Domingo, dos de junio, mañana
agradable amanece y temperaturas
elevadas nos pronostican como los
pasados días. Después de las gestiones pertinentes,
llamadas de rigor, anuncios y demás
trámites, dos caballeros veleños pasamos revista y un año más, inauguramos
las jornadas montañeras por
“nuestras querida Sierra de Gredos”, como diría nuestro amigo Diego “Sin
Miedo”.
Alberto “El Maestro Ceramista” y un
servidor “El Relatero”, nos desplazamos
hasta la vecina Arenas de San Pedro;
otros compañeros burriclistas, se
han quedado con ganas, “otra vez será, esto sólo ha hecho nada más que
comenzar”. En principio, nuestras intenciones son claras, “reconocer el
terreno”, abrir camino para próximas
aventuras y avisar que “la fiesta alpina”
ha iniciado ¡¡ya!! ¿Tenemos algún
motivo/”excusa” para
comenzar la temporada? Ahí van algunas,
seguro que hay otras más: “mono” de
conquistar las alturas, subidas
prolongadas y exigentes que nos pongan a prueba, deleite de escaladas puras,
“ansias” de disfrutar del sosiego del extenso y generoso pinar, cabalgar por los oníricos paisajes serranos; sentir el frescor
de las intrépidas alturas, recrearnos
con la tranquilidad y calma que nos
ofrece la fiel montaña, palpar el aire limpio y transparente que rezuma a cada
paso; desafiarnos a nosotros mismos, poniendo a prueba el nivel físico y
mental; desconectar del día a día, de la
rutina y de todo lo superficial y ordinario que nos rodea ¿o imponen?….disfrutar
y sufrir de “las sorpresas” que nos aguardan en los vistosos y agraciados
parajes montañeros, disfrutar del contacto directo con la naturaleza y por supuesto, disfrutar/compartir
sensaciones, impresiones, aventuras con los amigos/compañeros que se animen a
venir: “ Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible a los
ojos” ¿Algún motivo más para no
querer volver?
Después del desplazamiento hasta la
villa serrana, en el punto de partida (en frente de la Bombonera) planificamos la etapa; sacamos la escuadra, el
cartabón, el compás y trazamos puntos
imaginarios; por aquí, subimos mejor por
allá, juntamos un poco más las curvas de nivel y “voila”, “el recorrido ideal”.
Abandonamos Arenas,
subiendo por la comarcal avenida y “el acogedor rincón del Berrocal”, nuestra primera “víctima elegida” para
calentar; nos escabullimos entre la
espesa arboleda; escalamos a buen ritmo, senderistas a nuestro paso y nos
mimetizamos con la perfecta armonía que
se respira por la postal tupida. En un
plis-plas, descendemos hacia “La Parra”, por un tobogán sombreado, acogedor
desde su interior, que nos anima y nos transporta a esferas de estado mayor.
Veintitrés kilómetros de subida dan
para mucho; de todo un poco vamos hablando, en algunos puntos “también
resoplamos”, en otros “nos calienta el
sol”; hay tiempo para todo en la tendida subida; nos echamos unas risas y momentos divertidos
nos brindamos, es lo que tiene “pasear” con “El Maestro Ceramista” (“Poco
hablábamos subiendo La Centenera jajajajajajjajajaaja). A nuestro paso,
multitud de pilones, presumiendo de agua fresca y limpia, chorreras disparando
a raudales; espectaculares vistas a
media ladera que nos quitan el hipo y que no podemos dejar de admirar (“de tanto mirar, nos vamos a
estrellar”). Al fondo, “El Risco de las Morrillas” y las inconfundibles
buitreras, ondean desde las alturas y dibujan un decorado de ensueño que nos guían hacia el más allá.
Una colección de piornos floridos, la agradable estampa de pinos “renacidos” y
el exuberante pinar conforman la inminente y empinada realidad. Nos retorcemos
en la serpenteante escalada, momentos de silencio sentido que compartimos y empatizamos con el
escarpado entorno; casi dos horas de estoica escalada, disfrutando de la anestesia de las indomables alturas,
momentos de descanso para reponer fuerzas e hidratarnos, ya que todavía
“tenemos tela que cortar”.
El descenso “de diez”, otra
experiencia colorista, con agradables vistas y saciantes sensaciones que grabamos en nuestras ávidas
retinas; villas que asoman entre la maraña pinera, surtidos de aire fresco y
transparente, para recuperar las piernas y el resuello perdido, después del
titánico esfuerzo. Como nos va la marcha, agregamos “otra tachuela” de cinco
kilómetros de subida, hacia “La Francisca” por “el mirador estelar” a la
búsqueda de la estación espacial; iniciamos con “timidez” después de la fugaz
bajada; “parece” que las piernas no responden, ¡¡¡mentira!!!! Nos volvemos a
configurar (“creo, que no se nos había pasado el efecto”) en modo escalada;
degustamos exquisitas estampas, amables pasos que pican hacia arriba por la
pista tendida; me da que vamos disfrutando de más, gestionando y dosificando
bien las baterías; castaños centenarios y un pasillo de esbeltos pinos nos
sombrean el genuino camino; poco a poco, nos vamos haciendo “con la propina
extra”, hasta se nos hace más “corta” de la cuenta. Nos recreamos por el
majestuoso paisaje, recargamos la recámara
de los sentidos, para afrontar la estirada y cómoda bajada. Deshacemos
la quebrada vía, encaramados en la atracción montañera y optamos por la pista
forestal, para reducir la marcha y entretenernos por las huertas frutales
–pintorescas cerezas nos esperan- que “curvean” por la prodigiosa y reciente castigada estampa:” ….cuando baja
el telón solo hay una cosa sobre la que tenemos el dominio absoluto….nuestras mentes.”
Sin más novedad, pero con una sonrisa de oreja a
oreja, arribamos en el punto de partida, guardamos las burricletas en “la
cuadra móvil” y brindamos con pinchos y zumo de cebada fresca por la magnífica
etapa ¿Cuál es vuestro motivo para conquistar/disfrutar de las etapas
montañeras? Hasta la próxima.
En definitiva, ruta circular de 48
kms, los caminos transitados han sido; Camino del Berrocal- La Parra, Camino de
Los Marianistas, Camino de La Morañega- La Centenera- El Arenal- El Hornillo-
Camino del Canto Encaramado; Camino de La Francisca- El Hornillo-Camino de Los
Pinos- Arenas de San Pedro.
Buen día…………..SALUD.
“….mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio…..”
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