lunes, 12 de agosto de 2019

Ruta: IX AQUELARRE BURRICLISTA


Viernes, nueve de agosto es el día fijado  para la anual  bacanal bajo la bóveda estrellada; once caballeros “iluminatis” entre veleños y gamones, veteranos y nobeles,  acudimos al pactado punto de encuentro. Con las burricletas bien dispuestas y engalanadas para la extraordinaria ocasión, achiperres cada vez más sofisticados  para guiarnos a través de la inmensa  oscuridad y los zurrones cargados  de armonía y mucha ilusión. Entre el  amigo Ángel “El Guerrero” y Roberto “El Bueno” nos propusieron y “aprobamos” una nueva ruta nocturna,   inédita  hasta la fecha: Montesclaros atravesando dehesas y prados.


Como cada año, acudimos a la nítida  llamada  de la noche, “donde todos los gatos son pardos”, donde los sueños se pueden “acariciar” y todos los deseos se hacen realidad; los temidos dragones “escupen” pétalos de algodón dulce, donde los cuervos de los cuentos  se vuelven blancos, el unicornio alado sigue nuestros pasos y las ninfas de las encinas danzan a nuestro alrededor,  dando brillo a  los rincones más sombríos;  jugamos a colorear  parajes visitados con la luz del día y a inventarnos noches interminables y  mágicas en la mejor compañía. Sueños y utopías hacemos realidad, montados sobre nuestros corceles multicolores, viajes imposibles y fantásticas etapas con sabor a chocolate, vainilla y miel,  para enmarcar como las mejores batallas logradas. Perseguimos  paisajes de fantasía colgados de la nada, veredas interminables para recorrer la historia; visitamos oscuras aldeas de otras épocas, senderos que atraviesan “la frágil línea del tiempo”, avistamos  embarcaciones  piratas surcando los feroces  arenales  y recolectamos estrellas para regalar “a todos los que no pueden llegar”. “Si tus sueños son grandes, es porque tu capacidad de lograrlos también lo es”. “El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños”.
















Entre dos luces iniciamos la jornada, bien agrupados cabalgamos por la periferia de la villa veleña; ajustamos y probamos las luces y pilotos de señalización, a la vez que de todo un poco vamos hablando,  mientras la oscuridad de la noche sobre nosotros  se va acoplando. Nos hacemos con los incómodos arenales, escalamos cerros “bien iluminados”, extremamos las  precauciones por los puntos como críticos señalados. Disfrutamos de las difusas vistas nocturnas, del  contagioso silencio que inunda nuestro cabalgar y del agradable frescor que hace tiempo nos acompaña por la hilera “alumbrada”. “La noche tiene un color especial”, alegres sensaciones que “nos hacen delirar” y una mezcla de aire místico y mágico que la hace especial. Reconocemos cada metro que recorremos en la tendida ascensión, un guardaganados por aquí, una portera más allá, una senda de lo más especial y un callejón de jaras para coronar. Cabalgamos a buen ritmo, sin dejar de mirar para atrás, disfrutando de los secretos de la noche  ya cerrada, de los caminos explorados desde hace años y de la excelente compañía, que hace “la marcha” más amena y especial. Por “la puerta de atrás” arribamos en la plaza montesa; banderines de colores engalanan la concurrida explanada, terrazas a estas horas repletas y nos encontramos con Diego “Sin Miedo” vestido de “paisano”. Nos da novedades y mientras en nuestros minutos de descanso  “picoteamos un tentempié”,  intercambiamos opiniones y posibles rutas para realizar próximamente.






















El camino de vuelta, es todavía más divertido y llevadero; nuestros juegos de luces,  se pasean por la imponente y silenciosa dehesa. Abrimos las correspondientes porteras, nos guiamos por las charcas y arroyos secos,  intuimos las  vaguadas antiguamente “más transitadas”, avisamos sobre “las trampas” (roderas abiertas) que se “posan” en las cuestas abajo, mientras nos  escabullimos entre una tropa  de encinas que con tacto y sigilosamente nos vigilan. En nuestro armonioso cabalgar, nos adueñamos de la cúpula estrellada, de los misteriosos caminos,  mientras el hechizo de “La Dama Negra” nos tienta y de la intrépida escuadra se apodera. Sin sobresaltos,  cruzamos el río y la calleja de zarzas bien adecentada,  no nos opone resistencia. Por “las pistas de Casillas”, alegramos la marcha, unos se prueban y otros continuamos de “charleta”, vigilando la retaguardia y  degustando los exquisitos placeres,  que “La generosa  Dama” nos ofrece  bajo el “disimulado” manto de estrellas. Sin más novedad, “por el molino”  volvemos a circunvalar la villa veleña, saboreamos los últimos metros, sin dejar de recordar la entretenida  etapa. “Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos”. Hasta la próxima.


En definitiva, ruta circular de 43 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de Los Perales- Camino de Mejorada, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Los Huertos, Camino de Los Pinos-Colmenas- Camino de La Herrería- Cañada Real Leonesa Oriental- Camino de Talavera a Montesclaros. Camino de Montesclaros-Talavera- Velada.

Buen día…….SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”

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