lunes, 9 de noviembre de 2015

Ruta: Pico "La Fría"

     Sábado siete de noviembre, damos un respiro a las “castigadas” burricletas y nos ponemos las botas “andorreras”. Hacia el Puerto del Pico, salimos en caravana; unos pocos montañeros, van a repetir subida al Torozo. Domingo “El Maca” y el relatero, nos vamos a explorar otras novedosas vías, la subida al “peñón de la Fría”.  Los demás, con un gesto generoso, nos ceden la flamante  bandera  para que ondee en el clandestino pico.

      Iniciamos la jornada por la verdosa pradera, inundada de agua; echamos un vistazo al panel informativo y desde el minuto uno, comenzamos a “escalar” –sin protocolos ni “na”- . Según vamos tomando altura, echamos vistazos en todas las direcciones; allá a lo lejos,  vemos a los demás compañeros en la “otra sala”; también, avistamos el serpenteante puerto y el despertar del barranco de las cinco villas. Más cerca, se deja notar “el devastado lugar”, pinos centenarios “achicharrados” y una variedad de vegetación que comienza a aflorar,  un continuo “zig-zags” nos eleva  por pasos  aéreos a media ladera y  tupidos surtidores de aguas cristalinas agitando a la lúcida armonía. Vamos inmortalizando agradables momentos, se atisban mensajes de  expectación, aunque desde que partimos,  los ávidos sentidos “van en modo on”. Continuamos por la estrecha senda,  bien “balizada” con tablillas y “mojones de cantos”,  todo  un lujoso escaparate, para el recreo y el deleite de los montañeros presentes; hacemos los últimos escalones y nos recibe la acogedora explanada con bastas piedras engalanada; el antiguo chozo y la reconfortante fuente, nos indican que estamos sobre la correcta línea; por estos lares,  nos ataca una tormenta de tranquilidad y un silencio atronador, acompañan  nuestra agradecida soledad.  El amigo Domingo, me imparte una clase práctica (quedó degustar) de micología avanzada, “esto es una níscala”, también  me habla de manjares y exquisitas recetas; comentamos sobre el “destruido lugar”, tristes rastros, todavía presentes y otros temas más amenos por los sosegados senderos; mientras andamos, tenemos tiempo de todo  y en el “zumayo” cegado,  una liebre –sin consecuencias- echamos al saco. La banda sonora de las alegres chorreras,  continúa a nuestro paso; ante nosotros, tenemos otra izada muralla y un parque natural  de piedras temáticas, todavía por descifrar; al fondo, también  se dejan ver  las huellas de las primeras nevadas. Un mosaico de olores acompañan nuestros animosos pasos –“también huele a cabro”- . La amena vereda se alarga y empina, pero con las genuinas vistas, hasta “la dificultad se nos olvida”; comentamos “dónde vamos a llegar” y en un “plis-plas”, nos "topamos" con el confortable refugio. Paramos para contemplar el agraciado lugar,  echamos unas risas, nos recreamos con las dignas y reconocidas vistas, hacemos conjeturas y divagamos “durante un buen rato” y picamos algo –sin repostar-.



     

































































































     
     Retomamos la etapa, “Puerto del Arenal” pone en la tabla, -el chino también lo dice-, “pues vamos pallá”; por la espectacular vereda, de vez en cuando,  volvemos la vista atrás “para saborear mejor el preciado manjar”;  la senda empedrada, “disimuladamente”  hacia arriba comienza a “picar”; el aventurero compañero, no pierde “su particular sentido del humor” en ningún momento, -así el ascenso es más ameno-. Coronamos “otro puerto”, inmortalizamos el divertido momento, “nos toca recoger todas las placas del suelo”. Ahora, de frente, “comienza lo bueno, el placentero cresteo”; a nuestro paso, colosales monumentos multiformes, riscos de todos los colores y los lustrosos piornos intentando cerrarnos la puerta de la cercana cima. Mirando “hacia atrás” en este último tramo –nos imaginamos y acordamos otra alternativa (“¿mejor y  más divertida?”) para próximas subidas; hacemos un bordeo, “por todas partes hay  hitos”, a nuestras espaldas, tímidas nubes que amenazan; aquí, el aire frío también se deja notar,  un último esfuerzo y con cuidado –por la humedad pedrera- coronamos el ansiado punto. Contemplamos en todas las direcciones, admiramos desde el altar privilegiado, más fotos para el recuerdo y  unos “minutillos más” antes de marchar. Continuamos cresteando, tenemos que ir hacia allí, “a la piedra seta”; por la ancha pista, nos echamos unas risas, continuamos con los divertidos delirios, subimos “otra cuestecilla de piedras lavadas”, avistamos un rebaño de cabras montesas, con su “líder viejo y negro”; a estas horas,  buscamos un “regoviento”,  para descansar, poner la “mesa” y la andorga llenar. Lo dicho, buen momento, ¡¡qué rico el bocata!!  Y la cerveza “fresca y mareada” para Domingo “El Maca”; comentamos la marcha y anécdotas varias, sin dejar de contemplar la bondadosa panorámica que nos rodea.

     El camino de vuelta, es de bajada, “bien marcado”, bajamos por regueras de piedras, pasos rodados, esbeltas figuras empedradas  y enormes pinos quemados, antes de arribar en el chozo pastor. Desde aquí, otra vez por la vía conocida; bajamos sudando y  “con calores” ¿será por la digestión?, hacemos comentarios divertidos, ninguno de los dos, recordamos “por aquí haber subido”; escalones de madera y grandes hierros sujetando el terreno cedido, “los habrán puesto ahora, esta mañana no estaban”. Llevamos una buena “garbana” por el aéreo descenso; avistamos el puerto de llegada; al otro lado, el pico más elevado a lo lejos, saludando; cruzamos la pradera “bien regada”,  antes de llegar al “monumento de los caídos”. Aquí, hay un coro  postrado, escuchamos unos “cánticos”, ¿serán gregorianos o rumanos? ¿un homenaje por la épica jornada?¿el nuevo himno de los caballeros veleños? Más chistes, antes de dar por clausurada la fructífera etapa.




   





























































































      Resumiendo, ruta circular de 17,5 kms. Hemos iniciado la ruta desde El Puerto del Pico (1391 m); Senda la Rubía, Refugio Las Campanas- El Puerto del Arenal (1815 m), Collado de la Sillita, Pico La Fría (1983), Risco del Biezo, Senda la Rubía, Puerto del Pico.


Pd: Domingo, muchas gracias por tu aportación fotográfica (6).


Buen día…..SALUD.




“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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