Domingo,
veinticinco de marzo, dieciséis caballeros veleños, acudimos al pactado punto de encuentro. Con
las burricletas bien dispuestas y prestas para inminente contienda, pero sin
acuerdo ni consenso, sobre qué dirección tomar; encima de la mesa, un reto de cien kilómetros,
con distintas alternativas para “adaptar dicha operación”, según intereses,
fuerza y convicción; la mayoría de la
tropa, optamos por la tirada larga, con la única dificultad, de la kilometrada. Un par de compañeros, “no
aceptan” la invitación y marchan hacia los cerros, en busca de otras aventuras y textos.
Iniciamos la
marcha, con lo que cuesta “arrancar” y qué dirección tomar; Martín “El Fiero” y
El Relatero, tomamos la iniciativa, por el camino de Gamonal; echamos la vista
atrás y, “¿dónde andarán?”, miramos y volvemos mirar; parece que ya empiezan a
asomar; nos agrupamos en la villa vecina y desde aquí, hacia la población de
Alberche, sin novedad. La parte delantera, buen ritmo marcan, por la parte
trasera, tratamos de ir agrupados y esperando; atravesamos amplias parcelas,
avistando, casas de labranzas y la
tupida y vistosa siembra, dejando el
torrente a nuestra izquierda; al final de la pista nos agrupamos y esperamos.
Resulta que Francis “Sevilla” ha tenido una avería grave, la burricleta que
frenada no se movía; el amigo Roberto “El Bueno”, se ha quedado “con su buen
hacer”, sanando y prestando auxilio. Los demás,
esperamos “durante un buen rato”
y cuando llegan los rezagados, nos dan novedades y por “la vía de la Jara, nos
lanzamos”. Con alegría “todavía contenida”, cruzamos los principales iconos de
la estirada pista; los taladrados cerros, el imponente Viaducto Amador asomado al río Tajo, todavía, se dejan ver algunos almendros floridos,
mientras cabalgamos sin perder de vista el horizonte, “ni el hasta dónde vamos”.
Atravesamos los pequeños túneles, pero, a lo largo de nuestro trayecto, por circunstancias varias,
vamos perdiendo unidades por los planos andurriales; un trío (dos caballeros y Lhesen el escudero)no
nos damos por vencidos y nos enfilamos, estirando el solicitado camino; atrás, dejamos las estaciones correspondientes
(Silos, Aldeanueva, Pilas y Navafuentes). Nos disponemos a atravesar el túnel
largo, a lo lejos, “vemos, algo colgando”;
“es el reflejo del agua”, Lhesen nos aseguraba; sin más dilación, Roberto,
prepara la linterna de rigor (hoy, sí la
vas a usar). Nos adentramos en la
interminable oquedad, con un microclima incorporado, lluvia sobre nuestras
cabezas y también, tenemos que retirar la descolgada tela de malla; esquivamos
piedras y charcos, hasta que la luz
natural nos abre el paso. Desde este
punto, seguimos los espectaculares y cargados fotogramas del río Huso; desde aquí, nos
recreamos con el asilvestrado paraje de jaras, las moles de pizarra que adornan
y tapizan las cotas más altas y los derruidos molinos, que achican agua a destajos. Unos metros más adelante,
arribamos en el apeadero de
Campillo-Sevilleja; unos minutos para repostar
y las fuerzas recuperar, más fotografías para recordar, de paso, hacemos
alguna “chapucilla de fontanería”.
Reemprendemos
la vuelta ¡¡¡¡y qué vuelta!!! sin descanso ni tregua: deshacemos y remendamos
el camino andando, “más bien, volando” y mis compañeros, que “me llevan del gancho”. Todo lo que nos envuelve, se mueve más
deprisa; familias paseantes, otros burriclistas y hasta el agua, “ marcha hacia
arriba”. ¡¡Ostras con Roberto “El Bueno” y Lhesen “La Gacela del Sáhara!!! Parece, que van cuesta
abajo, vuelan las estaciones, ¿llegaremos tarde a algún sarao?, ¿los túneles? Ni recuerdo volverlos a pasar,
las vetas de la lustrosa pizarra, ¿dónde andarán? En algún punto de la vía, se
reengancha con nosotros Raúl (Jefe de Jesús “El Serrano”) y me recuerda que nos
acompañó a Guadalupe, en una de nuestras
sonadas épicas; intercambiamos impresiones, sin bajar la marcha, ni dejar de
cabalgar por la infinita recta; en la estación de Aldeanueva, se despide el invitado, mientras, se
marcha para atrás, a buscar a su rezagada escuadra; reposto agua, apenas sin bajar –cualquiera-
y otra vez, toca volar y divagar “a gran
velocidad” : “Las penas, en buena
compañía se vuelven alegrías”, ¡¡¡qué bonito es estar locos y pedalear sueltos”.
“Caminos inciertos, llevan a destinos
maravillosos”. “Si crees que puedes, ya estás a medio camino”, “por andar por
las nubes, uno se olvida del suelo…..”. Atrás, dejamos las amplias extensiones de regadío, mientras,
“parece que bajamos el ritmo”; hacemos
algunas bromas y nos echamos unas risas en buena armonía, “remolcando al
ilustre maratoniano”. En esta ocasión, cruzamos
Calera por la enrejada pasarela artificial, la vía del ferrocarril también
dejamos atrás y desde aquí, hacia el
despejado canal. Por estos lares, quitamos algún hierro (las piernas, ya empiezan a avisar al trío maravillas) pero
sin demorarnos, ni jugar con el tiempo;
espectacular el paisaje florido que se
extiende ante nosotros y por la vía asfaltada, haciendo el penúltimo esfuerzo, llegamos a Gamonal y acompañamos a su casa, al amigo Roberto ; “objetivo conseguido 102
kilómetros vamos a picar en esta etapa” –nos comenta el caballero gamón. Por
nuestra parte, volvemos a escalar “La Jineta”, ahora, parece que cuesta un poco más, después de la kilometrada fuera de temporada.
Sin más novedad, llegamos al punto de partida y nos damos una vuelta por las
piscinas, para redondear. Hasta la próxima.
En
definitiva, ruta circular de 102 kms, hemos transitado por el camino de
Velada-Gamonal, Alberche-Alcaudete-Vía Verde de la Jara (hasta
Campillo-Sevilleja)-Calera-Canal Bajo del Alberche-Gamonal-Velada.
Buen día………….SALUD.
“….mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio….”
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