martes, 10 de julio de 2018

Ruta: Travesía de los Arrieros.


Domingo, ocho de julio, bien ataviados y armados, en el habitual punto de encuentro, tres caballeros veleños nos presentamos algo más  temprano (8:00 horas) para que nos castigue lo menos posible "el solano". Según me comentan, media hora después, saldrán los demás compañeros. Ángel “El Guerrero” y Roberto “El Bueno”, son mis escuderos para ensartar los colindantes cerros y diseñar una etapa de andurriales y senderos.

Iniciamos la jornada y el amigo Roberto nos invita a marchar  por el camino paralelo a la carretera,  para coger “La Senda Carmelo” y desde aquí,  subimos  por “Las Chuletas” para despejar los amarillentos parajes cerreros; primera  escalada, jugando con las traicioneras regueras y esquivando tramos agrietados y  de pasto colmados,  que sin disimulo  “parriba” van picando. Por la estrecha vereda cabalgamos, sorteando piedras sueltas, otras,  bien colocadas entre tomillares y las desperdigadas chaparras por la serena estampa; con seguridad “surfeamos” las acogedoras sendas de “La Cocinilla”, comentando el eterno dilema ¿propiedad pública o privada para andorrear? Entre amigos,  buscamos posibles soluciones para satisfacer a todas las partes, ¿lo mejor? Un cartel oficial,  respeto por ambas bandos y negociar las óptimas condiciones. Desde aquí, buscamos “El Bonal”, ¿quién te ha visto y te ve “chaval”? Camino adecentado,  con  cinco metros de ancho,  se ha convertido en “otra subida” para llegar a la villa “zorrera”; sin apretar, nos calentamos por la animada pista, “vaya recibimiento que me vais a dar”, nos comenta el amigo “Guerrero”. Tú tranquilo, que puedes con esto y más; rastros de culebras, gazapos “sin vergüenza” cruzando a nuestro paso y una bandada de perdigones echando carreras por el achicharrado paisaje y la tranquilidad de la arreglada vía,  nos animan y deleitan en plena subida.  Atravesamos las villas vecinas, buscando los pasadizos secretos  y monumentos menos frecuentados y “en ocasiones,  menos recomendados”; después de relajarnos por tramos más frecuentados, nos adentramos por el estrecho pasillo. Intentamos mantenernos por el caótico canchal de piedras,  bien resguardo entre el pétreo vallado, pasos quebrados, hierbas secas y las amenazantes zarzas, tanteando nuestras piernas; con pericia y oficio,  salimos airosos de estos escollos, que nos dan señales y recuerdan,  que tenemos que visitar  y por aquí,  más a menudo pasar. Como podemos “abrimos” el paso, retirando las  zarzas y el amigo Ángel con un “buen tarugo” en la mano, atizándolas.  En plena armonía y buscando rincones frescos y  sombreados, mostramos nuestra fidelidad y  devoción por “el recóndito  lugar”;   con respeto y admiración “nos paseamos por la catedral del Marrupejo” y otros ilustres panteones,  ocultos y bien conservados para nuestros escarceos y quijotescas incursiones.  
























La senda “Cervera”, también nos da cobijo y agradecemos las  reconfortantes sombras, que son bien avenidas, con la que “está cayendo ahí fuera”; mis compañeros de fatiga disfrutan de la excursión, adjetivos superlativos, buena disposición  y comentarios  varios, que dejan a la vista  “la exagerada exaltación”.  Los flashes se disparan por aquí, por allá, “el trío maravillas” queremos inmortalizar los grandiosos  parajes que por estos  lares se dejan ver;  está bien tanta  fotografía, pero todavía está mejor, el recuerdo y lo que los sentidos puedan “cazar”. Por los caminos más transitados, encontramos más burriclistas, les saludamos, pero nosotros “erre que erre”  y por las angosturas del parque de atracciones nos volvemos a perder. La Senda del Pozo, nos abre sus enigmáticas   puertas, pero antes, tenemos que trepar por la empinada cuesta; más tramos estrechos, que hacen las delicias de los invitados y Roberto “El Bueno” en cabeza, exhibiendo su depurada  técnica y buen hacer por el acicalado descenso. Recorremos los paisajes de cuento, desde lo más profundo y ebrios de emoción,  perdemos la orientación y hasta “la razón”,  pero en primavera y otoño, son más exquisitos y tienen otro encanto.  A la salida de la madriguera, nos miramos y algunos arañazos y rasguños llevamos, “parece que una jauría de  osos nos hubieran  atacado”, entre risas comentamos.  Paramos unos minutos para repostar, compartimos dulces, fruta y agua, mientras les comento a mis amigos “¿por dónde tirar?”. Les presento posibles alternativas (Que ya venían en el manual) “Nos da igual”, “anda tira…” – comentan.  Así da gusto, “más senderos” y no se hable más.

