lunes, 6 de marzo de 2023

Ruta: Circular Motores-El Parral-Aldea Arango.

 

Domingo (5-3-2023), seis caballeros veleños nos presentamos al habitual punto de encuentro; con las burricletas prestas y bien dispuestas, nos proponemos, para afrontar la enésima contienda. Dos compañeros “con altos cargos”, se van de llaneo; los demás, previo acuerdo, partimos hacia territorios navalqueños, con sierra de regalo; incluye,  “pensión completa”,  “cerrear”,  un laberinto de subidas,  con recortes de épicas etapas “de antaño” y que hoy, todavía continuamos andorreando y “degustando”.

Comenzamos la jornada y salimos a “pacer” por la zona más adehesada, dirección el pantano; mañana serena y agradable, después de que el tempranero airoteo se esconda y desaparezca ante nuestra presencia. Cabalgamos tranquilamente, “sin prisas pero sin pausa” por la vistosa pantalla, repleta de encinas y “una quietud pasmosa” que se adueña del profundo encinar. Salvamos repletos arroyos y profundas charcas, esparcidos por  el monte bajo y el camino arbolado.

Afrontamos sin sobresaltos la primera parte de la jornada y desde la localidad de Navalcán, comenzamos a “remendar” el entretenido “tobogán”. Con la Sierra de Gredos “al fondo”, nos motivamos, inspiramos y venimos arriba –bajando´- por este paraíso rural. “Aterrizamos” en la sonora orilla del río Tiétar; nos quedamos “pasmados” ante la tremenda estampa: la profusa corriente, prisionera entre cortados y brutales pedrancales. Reponemos fuerzas –por picar algo- mientras nos recreamos  con las afortunadas  inmediaciones y el encantado paisaje que nos hipnotiza.

Desde este punto, comenzamos “la etapa de montaña”; tendidas subidas que nos ponen a prueba y que nos “emboban y embelesan” por la serranía navalqueña. Cuando nos adentramos “en el pan y vino”,  mojamos en todos los repechos, encajonados entre altas paredes y lujosos cerretes. Nos escurrimos con soltura por la “estirada montaña rusa”; esperamos y nos agrupamos cuando “nos descolgamos” por las dominancias “del Águila”. Un callejón de pinos y extensos jarales,  nos avisan que la escalada ha expirado y nos enfrentamos a terrenos más llevaderos.

La cuerda, bien acicalada y arreglada –aparece en versión autovía -, se hace rápida, mientras nos detenemos a contemplar el espectáculo que nos brindan “unos cuantos gamos”. Otra panorámica,  que nos regala el relajado encinar y se disparan los recuerdos y añoranzas de tan buenas jornadas. Las antiguas casas y sus acogedores pobladores, antes de adentrarnos en la “ficticia y fantástica” postal del bosque. Nos recreamos por la “asilvestrada bajada”, rememorando antiguas jornadas, pero todavía sobreviven  el duende y los destellos de magia. En lo personal, cabalgar por estos lares, me sigue haciendo “tilín”, brindamos sobre la marcha y nos citamos para “trepar” el desgajado escenario. Por los llanos del “Baldío” cuatro gotas de agua comienzan a caer y olor a tierra mojada para clausurar la excelente jornada………….

Destacar de la ruta, la perenne tranquilidad que recorre todo el monte, el paisaje de encinas que hemos bordeado en toda nuestra ruta, así como el privilegiado entorno de Navalcán (río Tiétar, sierra del Águila) por el que hemos cabalgado toda la mañana. No menos impresionante, “el paseo” por el rincón de Aldea Arango y todo el bosque,  con parajes de antaño, bien conservados y que nos transportan y remontan a bastantes años atrás; épicas jornadas y que nos coronaban al llegar a sus fortificadas casas . “El que no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra….”


 Resumiendo, ruta circular de 64 kms (900m. aprox. D+). Los principales caminos transitados han sido: Camino de Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de los Veratos, Camino de Navalmoral, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Talavera-Navalcán, Camino de Valcasillo, Camino Tiétar, Camino de Pan y Agua, Camino de Navalcán-Arenas, Camino de la Cuerda, Camino del Boquerón, Camino de Aldea Arango (Bosque, Toril) -Velada.
















Buen día…………SALUD.


“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido, sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.

 

 

 

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