Domingo,
dieciséis de julio es la fecha pactada, para el asalto al alto de Nogal, en
Candeleda situado. Trece caballeros,
entre veleños e invitados nos reunimos en el habitual punto de
partida para nuestras citas burriclistas;
aunque, sólo un quinteto lo vamos a intentar, los demás, muy solidarios hasta
el río nos quieren acompañar; también,
familiares y amigos se animan y en coche más tarde partirán, provistos
de víveres para pasar el día en convivencia y armonía.
Iniciamos la
marcha, en busca de las céntricas calles, dónde todavía se dejan ver los rastros de la fiesta nocturna y que los operarios municipales se afanan en limpiar “el basurero” instalado
en la plaza. Hacia el camino de Arenas, “El Gran Maestre” liderando la operación
Candeleda, cruzamos los vastos territorios del Baldio, para adentrarnos en lo
más profundo de la calmada dehesa; somos testigos de la penetrante calma que
por estos lares gobierna, sólo alterada por la algarabía que montamos cuando
nos cruzamos con un buen ejemplar de jabato; sencillamente espectacular, su
atrevida presencia por el recóndito encinar. En esta ocasión, también cruzamos
el arenoso río ; Jesús “El Serrano”, le pone tanto afán y ahínco que la cadena de su montura hace añicos; parada
obligada, para el incidente arreglar, pero en esta cuadrilla de mecánicos andamos sobrados, con Roberto “El Bueno” como oficial y sus
ayudantes, todo es más fácil y en unos
minutos se arregla “el desaguisao”. Por el camino conocido y tantas veces
recorridos, sin grandes sobresaltos a la
vía pecuaria llegamos; desde aquí, queremos ir hasta Navalcán, pero por la
retaguardia “dan la orden de parada”
¡¡¡avería!!!, Nicolás “Charcos” que también ha pinchado. Desde la
comprensión, entre todos llegamos a un acuerdo y los de Candeleda nos
marchamos, ya que todavía “tenemos mucha tela que cortar”; cabalgamos animados
y bastante ilusionados, comentando asuntos varios, tanto, que
sin darnos cuenta, la villa navalqueña circunvalamos. Por el camino rural y asfaltado, salvamos
pequeños repechos, con la sierra de Gredos al fondo, para deleitarnos,
mientras por la fugaz y “arreglada” bajada arribamos en “El Tiétar”; no lo
pensamos dos veces, nos echamos las burricletas “a cuestas” y sin descalzarnos,
cruzamos y nos refrescamos. Comenzamos “el ritual de las porteras”, mientras, el amigo Gabriel “Lamparillas” se queja, dos
“leznazos” las avispas le han propinado; le damos “algunos remedios caseros”
pero nada, “ni tampoco con barro” le convencemos; a nuestro paso, nos perdemos por un callejón
de aromáticas jaras y por la
abrasada estampa adehesada; saltamos
vallas, avistamos lujosas casonas, nos mezclamos con la avileña vacada, abrimos
“no sé cuántas porteras” ¿tal vez, más de una docena?, también, en el
concurrido riachuelo, saludamos a “la familia de cangrejeros”, cruzamos la carretera y por el serpenteante y
largo camino de las huertas, entramos a
la villa de Candeleda. En este punto, comemos y nos hidratamos, también
saludamos a la logística motorizada que en caravana “ya llegan”, mientras
planeamos “la estratégica escalada”; más adelante, en la gasolinera,
“reparamos” la burricleta de Gabriel (que la operación quería abandonar) ya que
la rueda, amenazaba con reventar, nos echamos unas risas, cámara nueva y a
escalar.
