miércoles, 12 de junio de 2019

Ruta: Subidas a la Torreta del Portezuelo- Nogal del Barranco- Collado de La Casa- La Francisca.


Domingo,  nueve de junio, con las burricletas bien dispuestas y prestas para una nueva jornada montañera, dos caballeros veleños nos desplazamos a la hermanada villa de  Arenas de San Pedro; otros ilustres  titulados, parten  a “graduarse” en  una marcha popular de la comarca. “Los Elegidos”,  huimos hacia escarpados territorios, en busca de la emoción de la montaña.

Leyendo estos últimos días,  sobre temas varios, me encontré con ciertos interrogantes y afirmaciones tales como; “Pasear por el bosque, cura”. “¿Por qué la naturaleza nos da sensación de libertad?” “¿Por qué nos sienta tan bien la naturaleza?” “¿Por qué nos pasará tal sensación de bienestar?”  y otras cuestiones  similares,  que hacen coincidir mis afiladas sensaciones con nuestras ganas y motivaciones por refugiarnos –y querer volver – en los entresijos de la privilegiada  montaña.  Por motivos varios,  constantemente  nos asaltan pensamientos dicotómicos: ¿Burricleta o motorcleta? ¿Emoción o razón? ¿Montaña o llanuras?  ¿Pinar o dehesa? ¿Ocio u obligación? ¿Escalar o llanear? ¿Pistas o veredas? ¿Cordura  o lucura? ¿Entrenamientos o salidas –sin más-? ¿Aventura o amilanarse? ¿Sí o no? ¿Convicción o incertidumbre? ¿Naturaleza o sofá? ¿Continuar o abandonar? ¿Protagonista o espectador/a? :   “Siempre habrá ángeles en tus infiernos y tentaciones en tus paraísos”. Pero tú,  decides qué hacer.

Pues lo dicho, encallamos en la villa serrana, sin destino planificado, “pero tres horas y media de sierra” tenemos que  hacer, lo tenemos claro. Iniciamos la jornada con temperaturas “tirando a la baja” (doce grados nos marcan las alarmas). Cabalgando  ensimismados  por   “la senda de los pescadores”, escuchamos los melódicos  murmullos del riachuelo, nos divertimos por el laberinto ficticio y con las vistas de dibujos animados que nos atrapan a cada metro y que embriagan nuestros sentidos;    nos recreamos por la angosta trocha y robamos los lujosos visillos de  silencio que ondean en el bosque endiosado. Continuamos en plena ascensión,  bien resguardados por el tupido y acicalado pinar; a nuestro paso,  agradables aromas a resina seca, abundantes chorreras y pilones generosos de agua fresca salen a socorrernos  por  la continua y tendida subida. El caso, es que nos cunde dar pedales, aunque no paramos de “rajar”,  contemplamos vistas espectaculares “hacia Poyales”, tramos asilvestrados por una alfombra de pinochas, rampas más empinadas,  para encumbrar  la hazaña y  en algunos tramos,  agradecemos los rayos de sol; también, tenemos un encuentro con “un burriclista motorizado” que nos da caza y “charla”.  Nos vende su magnífico  libro, nos habla de la naturaleza, la grandeza  del lugar –en algo coincidimos-  “y lo que cuesta mover esta fiera de dos ruedas”. Por estos lares, coronamos “La Torreta” minutos de relax “pero sin demorar, que nos podemos enfriar” .























Por el efímero descenso, bien acomodados en nuestras burricletas,  nos columpiamos por el privilegiado bosque; terreno favorable para rodar a buen ritmo y echamos la vista atrás y hacia arriba,  para ver “dónde hemos estado subidos”. A nuestro paso, la genuina estampa,  más pilones y fuentes, la famosa charca verde (de Guisando) y la cima de  El Nogal del Barranco, el próximo reto. En plena escalada,  nos encontramos con una “exposición de vehículos antiguos” (simcas modelos varios, minis, 1600, etc) parece que hemos retrocedido a los años 70; nos pitan, saludan y a algunas “reliquias” las pastillas del freno les chirrían. En plena subida,  después de algún arreón y otros tantos suspiros, hacemos cima y foto de rigor en la conocida  plataforma “con el macho cabrío”. Partimos hacia la villa de Guisando, por la entretenida bajada, nos recreamos por los entrelazados pinos, mientras diseñamos “otro puerto pal zurrón”. Recorremos parajes afortunados, entre un mar de castaños y pinos,  bien ventilados por el aire fresco que nos acompaña; por estos generosos lares, además de risas y otras “bolerías”,  también nos invitan a degustar “un puñado de exquisitas cerezas” para que no flaqueen las fuerzas; avistamos refugios nominados y degustamos las delicias y afortunados escenarios  que la exquisita naturaleza nos brinda. Reconocemos los amenos caminos, tantas veces recorridos y aunque pasemos cientos de veces,  según el pensamiento Heraclitiano “no andarás dos veces por el mismo camino” ya que,  ni el camino ni nosotros somos los mismos. “Ya está hecho”, me anuncia el amigo y “Maestro Ceramista” Alberto. Por la prolongada y estirada bajada, nos relajamos entre la frondosa arboleda y por la encrucijada de pistas “diseñamos la próxima aventura” (¡¡¡¡ojo con las subidas). Sin más novedad, pensando en la próxima aventura (¡¡¡que promete!!!!), volamos por la vía asfaltada y arribamos en el punto de partida. Para no perder las buenas costumbres; abundantes aperitivos y zumo de cebada fresca para brindar por la notable etapa.






















En conclusión, ruta circular de 55 kms. Los principales caminos transitados han sido: Senda de Los Pescadores, Camino de Los Llanos, Camino de La Pregonera, Camino del Arbillas (GR 180), Torreta del Portezuelo (Refugio de La Sillita); El Portezuelo, Charca Verde- Nogal del Barranco-Guisando-Camino del Mayuelo- Collado de La Casa- La Francisca- Camino del Canto Encaramado-Camino de La Risquera (GR-293) -El Hornillo-Arenas de San Pedro.


Buen día…………..SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”

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