En primer lugar, desde estas líneas, me
voy a permitir la licencia de felicitar a todo un campeón, pero mejor persona
si cabe: Lhesem Sidahmed, una vez más lo ha vuelto a conseguir, a finales del
mes de febrero se proclamó campeón de la XX Marathon del Sáhara (2020),
traduciendo, 42 kilómetros de carrera a pie por el desierto. En la jornada festiva
de hoy (7-6-20), hemos tenido la suerte de disfrutar de su agradable compañía, su
grandeza y su bondad ¡¡¡todo un lujo para el grupo!!! Desde el aprecio y la
admiración, enhorabuena campeón. Esperamos que nos puedas acompañar más fines
de semana: “La sencillez y la humildad son grandes valores que van de la mano y
que imprimen al corazón un brillo especial…..”
Domingo, siete de junio, en el habitual
punto de encuentro, acudimos siete caballeros veleños; con las burricletas
prestas y bien dispuestas, vamos sumando unidades al desperdigado pelotón,
después del obligado confinamiento y las salidas individuales cada uno por sus
respectivos territorios municipales. Acude “El Gran Maestre”, que espera a “sus
pupilos”, para hacer una etapa de menor entidad, “después de la jarana
nocturna, éstos no sé si acudirán” -no comenta el laureado maestro. También,
acude Martín “El Fiero”, Gabriel “Machaque”, Jesús “El Serrano”, Roberto “El
Bueno”, Francis “Sevilla” y como invitado de honor, Lhesem “La Gacela del
Sáhara”. Además, en la villa “cagarrache” nos aguardan “otros tantos”, (entre
veleños y talaveranos) con Ilde “El
Suegro”, como reconocida autoridad, a la
cabeza del segundo grupo de congregados.
Comenzamos la jornada, después de tanto
tiempo, nos damos novedades, por dónde hemos andado, cómo lo hemos pasado, qué
tal los familiares y demás; agradables temperaturas para cabalgar y sin darnos
cuenta, se nos presenta “la empinada Gamonosa”, “al tran-tran” que esto acaba
de empezar; nos zarandeamos por los parajes cerreros, desfile “de modelos”,
posados para la foto de rigor, mientras damos la talla por los repechos que
salen a nuestro encuentro. Cruzamos la villas vecinas, todavía “dormidas” y sin
movimiento por las calles vacías; en la localidad “cagarrache”, en el lugar
pactado, nos reencontramos con amigos y compañeros de fatiga, -para aumentar la
cuadrilla- también nos damos novedades, nos alegramos de vernos y vamos “al
grano”. Esto ya es “otra historia”, disfrutar de la buena compañía, poder rodar
en grupo, el deseado encuentro, hace más agradable dicho momento. A buen ritmo,
cabalgamos por parajes que ya se echaban de menos, los acogedores y silenciados
cerros, con la bajada al “inframundo” del Marrupejo. Desde aquí, nos adentramos
por parajes más asilvestrados, sembrados en el iluminado rincón; rodamos en
armonía, fotografía por aquí, fotografía por allá, los “flashes” tampoco paran,
parece que hay “hambre de saborear”, nos
agrupamos cuando es necesario, todos esperamos y ningún componente queda en el
olvido. También paramos en Sotillo, a llenar “la andorga”, minutos de relax y
vuelta a empezar.
Reemprendemos la marcha, todavía
montados en el animado tobogán, “toca apretar” por la cuesta hormigonada y pericia
por la pista de chinas atiborrada, mientras nos recreamos por los paisajes
multicolores y arbolados, vamos restando los subes y bajas de la épica etapa.
“La serpiente multicolor” nos movemos con soltura, algunos se exhiben en las
subidas, otros pierden el respeto en las bajadas, mientras vamos sumando
desnivel y metros a la kilometrada. Sin apenas darnos cuenta, cruzamos Cervera de los Montes y en “el puerto del depósito”, -ante la duda de “los gallos”- Roberto “El
Bueno” coge los puntos del “más combativo”; ¿la mejor alternativa? nos metemos por “la senda de los
contrabandistas” -había ganas de senderos- disfrutando por la angosta “línea”, los
contrastes de colores nos dejan pasmados, también, miramos de reojo hacia las anchurosas praderas
y la fiel estampa de los campos cosechados y altos pastos, que encontramos a
nuestro paso. En Segurilla, nos volvemos a despedir del comando de Talavera,
mientras el séptimo veleño nos perdemos por la vía de los colegios; cruzamos la
villa “zorrera”, dirección Gamonal; todavía nos acompaña el aire fresco,
llevadero sin rastro del amenazante calor, surcamos esta vertiente cerrera;
hacemos las pertinentes cuestas, por pasos agrietados y “maltratados” por los
últimos aguaceros, resguardados a la sombra de los discontinuos repechos por las piedras
caballeras, mientras el alto de la Atalaya, nos controla otro día más.
Disfrutamos el entretenido descenso, contamos las curvas y planeamos entre
encinas que nos sirven de escudo y guía; atrás dejamos el pueblo gamón, tenemos
ganas de más -grita la afición; nos adentramos en “parajes indios”, mientras rodamos con salero por la circunvalación,
algunos compañeros también dan por concluida la jornada. Sin novedad por el Carril
de las Mulas, por el término adehesado sumamos minutos y distancia con el aire
en contra, antes de entrar al camino “imperial”; sin prisa pero sin pausa, recogemos
los caminos, hacemos otro garabato en el mapa, echamos de comer a las vacas y nos inventamos el circuito sobre la
marcha, “el caso es no volver a casa”, hasta que nos despedimos para la próxima
semana. ”La fama, aunque dulce, es breve
y efímera. El prestigio, en cambio es un camino de esfuerzo y dedicación, que
desemboca en respeto, confianza y reconocimiento”.
En definitiva, ruta circular de 70
kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de Velada-
Mejorad- Segurilla, Antiguo Camino de Segurilla-Sotillo-Cervera, Senda de los
Leñadores-Segurilla-Mejorada-Gamonal, Camino de Casaquemada, Carril de Las
Mulas, Camino Real, Camino del Corchito-Carril de Las Mulas- Chilines, Camino
de Gamonal-Velada.
Buen día…………..SALUD.
“…..mil caminos por andar y mucho tiempo
perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.
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