Reemprendemos
el camino hacia el gran asalto, desde aquí, está todo hablado, un puerto de dieciocho kilómetros que
nos tenemos que “merendar”; “cada uno como pueda y quiera” este es nuestro
lema. Sin prisas, cruzamos el reconocido puente, hacia el camino de Los
Llanazos ¿no está nada mal? ¿Será una broma la irónica paradoja? , nos
configuramos “en modo escalada” y no hay mucho que hablar, hasta el depósito
tenemos que apretar, sangre vamos a sudar. Un batallón de castaños, robles y pinos nos acompañan en la
exigente subida; una alargada estera de
piedrecillas sueltas, nos hacen
seleccionar la mejor trazada y sin parar
de “bregar”, nos adueñamos del
reconfortante silencio que por la dura ascensión se desparrama; recortamos un
mosaico de paisajes y agradables
momentos coleccionamos para hacer el caminos más distendido. También, la vista
atrás echamos y todos nos esperamos, bien quitando alguna marcha, bien
“casiparándonos”; agradecemos los amables sombrajos y cuando “coronamos” el
tramo hormigonado, parece que desde aquí
ya está todo hecho, es más suave y tendido y “podrán disfrutar mejor nuestros sentidos”. Por el sufrido puerto, nos acomodamos, Martín
“El Fiero” empieza a filosofar, por los bendecidos lares “consigo mismo quiere encontrarse” y Diego “Sin Miedo” en pleno
delirio, dispuesto está a publicar la
ruta del próximo domingo. A nuestro paso, abrevamos y nos refrescamos en los pilones que
encontramos; esperamos las veces que sea necesario, pero también, tenemos “tiempo para calentarnos y probarnos”
por el majestuoso escenario. Jesús “El Serrano”, se gradúa en la
privilegiada sierra, ¿cuántas veces
llevas ya? normal, “juega en su campo”; y del amigo Gabriel, ¿qué decir, que no sepas
ya ? Qué risas nos echamos con el susodicho, menos mal que has subido, gañán,
“TULÉ, TULÉ, TULÉ” , animando el magno decorado y refugiándonos en él. Con alegría y mucho brío “cabalgamos” , hay
ganas de guerra en la parte delantera, todavía quedan “unos gramos de
fuerzas”; nos despedimos del límpido y
acicalado pinar, impregnado en
embriagadores olores y salimos al
“calvero”, donde la espectacular
“pose” del aguilucho, reposando en el viejo puente, nos recibe a ras de suelo, hasta que levanta su
elegante vuelo; rincón donde abundan
los helechos, la solitaria majada y las idílicas vistas, que nos dejan sin
habla, para conquistar “El Alto” asentado en medio
de la nada. Objetivo conseguido con nota, fotografiamos el grato momento,
nos recreamos con las genuinas vistas y respiramos la cristalina paz de las alturas, aunque esto no lo podamos publicar ni inmortalizar.
Con las
endorfinas alteradas y rebotando,
preparamos el largo e incómodo descenso; recogemos el camino “andado”, en
nuestro divagar, pintamos cuadros de
colores y en el afortunado paisaje los incrustamos; mientras mis compañeros se
exhiben en la fugaz bajada, nos
recreamos por sus agradables recovecos y tanteamos los “exageraos” desniveles en la ida escalados; es un paraíso
terrenal, donde convergen quietud y armonía, aunque a estas horas, el calor
bochornoso se deja notar y nos atiza;
ahora sí, los fotogramas pasan a toda prisa y en un santiamén, arribamos en la
villa: “La armonía total de este mundo está formada por una natural
aglomeración de discordancias”. Sin más novedad, y con las muñecas y brazos “entumecidos”, entrada victoriosa en la localidad serrana y nos dirigimos a las charcas naturales, donde
impacientes nos aguardan amigos y familiares. Para rematar la exitosa jornada;
abundante zumo de cebada fresca y
refrigerios varios, baños en las reparadoras charcas, degustación de exquisitos
y copiosos manjares, con siestas
incluidas y distendidas y amenas horas que compartimos en familia. Muchas
gracias compañeros/as. Hasta la próxima.
En
conclusión, ruta lineal (ida) de 73 kms, los principales caminos transitados
han sido; Camino de Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de La Tabla,
Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de
Valcasillo, Camino de Navalcán a Candeleda, Camino de Los Llanazos-Alto del
Nogal-Candeleda.
Pd: Martín,
Diego, Jesús, gracias por vuestra aportación fotográfica (4).
Buen
día……….SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”
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