Domingo, once de marzo, parece que la mañana se “va aclarando”, a
pesar de que las previsiones nos
avisaban de fuertes vientos como principal amenaza. En mi paseo matinal, saludo
a cinco valientes caballeros veleños,
que me dan novedades y me comentan hacia dónde van. Por mi parte, cuando llego
a casa, preparo los achiperres, pongo a
punto la burricleta, me enfundo el traje de faena y a cabalgar que el tiempo
apremia.
Comienzo la jornada, como primer
destino me enfilo para aterrizar en el
pueblo gamonino; parece que la temida ventolera, aunque sopla, de momento es
benévola y me avisa por la retaguardia. Por la vía asfaltada, voy
notando las rachas de costado, pero la
enrevesada situación –de momento- voy controlando. Cuando me adentro en el
estirado canal, de un plumazo desaparece el dichoso vendaval; por momentos,
el tímido pero agradecido sol, parece que se quiere quedar, aunque las
temperaturas no terminan de despegar; cabalgo con soltura y brío, cómodo y con
una cadencia más que notable por un terreno apto y transitable. Sobre mi cabeza,
“además de otros pajarracos”, planean algunas aves rapaces, bailando al son del
sonoro aire; por encima de la repleta acequia, un rebaño de ovejas bien guiadas
van rastreando el tupido vallado; los gigantescos eucaliptos se tambalean sin
disimulo, como si se fueran a tronchar, parece que van a echar a volar; me recreo
con las magníficas panorámicas inundadas por las trombas de agua caídas durante
toda la semana y a mi paso, voy presenciando los vaivenes del adelantado brote
primaveral, tendido sobre un mosaico
colorido. También , atrás se van quedando granjas, huertas y secaderos de tabaco sin
actividad. En el cruce de “Talaverilla” giro hacia el polígono, y en este
punto, “acurrucado” me aguardaba el enfurecido Eolo, ¿vendrá con mazo incluido?;
atizándome con fuerza la rígida ventisca, tambaleándome a su antojo, me hace
mantener la calma y no bajar la guardia, cabalgando atento y centrado, soportando los agresivos bandazos.
Es la condición meteorológica que menos tolero, “el continuo airoteo”, entre 10
y 12 km/h de manera constante me registra “el cuentakilómetros” ¿sabéis en qué
situaciones/terrenos llevamos este
ritmo? Para que os hagáis una idea, de la violencia y fuerza del vendaval. Aunque, las envestidas
y los zarpazos son contundentes y coléricos, no bajo los brazos, tampoco me doy
por vencido y por si no hubiera tenido bastante, “tres veces más”, reto al
mercenario aguerrido del pactado circuito y parece que los gritos del
ventarrón me avisan; “no tiene intención
de cesar”.
Después de bregar contra el temido
Eolo, me resguardo en la profusa arboleda y escuchando la alegre “chorrera”, unos
minutos de relax, “saco algo de la talega” para reponer fuerzas y continuar. Ahora, marcho en dirección contraria por el
transitado polígono, “qué bien se va”- hasta llegar al pausado canal, que hasta
Calera, “bien zarandeado” me ha de llevar. Como era de esperar, el soldado
“cabreado” me sigue castigando, aunque “algo resguardado”, “no consigo coger el
paso adecuado”; como me temía, hasta el
final de la canaleta, este tormento no va a terminar; a
este paso, voy a tener que cargar con “algunas piedras” en los bolsillos, para
mantenerme en pie y guardar el equilibrio. En el camino de vuelta, parece que
he soltado lastre y las piernas se mueven con soltura, en versión alegre, a
pesar del “repaso” que el enojado
ventarrón me ha propiciado; constancia y tesón han sido mis aliados para
doblegar al feroz enemigo. “No os lo toméis a mal, pero si algunos celebran
tanto las victorias ajenas, es porque no tienen triunfos propios que celebrar”.
Vuelvo a cruzar la aldea vecina y por “el puerto de La Jineta”, me enfilo a
casa, para clausurar otra jornada más .
En definitiva, ruta circular de 65
kilómetros, transitados por el Carril de las Mulas- Gamonal. Carreterín
Alberche- Canal Bajo del Alberche (Cruce Talaverilla) , Polígono (x3). Polígono,
Canal Bajo del Alberche hasta Calera. Canal Bajo del Alberche- Carretera
Alberche-Gamonal-Velada.
Buen día……………SALUD.
“….mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio….”
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