Domingo, diecisiete de mayo, con la
burricleta bien dispuesta, me preparo para hacer otra etapa aventurera, con visos
de quijotesca; por supuesto, la propuesta ya está pactada y encima de la mesa;
bien ataviado con el hábito de “romano”, de corto según nos indica el
termómetro, ya que, se esperan que poco a poco vayan escalando las
temperaturas. Mantenemos las pautas dictadas, rutas en solitario y sin salirnos
del término municipal de Velada; algunos días, son todo un lujo rodar en
solitario, me acompaña un cielo asombrosamente azulado y limpio, envuelto en
una vistosa capa de aire transparente y lúcido. A mi paso, por el camino de
Arenas, al fondo asoman las envidiables vistas serrranas; por la rápida bajada,
“me esmero” para coger impulso en el pasillo de la antesala y a mi diestra, altos
pastos “se asoman” camuflando a la expectante vacada. Sobre la marcha, saludo a
Vitorino, que me comenta, “que él va más tranquilo hacia el pantano”; más
adelante, se me abren las puertas del apaciguado paraje adehesado y para
empezar a alegrar mañana, posando a tres metros, un jabato ejemplar, y cuando
todavía no me he recuperado de la digna estampa, una decena de cérvidos me
saludan, reposando debajo de las encinas, sobre la hierba fresca, ¡¡¡qué
pasada!!! ¿Quién da más? Voy levitando por el bosque arbolado, retozando sobre
el estrepitoso silencio, esquivando los charcos “regalados” por las altruistas
lluvias de los últimos días; entre robustos alcornoques y un batallón de
encinas, ensimismado, cabalgo por el reposado rincón; alucinantes paisajes
floridos, estampados de colores alegres y vivos, continúo tentando a los cenagales
estancados, “y tanto ir el cántaro a la fuente”, en alguno, “pinrel al agua”.
Por estos lares, sigo postrado en la catártica postal, mientras agradezco a la
madre natura, las prolijas vistas que nos regala; en movimiento me entretengo
con “las musarañas”, mientras arribo en el ameno regato, bien surtido de cristalinas
aguas, me recreo unos minutos en la florida orilla.
De vuelta, desenredo “lo andado”, “mismo
camino, pero distintos actores”; desde otra perspectiva, diviso las panorámicas
anteriores; las mismas porteras, el mismo rebaño de ovejas, la misma loada
arboleda, los astados que en la ida no estaban, algunos buitres y aguiluchos revoloteando
sobre mi cabeza ¿habrán salido al “super” a por la cesta de la compra?, los mismos
charcos, los mismos establos y casas de labranza. El mismo paisaje, pero desde
perspectivas distintas, diferentes tonalidades sobre el vistoso decorado, al
igual que el enfoque de los colores, ha mutado, según la posición de la luz; el
zarpazo del aire también ha cambiado su dirección, el juego de las sombras
ahora proyectan otras subjetivas imágenes, los olores han transformado el
escenario, la diversidad de la fauna también ha cambiado de posición, ni el
tiempo ni la hora ya son los mismos, todo es “aparentemente” igual, pero a la
vez “tan diferente”. Podemos recorrer el camino mil veces, pero éste ya no es
el mismo, yo tampoco. Para completar la jornada, “un voltio” por la infinita
llanura, algunos repechos, para calentar “las piernas”; saludo a Gabriel “el
amigo”, que “a voces me ha alertado”, desde una distancia prudencial, nos damos
“novedades” y continuamos cada uno con nuestro camino. Con el aire de cara
-casi todo el recorrido de vuelta-, escalo por el alto de “Las Casillas”, “el tío
Prude” me arenga y anima con su garrota, “si no te vas a bajar”; circunvalo la
localidad veleña, para alargar la etapa y disfrutar algo más, de la agradable
jornada. “Lo más constante en esta vida es el cambio: todo fluye, nada
permanece. Nunca te bañarás dos veces en el mismo río”.
Resumiendo, ruta circular de 42 kms. Los
principales caminos transitados han sido: Camino de Velada-Arenas-Navalcán-Parrillas
(vuelta), Camino del Toril- Camino de Casillas (Alto), Barbú, Camino Ermita de
Gracia, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino del Corchito, Pilón de Los Moralos,
Camino Real de Los Veratos.
Buen día…………………..SALUD.
“…..mil caminos por andar y mucho tiempo
perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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