,  pintamos cuadros de colores y en el afortunado paisaje los incrustamos; mientras mis compañeros se exhiben en  la fugaz bajada,  nos  recreamos por sus agradables recovecos y tanteamos los “exageraos”  desniveles en la ida escalados; es un paraíso terrenal, donde convergen quietud y armonía, aunque a estas horas, el calor bochornoso se deja notar y  nos atiza; ahora sí, los fotogramas pasan a toda prisa y en un santiamén, arribamos en la villa: “La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias”. Sin más novedad, y con  las muñecas y brazos  “entumecidos”,  entrada victoriosa en la localidad serrana  y nos dirigimos a las charcas naturales, donde impacientes nos aguardan amigos y familiares. Para rematar la exitosa jornada; abundante  zumo de cebada fresca y refrigerios varios, baños en las reparadoras charcas, degustación de exquisitos y copiosos manjares,  con siestas incluidas y  distendidas y amenas  horas que compartimos en familia. Muchas gracias compañeros/as. Hasta la próxima.
































En conclusión, ruta lineal (ida) de 73 kms, los principales caminos transitados han sido; Camino de Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de La Tabla, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de Valcasillo, Camino de Navalcán a Candeleda, Camino de Los Llanazos-Alto del Nogal-Candeleda.


Pd: Martín, Diego, Jesús, gracias por vuestra aportación fotográfica (4).


Buen día……….SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


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