Retomamos la etapa, relajados y  unos metros de rigor  por la zona “más llana”, nos encaramamos en “la senda del jabalí”;  se ve que está bien tratada y de  la tendida subida nos adueñamos, continuos subes y bajas entre desarrapadas encinas,  cercados destensados  y los perennes enebros a la sombra recostados. Escalamos el laberinto de cuestas, bien resguardados y aireados por parajes asilvestrados,  encajonados y de atractivo recargados. Después del fugaz descenso, arribamos en la aldea montesa, nos refrescamos y reponemos las botijas, para no tener sobresaltos por el camino. Por la  pista  asfaltada, tiramos alguna “retrataura menos afortunada y vistosa”  y sin decir nada, “por los contrabandistas” es la mejor alternativa; nos deslizamos por la perfilada línea, haciendo “florituras” para dar brillo a la arriera aventura. Desde aquí, la burricleta de Ángel, iba a requerir asistencia técnica en varias ocasiones  “perdía aire la atizada jamelga”;  no pasa nada,  a inflar  las veces que sean necesarias. Cruzamos la aldea “cagarrache”, Mejorada también dejamos atrás y desde aquí, sabiendo que nos quedan las veredas de Gamonal “por sellar”, decidimos, hacia Velada marchar; lo primero, auxiliar y ayudar y ningún compañero/amigo, solo se puede quedar. “Otra vez será”, los caminos no se los van a llevar. Sin más novedad, en modo distendido, cabalgamos por  la  risueña  vía, cuando el calor comienza a apretar, “esto ya está hecho” comentan mis compañeros;  escalamos “la herradura”, metemos alguna marcha más y desde aquí, planeamos por La Gamonosa y, como exhalaciones desbocadas  llegamos al “Barbú”, para  separamos en la Cañada, "cada uno a su casa",  hasta la próxima semana. “Después de los agradables momentos,  quedan inolvidables recuerdos”, “las buenas personas están hechas de acero inolvidable”. Llego al punto de partida, ahí están, algunos  caballeros veleños de “las ocho y media”; Martín “El Fiero” que reaparece (¡¡¡Qué alegría!!!) después de su  breve ausencia, me pide novedades y comentamos los distintos itinerarios realizados; echamos unos “minutos rajando” y los próximos  retos serranos, planificando. 

































En conclusión, ruta circular de 50 kms, los principales caminos transitados han sido: Camino paralelo Carretera Talavera; Senda Carmelo, Senda de Las Chuletas (Colá de Gamonal); Senda de Los Lobos, Senda de La Cocinilla, Camino del Bonal, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla. Camino del Hituero, Los Barrancos (Marrupejo Largo-Corto), Camino Antiguo de Sotillo a Segurilla, Senda Cervera, Camino Marrupe-Meregil, Senda del Pozo, Camino de Marrupe, Senda del Jabalí (Palanquilla), Camino de Sotillo a Cervera de los Montes-Segurilla, Senda de Los Leñadores (Contrabandistas). Camino de Segurilla-Mejorada-Velada.


Pd: Roberto, muchas gracias por tu aportación fotográfica (2).


Buen día……………..SALUD.

           
“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”


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