martes, 6 de agosto de 2019

Ruta: Subida a La Penca Baja- Los Helechares-La Centenera.



Domingo, cuatro de agosto, nos desplazamos a la cercana villa  de Arenas de San Pedro,  tenemos etapa cinco estrellas, que nos ha preparado “El Maestro Ceramista”,  nuestro amigo Alberto. Un quinteto de caballeros veleños, expectantes y animados  acudimos al desconocido evento; con nuestras monturas  bien dispuestas –que hasta saltan de las furgonetas- y prestas para la ocasión, afrontamos la enésima contienda montañera.

Tenacidad, fuerza de voluntad y sufrimiento, son algunos pilares donde se sustenta  nuestra práctica deportiva, sobre todo,  cuando nos enfrentamos a etapas más exigentes y de dificultad “considerada”, que se “salen” de lo que habitualmente hacemos. Tenacidad para continuar con el objetivo marcado, no desistir a pesar de las adversidades que nos presenta  el camino; fuerza de voluntad, esa capacidad interna que día a día y que con el paso del tiempo vamos forjando  con nuestras acciones para querer  ir siempre más allá y “el sufrimiento”, como la respuesta y  el grado subjetivo de “dolor” que cada uno “podemos soportar” para   afrontar los momentos más complicados, duros y difíciles ante una determinada  situación. Un sabio dijo, “a veces hay que pasar por caminos difíciles, para llegar a destinos maravillosos”, en la misma línea,  “Seguir cuando creas que no puedes más, es lo que te hará diferente a los demás”. “Con constancia y tenacidad se obtiene lo que se desea; la palabra imposible no tiene significado”. Tenacidad, voluntad y sufrimiento, principales  ingredientes con los que se cocinaron este plato montañés. Por supuesto, preparado para  repetir.

 

























Comenzamos la jornada, en dirección hacia  las piscinas naturales; tres intensas horas de subida, dan para mucho. A nuestro paso, por el paraíso natural escuchamos los susurros de las aguas serranas, cabalgamos bien resguardados entre las agradecidas sombras que nos ofrece la bondadosa arboleda; salvamos los primeros repechos para calentar las piernas, aunque nuestros anfitriones (Medina y Alberto) ya nos van avisando “la que nos espera es buena, guardar fuerzas”, pues lo dicho “así sea”. Por lo pronto,  desde la continua ascensión, sólo nos queda, disfrutar de los exquisitos placeres que nos ofrece la estampa serrana,  del reconfortante  frescor montañero, de las divertidas sendas,  del verdor brillante de los helechos, del tupido y perfumado pinar, así como de los pequeños detalles “que deambulan” y salen a nuestro encuentro. La prolongada escalada, se manifestaba mostrándonos todas sus versiones; la romántica y la más “hardcore”, desde  la  más tendida y llevadera hasta sendas estrechas, repletas de  pinochas y  piedra suelta; duros repechos que nos ponían a prueba y nos  hacían sudar para poder avanzar; algunos tramos hormigonados, más cómodos pero empinados; largas subidas a la sombra y  las más severas,  descansando en el  soleado calvero, reposando en  el espeso piornal. En nuestro cabalgar, el caballero “Alfa”,  Diego “Sin Miedo”,   va marcando el territorio (en distintos puntos) para avisar “al enemigo” del cerramiento en propiedad; Alberto y Antonio Medina, no dan tregua y escalan que se las pelan (¡¡¡Y eso que estuvieron de fiesta!!!); el amigo Gabriel “Machaque” va de menos a más, cambiando las curvas de lugar,  al tran-tran y  con tesón hacia la cima se enfila, con ganas de llegar; El Relatero, en esta ocasión, sufro algo más de los normal , pero  no  voy a claudicar  por tener un día regular.  Poco a poco vamos sumando desnivel en las piernas, los últimos “doscientos” de tortura, a medida que vamos ganando altura; “sacos” de  cantos rodados de todos los tamaños, para dar más emoción a la épica montañera,  que nos hacían desmontar algunos metros, “no me cabe la menor duda, que tanto sufrimiento merecerá la pena”. Lo más positivo, las privilegiadas y lujosas vistas a media ladera que van sofocando y alimentando “la dulce agonía”; divisamos “El Barranco de las Cinco Villas”, El Puerto del Pico y El Torozo más al fondo, para coger resuello y continuar con la temerosa ascensión. El momento de coronar es un festival de ambiguas pero satisfactorias  sensaciones; desde “el pódium sagrado”, con admiración y satisfacción nos recreamos, saboreamos los gratos momentos y al instante, se esfuman los menos buenos; reconocemos el camino andado y otras cumbres  en el día conquistadas. Por supuesto,  echamos “un tentempié” (algo tarde), fruta y otros alimentos, para llenar la andorga y recuperar fuerzas y el amigo Gabriel, después del descomunal esfuerzo,  acurrucado a la sombra de los piornos “su momento del bocata” no  perdona.




























En el descenso, “nos piden cuidado” en este primer tramo,  porque vamos a bajar por “un arrastradero” de tierra y de piedras descolocadas, repleto; la larga bajada, más cómoda y amena por el puerto,  la hacemos en un santiamén, mientras aprovechamos para recuperarnos del “empinado perfil”. Para andar bien de hora, la opción más directa, pasando por las villas del Arenal y El Hornillo, a través de un túnel de pinos cargados de agradables fragancias; localidades animadas por las principales vías y “el sprint final” para arribar en el  punto de partida. Para clausurar la laureada aventura, deliciosas viandas y jarras bien heladas de zumo de cebada, para brindar por la jornada y muchas más. “Confía en el tiempo, suele dar dulces salidas a muchas  amargas dificultades”. Hasta la próxima.

 En conclusión, ruta circular de 54 kms ( desnivel: 1500m+). Los principales caminos transitados han sido: Camino de las Piscinas Naturales, Los Torrejones, GR 293, El Mollete, La Machacona, Las Majadas, Las Parcelas, Camino de La Morañega, Penca Baja, Las Mesillas, Los Hornitos, Puerto de la Centenera, Los Zahurdones, Senda de las Morañegas, El Cibuerco, Los Helechares, Los Nebradillos, Collado de la Centenera- El Arenal- El Hornillo- Arenas de San Pedro.


Buen día…………….SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”




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