Viernes, nueve de agosto es el día
fijado para la anual bacanal bajo la bóveda estrellada; once
caballeros “iluminatis” entre veleños y gamones, veteranos y nobeles, acudimos al pactado punto de encuentro. Con
las burricletas bien dispuestas y engalanadas para la extraordinaria ocasión,
achiperres cada vez más sofisticados para guiarnos a través de la inmensa oscuridad y los zurrones cargados de armonía y mucha ilusión. Entre el amigo Ángel “El Guerrero” y Roberto “El Bueno”
nos propusieron y “aprobamos” una nueva ruta nocturna, inédita
hasta la fecha: Montesclaros atravesando dehesas y prados.
Como cada año, acudimos a la nítida llamada de la noche, “donde todos los gatos son
pardos”, donde los sueños se pueden “acariciar” y todos los deseos se hacen
realidad; los temidos dragones “escupen” pétalos de algodón dulce, donde los cuervos
de los cuentos se vuelven blancos, el
unicornio alado sigue nuestros pasos y las ninfas de las encinas danzan a
nuestro alrededor, dando brillo a los rincones más sombríos; jugamos a colorear parajes visitados con la luz del día y a
inventarnos noches interminables y mágicas en la mejor compañía. Sueños y utopías
hacemos realidad, montados sobre nuestros corceles multicolores, viajes
imposibles y fantásticas etapas con sabor a chocolate, vainilla y miel, para enmarcar como las mejores batallas logradas.
Perseguimos paisajes de fantasía
colgados de la nada, veredas interminables para recorrer la historia; visitamos
oscuras aldeas de otras épocas, senderos que atraviesan “la frágil línea del
tiempo”, avistamos embarcaciones piratas surcando los feroces arenales y recolectamos estrellas para regalar “a todos
los que no pueden llegar”. “Si tus sueños son grandes, es porque tu capacidad
de lograrlos también lo es”. “El futuro pertenece a aquellos que creen en la
belleza de sus sueños”.
Entre dos luces iniciamos la jornada,
bien agrupados cabalgamos por la periferia de la villa veleña; ajustamos y
probamos las luces y pilotos de señalización, a la vez que de todo un poco
vamos hablando, mientras la oscuridad de
la noche sobre nosotros se va acoplando.
Nos hacemos con los incómodos arenales, escalamos cerros “bien iluminados”,
extremamos las precauciones por los
puntos como críticos señalados. Disfrutamos de las difusas vistas nocturnas,
del contagioso silencio que inunda
nuestro cabalgar y del agradable frescor que hace tiempo nos acompaña por la
hilera “alumbrada”. “La noche tiene un color especial”, alegres sensaciones que
“nos hacen delirar” y una mezcla de aire místico y mágico que la hace especial.
Reconocemos cada metro que recorremos en la tendida ascensión, un guardaganados por aquí, una portera más allá, una senda de lo más especial y un callejón de
jaras para coronar. Cabalgamos a buen ritmo, sin dejar de mirar para atrás, disfrutando
de los secretos de la noche ya cerrada,
de los caminos explorados desde hace años y de la excelente compañía, que hace
“la marcha” más amena y especial. Por “la puerta de atrás” arribamos en la
plaza montesa; banderines de colores engalanan la concurrida explanada,
terrazas a estas horas repletas y nos encontramos con Diego “Sin Miedo” vestido
de “paisano”. Nos da novedades y mientras en nuestros minutos de descanso “picoteamos un tentempié”, intercambiamos opiniones y posibles rutas
para realizar próximamente.
El camino de vuelta, es todavía más divertido y llevadero; nuestros juegos de luces, se
pasean por la imponente y silenciosa dehesa. Abrimos las correspondientes
porteras, nos guiamos por las charcas y arroyos secos, intuimos las vaguadas antiguamente “más transitadas”,
avisamos sobre “las trampas” (roderas abiertas) que se “posan” en las cuestas
abajo, mientras nos escabullimos entre una
tropa de encinas que con tacto y
sigilosamente nos vigilan. En nuestro armonioso cabalgar, nos adueñamos de la
cúpula estrellada, de los misteriosos caminos, mientras el hechizo de “La Dama Negra” nos
tienta y de la intrépida escuadra se apodera. Sin sobresaltos, cruzamos el río y la calleja de zarzas bien
adecentada, no nos opone resistencia.
Por “las pistas de Casillas”, alegramos la marcha, unos se prueban y otros
continuamos de “charleta”, vigilando la retaguardia y degustando los exquisitos placeres, que “La generosa Dama” nos ofrece bajo el “disimulado” manto de estrellas. Sin
más novedad, “por el molino” volvemos a
circunvalar la villa veleña, saboreamos los últimos metros, sin dejar de
recordar la entretenida etapa. “Todos
tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos”. Hasta
la próxima.
En definitiva, ruta circular de 43
kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de Los
Perales- Camino de Mejorada, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Los
Huertos, Camino de Los Pinos-Colmenas- Camino de La Herrería- Cañada Real
Leonesa Oriental- Camino de Talavera a Montesclaros. Camino de
Montesclaros-Talavera- Velada.
Buen día…….SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”
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