Domingo quince de Mayo, después de algunos
sábados andorreando –y algunos
caballeros librando- volvemos “al tajo”;
en el habitual punto de encuentro, recogida de firmas para continuar con
nuestra cruzada particular: “caminos públicos ya”. Trece caballeros veleños,
fieles, acudimos a la cita burriclista y
desde las altas esferas, “El Molino
Montoya” es la consigna.
Iniciamos la jornada por las desiertas
callejas de Velada, hacia las afueras, dirección Arenas; avistamos el infinito
Baldío y de cháchara, vamos entretenidos, mientras rodamos en modo distendido
por los barrios contiguos. En breve, nos adentramos en la frondosa dehesa,
inundada por los generosos chaparrones de los días anteriores; avistamos un
rebaño de cérvidos que alegran la tenue estampa mañanera y cruzamos “unos cuantos charcos”, de todos los
tamaños, más profundos y “de lado a lado” bañando al colmado camino; tramos verdosos bien alfombrados, mientras, todos
coincidimos en ensalzar este paraje
espectacular, nos abandonamos a los encantos del plácido encinar. Después de tantos piropos y
lisonjas, arribamos al paso del gran río embravecido; tanteamos el terreno,
escuchamos “de todo” –incluso ¿abandonamos?-
pero, también de sus enfurecidas aguas,
cuenta nos damos. Andrés “El Líder” y El Carpin, por lo visto, no lo ven nada
claro y “sin avisar, abandonan la contienda”; los demás, con cortesía, nos invitamos a “pasar”; pero “El Gran Maestre”, predicando con el ejemplo,
“quiere ser el primero”; en estos momentos, se disparan los flashes y los
discípulos, jaleamos expectantes. Con valentía y mucho temple consigue domar a
las agitadas corrientes; como en la vida misma: “la palabra mueve pero el
ejemplo arrastra”, el resto de la
cuadrilla, vamos pasando, unos montados y otros descalzos, por el piso
hormigonado. Al otro lado, nos secamos y nos calzamos, para continuar por la
palpable quietud del bosque adehesado; más charcos y pasos embarrados, abrimos
las correspondientes porteras y desde la cañada, “hacía la aldea parrillana”.
Por el cuidado paseo a Navalcán llegamos, callejeamos y a los amables vecinos
saludamos; Roberto “El Bueno”, en este punto nos deja, “tiene que llegar pronto a casa”, según nos
comenta. A nuestro paso, verdosos prados, que auguran la abundancia de forrajes para la inminente “campaña” y al fondo, entre dispersos nublados, “la
blanca serreta” asomando; coqueteamos con la cómoda vía y por el efímero descenso, nos adentramos en un decorado más
asilvestrado; pasos quebrados y encharcados entre los crecidos y coloridos
hierbajos, espectaculares vistas, que nos ofrece la perdida senda, ante la
manifiesta complacencia. Ante nosotros, la grandiosa postal: el feroz torrente,
trotando desbocado y con estruendo “relinchando”, se cuela por los recovecos empedrados del
centenario molino. Resuenan con furia
sus bulliciosas aguas en el recóndito paraje, alejado de la vida artificial,
impasible en medio de “la nada”. Paramos
a repostar y a deleitarnos en el idílico
lugar; inmortalizamos “las
mejores instantáneas”, hartamos a nuestras sedientas retinas desde la profunda
maravilla y la andorga también llenamos “para
recuperarnos”.
Reemprendemos la marcha y nos “programamos”
en modo escalada por la abigarrada y tendida cuesta; recogemos detalles
escondidos y sacudimos el lustroso mosaico colorido. Afrontamos la discontinua
escalada con ganas, “cada cual como pueda” y arriba la espera. De uno en uno
vamos coronando y por eso de no
enfriarnos, “nos echamos otra vez pabajo”; buscamos al maestro y le damos
ánimos, “alguna ayuda” en forma de empujón y le acompañamos en su sufrida ascensión.
Después de agruparnos, continuamos por
vías más blandas y bastante embarradas,
pero tenemos llegada victoriosa en la villa de Navalcán; nos reciben con una
animada charanga y multitud de espectadores por las calles abarrotadas; con tanto reconocimiento y honores, salimos
reforzados de la localidad vecina y tomamos la más cómoda alternativa; atrás
dejamos Parrillas, cruzamos la cañada y volvemos a los caminos encharcados;
jaras en flor y chaparras empapadas dando cobijo al arroyo escondido; abrimos y
cerramos las porteras del relajado
encinar y otra vez cruzamos el bravío
río, así lo atestiguan fotografías y vídeos. Desde aquí, cambiamos el rumbo,
Ángel “El Guerrero” nos va a guiar, por
la Aliseda hacia la Fresneda; pero en el
ingenuo repecho, “la cadena rompe” El Relatero (“hacía rato que la mosca me
andaba rondando”); nada, “eslabón rápido” y en minuto y medio, solucionamos el
entuerto. A nuestro paso, continuamos cabalgando por medio de los abastecidos
charcos, saltamos otro portón y el
enésimo arroyuelo, antes de cruzar, de nuevo nos hace examinar el terreno; circunvalamos
la calmada fresneda, camuflada en un campo repleto del espigado centeno. Después del paseo de “recreo”,
salimos al anchuroso terralgo, en esta ocasión, de frescas hierbas y pastos bien abastecido, “este año
hay hartanza para el ganado” en nuestro cabalgar comentamos. Bajamos algunos hierros,
por la retaguardia se “encienden las alarmas”; algunos compañeros se adelantan
y aligeran su marcha “actos familiares
les aguardan”; los demás, vamos en procesión, saludamos a “los afanosos
sandieros”, avistamos una docena de águilas que de guateque por aquí andan, “hay
carne fresca”, pero nosotros no
olvidamos la parte trasera; mientras vemos, los últimos kilómetros pasar a
cámara lenta, escalamos el tendido repecho, algunos apretando, otros remolcando
y los demás, subiendo. Sin más novedad, por las inmediaciones del pueblo recortamos
y para la larga avenida, El Maestro “se reserva alguna bocanada” y además,
“quiere la etapa”, para redondear su encomiada hazaña.
En definitiva, ruta circular de 54
kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de
Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán-Parrillas, Camino de la Aliseda, Camino de
Mejorada-Parrillas; Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Velada a
Parrillas; Paseo de Parrillas-Navalcán; Camino de Candelada, Camino de
Valcasillo, Camino del Molino Montoya; Camino
Montoya-Valcasillo-Candeleda-Navalcán. Paseo de Navalcán-Parrillas. Camino de
Parrillas Velada; Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Parrillas-Mejorada;
Camino del Parador Aguirre-Velada; Camino de La Fresneda; Camino del
Torilejo-Velada.
Pd: Cristóbal, Diego, gracias por vuestra aportación
fotográfica (10) .
Buen día…….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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