Viernes treintaiuno, festivo en la
comunidad manchega, toca salida furtiva, a la
cacería de sensaciones variopintas; la única intención, disfrutar de los placeres que nos brindan
nuestros parajes adehesados y de la
armoniosa calma que transita por los caminos “cuasi-olvidados”.
Ruta en solitario, para “disparar”
fotografías al azar, capturar alegres impresiones y recrearme por los calmados
rincones; a mi paso, granjas que todavía se están desperezando, ciclistas
distraídos ocupando el ancho del camino, porteras prisioneras que se han
empeñado en cancelar -una vez más, abiertas se van a quedar- y algunos
cérvidos, correteando espantados
entre los generosos pastos. Todo un
lujo, me siento privilegiado, cabalgar por el apacible encinar; me recreo con
la belleza envuelta en silencios multisabores; me columpio por el estirado tobogán,
cargado de placenteras
emociones; con avidez, me adueño de los refinados aromas que se expanden por la moqueta arbolada
y rescato los vistosos fotogramas que
recorren los agraciados paisajes.
Desde mi intrépida montura, persigo y
arresto plácidos momentos; la esparcida
vacada y los desconfiados ovinos, dando
vida al “fantasmal” pantano; callejuelas de alcornoques me abren el paso; un surtido de cantuesos, tomillos y jaras, hacen un cóctel particular y riegan el camino de un
olor amable y bastante peculiar. Por la anchurosa cañada “sin bajar la guardia”,
secuestro agradables recuerdos de
“antaño” (“el descubrimiento” con Fernando “El Grande” y su hermano Ñono, que
no se “fiaba” de la llegada; la marcha nocturna con “la vaquera” y otras cuantas
tontunas) que me hacen sonreír y a la vez, ser consciente de lo
afortunados que somos. Todavía dando guerra y de cacerías por la conquistada
comarca y por otros territorios, descubiertos e invadidos: “poder disfrutar de
los recuerdos de la vida es vivir dos veces”, “los mejores recuerdos, son
aquellos que al pensarlos te sacan una
sonrisa”.
Como en todas las contiendas quijotescas,
hay unos minutos para el relax; en la barriada de la Corchuela, repongo
fuerzas, mientras paseo por el parque del chiringuito, doy un vistazo al
centenario pilón, fuentes agotadas, la ermita cerrada y el jardín bien tratado.
De vuelta para casa, encuentro compañía,
lo bien que marchaba, ensimismado, jugando a inventar y “otras tantas bolerías más”.
Me toca bregar con el aire de cara; ¿Cuándo se va a terminar? ¿Dónde está la
olvidada puerta abierta? Está gracioso el gran Eolo, no para de “currar”, con tanto ímpetu, con la brutal fuerza nos zarandea que nos va a
dislocar; “hay más felicidad en luchar que en resignarse”. Por lo alargado del
camino, “al descubierto”, no para de
azotar el temido “airoteo” y como bien puedo, me defiendo del terrible enemigo;
avisto parajes achicharrados por las altas temperaturas de un verano precipitado;
abundantes cosechas de pastos y gramíneas, esperando atentas para ser recolectadas; el impasible encinar,
ahogado en la inmensa quietud, ni quejas, "ni un paso atrás"; mientras,
me mantengo atento y concentrado, voy echando cuentas por la vía de llegada: “el
arte de vencer se aprende en las derrotas”.
Resumiendo, ruta circular de 50 kms,
los principales caminos transitados han sido; Camino de
Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de la Tabla; Cañada Real Leonesa Occidental-La
Corchuela. Camino Corchuela-Velada-Camino Real-Carril de Las Mulas-Las
Dehesillas-Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.
Buen día……………..SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”
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