Domingo
veintidós de noviembre, no se equivocaron las predicciones frioleras y de golpe,
bajada abismal de las templadas temperaturas. Al pactado lugar de encuentro,
“muchos” fueron los llamados, pero entre
caballeros veleños, aspirantes a escuderos y Oscar Boliche en representación
del pueblo “gamón”, sólo ocho (por
motivos varios) fuimos los elegidos. Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la exigente y
desconocida contienda, nos presentamos para librar la arcana misión ; en
el fresco ambiente, flotan jirones de fiesta y se respiran las agradables sensaciones de las sonadas gestas. El Gran Maeste arenga a sus
“adormilados” discípulos, les lee la precisa táctica, plasmada en el arrugado cartapacio, con la consigna bien
clara, “a la conquista de los territorios de Valdeverdeja”.
Comenzamos la jornada, por “los cuadros de
la vega” en busca de la vasta cañada; es prioridad para bien rodar, entrar en calor por el llano
solar; marchamos con ganas y más animados todavía, a nuestro paso, avistamos el
rastro del tímido aguazo e indicios de las primeras heladas, reposando en la
infinita explanada; también nos topamos con tramos “que tienen algo de barro” y un buen charco también
esquivamos. Combatimos las bajas temperaturas, con amenizadas chácharas y sin
dejar de pedalear, desde la parte trasera nos dan el alto; Ilde “El Suegro” la
burricleta ha pinchado, –“bien empezamos”-; unos pocos tiran hacia adelante y
otros tantos, a solucionar el entuerto nos quedamos,-“hasta el líquido estaba
congelado”, cámara nueva y asunto arreglado. Después del fácil incidente,
tiramos millas y “volamos con alegría”; en la aldea de Alcañizo, nos aguardan
los demás compañeros, “les damos novedades” y en el camino bien marcado nos adentramos; la refulgente siembra se
pierde más allá del horizonte, mientras nosotros, del sospechoso desvío “vamos
bien pendientes”. Cruzamos “el guardaganados” esperado y nos perdemos por el
espeso encinar, mientras contemplamos
las maqueadas estampas, por la bondad del otoño donadas. Atrás dejamos grandes
establos y casas de labranza “bien cuidadas”, también pasamos “por el hotel de lujo”, antes de llegar a un tramo de asfalto. En
principio, la marcha es cómoda y distendida, hasta que el susodicho “pica
parriba”, en pleno apretón, Pedro “Hierros”, “su cadena hace trizas”; segundo
parte del día”. Nos echamos a un lado, al “Maestro” le mandamos “no parar”,
mientras preparamos las herramientas
para operar; Roberto “El Bueno”, toma el mando en el quirófano y en un
plis-plas, otro asunto arreglado. A lo lejos, escuchamos “una ráfaga de
disparos”, ¡¡¡ostras!!! “esperemos que al Águila de Alcañizo” no le hayan
alcanzado” –entre risas comentamos-. Después de la parada obligada, rematamos
la estirada escalada; en la población del Torrico era la espera, nos agrupamos
todos y toca preguntar; “utilizamos el comodín del público” y un amable
lugareño -nos deja en el camino adecuado- mientras nos comenta “que somos muy
mal mandados” (íbamos para otro lado”). Nos montamos en un continuo sube y
baja, “pero es la dirección adecuada”, hace ya un buen rato, que subimos el
termómetro; vemos indicaciones “de la correcta vía” y por la despistada retaguardia,
tomamos la arcaica villa asentada sobre el
valle del Tajo. Inmortalizamos el digno momento, cruzamos las principales
calles, “la ermita, para otro día”, mientras nos lanzamos por la bajada
divertida; la angosta vereda, ensamblada en una verdosa alfombra, encajonada entre los canchales de piedra y
los pasos escarpados –hacia abajo- bien resguardados, hacen las delicias de los
congregados. Nos dejamos llevar por la cartelería, en un descenso bendecido por
la palpable armonía, amarramos las burricletas en los empedrados vallados y
ante los allí presentes, las majestuosas vistas nos dejan helados; los márgenes
del animado río, los afilados riscos y los longevos molinos, “eran el tesoro
escondido”, pero de “las ninfas molineras” ni rastro hay, “¿dónde se habrán
resguardado?”. Unos metros bajamos
andando, excepto Pedro “Hierros”, que tomó “el mojón” menos bueno; con la
burricleta levantada sobre la cabeza, es la señal de la “casi lograda hazaña”
–había que volver-. Enmarcamos los dulces momentos, nos recreamos y nos
postramos ante el encomiado paraje y “El
Gran Maestre” anuncia a los cuatro
vientos “el reto conseguido”, felicita a
sus intrépidos pupilos, mientras en voz alta, vitoreamos con las manos en alto, los
conocidos lemas de la escuadra veleña (“AUR, AUR, AUR”, “FUERZA Y VIGOR Y VINO
PARA EL CORAZÓN”) ante las calmadas aguas. Rastreamos el abigarrado terreno y en la olvidada oquedad nos adentramos, a la
vez que estamos repostando, “hay que coger fuerzas que toca volver”.
