Domingo uno de julio, tenemos mañana
fresca y según “el hombre del tiempo”, agradables temperaturas nos pronostican
para el resto de la jornada; seis caballeros veleños acudimos al pactado punto
de encuentro y Ángel “El Guerrero”, “se incorpora” según nos avisa por
teléfono. Con las burricletas bien dispuestas y la etapa sobre la mesa;
“antaño” era épica, ahora como “clásica”
la nominamos en nuestro calendario: “La Circular a Las Cuevas del Águila”.
Iniciamos la marcha, atravesando “de cabo a rabo” la villa veleña, hacia “el camino de Arenas”; bien agrupados
cabalgamos, amenas chácharas nos animan
y “sirven para calentar”. Nos adentramos en “parajes adehesados”, retozamos
entre el aire nítido y fresco que se
desprende del bosque silenciado; sobre hojas secas de encinas marcamos el
territorio, pistas bien grabadas de
rastro animal y el generoso escenario para la ocasión perfumado, nos ofrecen un mosaico de colores, de agradables sensaciones y bienestar. Abrimos
las porteras pertinentes, sin
incidencias cruzamos el río, camuflado
entre “torres” de arena y huellas claramente
marcadas, que nos dicen por dónde pasar. Nos acompaña, la serenidad de la apacible mañana y la
armonía “que se respira” entre amistades y buena compañía; arribamos en la
villa parrillana, engalanada y concurrida “por su marcha burriclista” que
tienen preparada para este día. Nosotros, pasamos de largo, “tanteando el
terreno” ya que nuestra “presa”, todavía está más lejos; nos montamos en las
primeras pendientes de la jornada, entre vallados de retamas y chaparras
enanas; por el antiguo camino, quebrado y de canalizos sembrado, escalamos con
pericia, entre jaras renovadas y pastos
bajos que nos muestran los gigantescos nubarrones y la inmutable sierra
perfectamente posicionada al fondo. Nos
columpiamos por el discontinuo tobogán, buscando la espectacular senda,
hospedada en el armonioso pinar; ¿qué decir de este rincón? “delicatessen” para
los sentidos y para paladares exquisitos; entre pinos, jaras y madroños,
detenemos el tiempo, nos perdemos “en cuentos infantiles” e inventamos
historias de seres excepcionales por los bendecidos andurriales. A la salida de
la encantada vereda, despedimos a los hermanos (Nicolás y Ángel) no quieren
demorar la marcha y cuesta arriba,
quieren disfrutar del tupido pinar. Los demás, continuamos el fugaz
descenso, disfrutando de sus genuinas
vistas por la acicalada pista; nos recreamos, adentrados en la profundidad del recóndito lugar, su palpable frescor y el perfume que mana de su escondida
serenidad; más adelante, arribamos a
los pies de Río Tiétar. Cruzamos, extremando la precaución: Unos, descalzados con las “zapas” de la mano;
otros, montados, pero, “acordándonos del
pedrancal” que podemos encontrar. Más adelante, el amigo Gabriel “Machaque”
adopta su mascota e idea un artilugio-con bridas- para asirla a “su burricleta” y a buen puerto
llevarla. Entre risas y chistes varios (pastillas del mareo, velocidad extrema
y sus necesidades, entre otras) de la burricleta “a motor”, por la vía
asfaltada llegamos al pilón de
Ramacastañas. En este punto, hacemos la parada obligada, para reponer fuerzas e
hidratarnos; saludamos a “los moteros veleños” (Jose “Carpin” y Migue
“Cacique”) y con los susodichos,
intercambiamos “rutas”, opiniones
y entre bromas, “alguno” les pide
remolque.
Reempredemos el camino de vuelta,
buscamos “La Cañada Real” y a cabalgar; manejando un ritmo alegre y constante, nos topamos con la
tradicional trashumancia, vaqueros que guían sus reses hacia las montañas, “en busca de
los mejores pastos” ; Ilde “El Suegro” (¡¡¡¡Cómo anda el elementos!!!)
siempre en primera línea, lidera el grupo y también las fotografías (jajajajajajjajaaja) . Nos
adentramos en la finca de Navalahierba, avistamos “burriclistas” desperdigados,
que la organización parrillana por estos lares les han mandado; entre el
acogedor encinar, presumimos de la
fresca jornada que estamos teniendo, lo cual es de agradecer a estas alturas
del atípico verano; ante nosotros, se
presenta la explosiva escalada de “La Médica”, pero en esta
ocasión, la vamos a afrontar, bien
resguardados a la sombra y con menos grados de lo normal. A nuestro paso, un
goteo de ciclistas por la ancha pista; nuestro amigo "El Lobo", "con su afán de superación", brega con las subidas como un coloso; en el abierto paisaje, nos damos un baño de “polvo” por el
continuo sube y baja, oteando parcelas construidas en medio de la nada y la
rugosa orografía que nos brinda la sierra del Águila. Coronamos la cuerda y desde aquí, levantamos el vuelo y
afrontamos el tendido descenso; planeamos por el digno rincón, envasando el aire fresco y limpio que sale a nuestro encuentro; nos adueñamos
de las vistas que nos regala el codificado horizonte y nos “recargamos” con la sencillez que riega el privilegiado monte:
“Si no puedes explicarlo con sencillez, es que no lo has entendido bien”: ”La
vida es muy simple, pero insistimos en hacerla complicada….” En la villa de
Parrillas, nos encontramos con la marcha bien avanzada, tomamos los pasos
andados, bajamos alguna marcha para agruparnos, volvemos a cruzar el río,
recogemos los caminos andados desde bien temprano. Como no nos ha atacado el
agobiante calor, “parece que vamos enteros”, pero ni en el camino de vuelta
“paramos de cascar”, algunos apretones por “Los Huertos” y también “en el
repecho criminal”. De uno en uno coronamos, esperamos y nos agrupamos, para entrar en la villa veleña hermanados.
Ya, en el punto de partida, coincidimos
con compañeros (Gabriel, Goyo y El
Carpin) que madrugan algo menos y otros territorios más
cercanos se quedan a guardar; nos damos novedades y compartimos minutos
agradables. Hasta la próxima.
Resumiendo, ruta circular de 66 kms,
los principales caminos transitados han sido; Camino de
Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán-Parrillas- Caminos Viejo de Arenas de San
Pedro, Sendas del Águila-Camino de Ramacastañas. Cañada Real Leonesa
Occidental, Camino Parreño (Navalahierba), Camino Real de Arenas de San Pedro a
Parrillas. Camino de Parrillas-Navalcán-Arenas-Velada.
Buen día…………….SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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