Reemprendemos la marcha, “toca
escalada, bonita y entretenida”,
salvamos los recovecos empedrados con fuerza y pericia, “ante la belleza de un
escenario de fantasía”; nos reagrupamos y para no volver “por los pasos
andados”, tiramos por el camino mejor indicado “aunque seguimos montados en el
tendido ascenso”. Nos reagrupamos las veces que haga falta –comentamos en la
parte delantera- “y cuando hay que esperar se espera” –también comentamos-
.Hacia “El Torrico”, volvemos por el mismo caminos, desde aquí, “¿jugamos a
perdernos?” y marchamos “hacia lo desconocido” (No volvemos por la planta de
reciclaje); para hacer más grandiosa la hazaña, nos colamos en cuadros “con esmero coloreados”, generosas siembras
haciendo acto de presencia, hasta que nos quedamos sin el camino señalado y campo a través, cogemos la amena senda
entre chaparreras, retamas, tomillos y
alguna escondida piedra que nos llevan al “carreterín de Herreruela”. A nuestro
paso, la engalanada dehesa por la vía de asfalto, antes de girar al escondido
camino “en otra épica conquistado”; escuchamos comentarios varios y los que
iremos pensando, “¡¡vaya vuelta que estamos dando!!”, “¿a qué hora llegaremos?”,
“ya no hay vuelta atrás” “para el domingo que viene, todos de zafarrancho de limpieza en casa” y otros nos persignamos
(jajajajjajajaajajaja). Por lo menos, la anónima alternativa nos resulta
entretenida y bastante colorida, saludamos a una pareja de “caballistas” y
allí, al fondo “las torretas del
castillo” ya se atisban. Cruzamos la villa de “la princesa rescatada”, no vamos
mal de hora, pero ya empezamos a “gestionar algunas llamadas” (“por lo que
pueda pasar” –algunos tenemos que dar novedades-) Desde este punto, tanteamos
varias opciones, pero cogemos el camino
más recto, “¿pero el más corto?”, hacia la vía de servicio, “por mayoría hemos
decidido”; “volamos por la pista llana” y hace ya un rato que la retaguardia
flaquea –calambres y tirones después de tantas emociones- Pedro “Hierros” (-vaya plan de entrenamiento que te preparamos-
) y Cristobalón, remolcan a los heridos en “el combate de Los Molinos”. En
plena autovía, una grúa auxilia a un vehículo averiado y “El Gran Maestre”,
quiere dar un parte y solicitar el servicio de ayuda en carretera –mientras
reímos por la ocurrente idea- . Varios
gestos de compañerismo y solidaridad, también bajamos “el ritmo infernal” y un par de veces más volvemos a esperar; despedimos a los amigos gamoninos en el paso de los espigados eucaliptos y los demás, al tran-tran con ánimos y apoyos, a las dos en
punto llegamos a nuestro destino con el enésimo desafío conseguido; nueva epopeya para recordar y en los anales
de la historia encontrar; “poder disfrutar de los buenos recuerdos de la vida,
es vivir dos veces” y “no se pueden llevar a cabo grandes hazañas cuando se
está en una disposición anímica normal”; "AUR, AUR, AUR".
Resumiendo, ruta circular de 90
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cuadros de la Vega,
Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Los Molinos, Camino de Alcolea de Tajo,
Camino de Zurrabotas, Camino de Pozuelos, TO-7014-V, Camino de Valdeverdeja,
Camino-senda de Los Molinos, Camino de La Dehesa, Camino del Torrico,
Carril de Las Lomas, Camino del Torrico
a Herreruela, Camino del Corralejo, Camino del Torrico a Oropesa, Camino de
Alcañizo, Camino de Torralba, Vía de Servicio (N-V), CM-9510 a Velada.
Pd: Roberto, muchas gracias por tu
aportación fotográfica (2).
Buen día………….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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