lunes, 30 de mayo de 2016

Ruta: De La Cibeles a Sotillo de Las Palomas

     Domingo veintinueve de mayo, mañana fresca y nubarrones altos que anuncian tormentas. Once “Champions League ”, digo,  once caballeros veleños acudimos al pactado punto de encuentro, con las burricletas bien dispuestas y preparadas  para la festiva contienda. Fernando “El Grande” pone la nota de humor y aparece con “la zamarra del campeón”;  risas y chistes no faltan, ni  tampoco el eterno debate “del mejor”, mientras se demora la salida, comentando la final vivida. Pues eso, que nos vamos a Sotillo por el antiguo camino de Segurilla.

    Iniciamos la marcha, por las despejadas calles de la villa; ritmo en modo distendido y tenemos monotema “el dichoso partido” que ocupa la portada y los  grandes titulares de  primera plana; bien hermanados y en mejor armonía, cada cual aporta su opinión, como aficionado y como entrenador. En fin, que sin darnos cuenta,  nos plantamos delante del “Muro de la Gamonosa” y nos toca subir; cada cual como pueda –con su penitencia-, “se hace el silencio” y sólo se escuchan suspiros y el  acelerado respirar. Avistamos las nubes amenazantes en el  día fresco y enmarañado  y algún compañero avisa, “nos vamos a mojar”;  en plena tertulia, cabalgamos por la calmada pista, mientras escuchamos himnos y otros cánticos que va tatareando Gabriel “Lamparillas”, esto es un no parar “y acabamos de empezar”. Tan centrados vamos, que cruzamos las localidades viriatas sin darnos cuenta “y todavía no ha finalizado la primera parte”;  a nuestro paso, esquivamos algunos charcos y contemplamos las parcelas empapadas por las generosas  lluvias caídas en las últimas horas. Por el marco cerrero, hacemos el entretenido descenso, cruzamos el tímido arroyuelo antes de afrontar el tendido repecho; desde este punto, cambiamos  el decorado, un ejército de lustrosas encinas, vigilando el templo de “San Marrupejo” y  verdosas postales saliendo a nuestro encuentro por “el plácido ascenso”. Disfrutamos desde las profundidades del “rincón más asilvestrado” por la   belleza cultivado y de los “cientos” de  fotogramas que nos regala entre la hierba calada; a nuestro paso, subimos, bajamos y volvemos a subir bien arropados por el bosque encinado, escuchando los cencerros de los pachorros astados y  agitando la agradable tranquilidad  que se mece entre los vallados empedrados. Sin darnos cuenta, arribamos en la aldea de “Sotillo”, algunos compañeros proponen repostar en la próxima localidad, ”todavía no hemos hecho hambre” –comentamos-;  otros, ya tienen la fruta entre manos y aquí “acampamos”; compartimos viandas, fruta fresca, dulces y pasas para reponer fuerzas y llenar la andorga y de postre,  “el trillado  tema de la undécima”.


   












































      Reemprendemos la jornada, pero tenemos dos bajas, Goyo “El Coloso” y  Eduardo “El Carpin” eligen el camino de la cañada para llegar “antes” a  casa; los demás, seguimos  custodiando los caminos de uso público y  bregamos con cuantas cuestas nos van retando, con tramos hormigonados ¿y más empinados? Trepamos con soltura y  alegría y disfrutando de la etapa de fantasía; esperamos y nos agrupamos, pero sin pararnos; cruzamos el crecido arroyo “sin pensarlo” y ahí viene otro tramo “picado”; en plena subida, una orejona (“vuelta la burra al trigo”) digo una liebre “nos ataca”, con prisa viene hacia nosotros, ¿habrá cambiado la marcha? Nos echamos unas risas por la intrepidez “liebrera” y por “las visiones coperas”; después de escalar el enésimo tramo, en “un santiamén” llegamos y cruzamos la villa montesa, hacia el camino asfaltado ¿dónde estaba el paso empinado? No recuerdo haberlo salvado; nos adentramos en la vereda de los Leñadores, por estos lares, nos recreamos por sus angostos cercados y sus espectaculares prados desde el rústico tobogán divisados; Martín “El Fiero”, no oculta su satisfacción y “habla de etapón”, mientras divagamos por el privilegiado rincón. Atrás, dejamos las villas vecinas y para hacer más “entretenida” la jornada, ahí está, desde su altar  “El Eolo con su vara” atizando de cara. La vía gamonina es la alternativa elegida; Diego “Sin Miedo” encabeza y nos guía por el primer repecho y Gabriel “Lamparillas” (¡¡¡¡vaya día!!!!)ataca y  puntúa en todas las subidas. Con brío y tesón, atravesamos “los subes-bajas” de  los cerros caballeros, planeando, perdidos entre el silencio; “cuidado con el agrietado descenso”, -nos avisa algún compañero-. Hacemos “una parte”  del circuito gamón, entre altas hierbas en flor, escalones de piedra y la loca avena camuflando la senda. También, tenemos parada obligada, el amigo Roberto “El Bueno”, nos quiere mostrar “las reliquias primitivas del lugar”; ¿Qué será? : “¿una pila bautismal?”, “¿Un molde de ruedas de molinos?””¿La pecera local?” La fuente, donde celebra los títulos Gamonal. Nos echamos unas risas, foto de rigor para enmarcar y sin más novedad, despedida por “La Piedra Llana” y la semana que viene (“si estamos por aquí”) más.












    



















































     Resumiendo, ruta circular de 54 kilómetros, los principales caminos recorridos han sido; Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero; Camino antiguo de Segurilla a Sotillo de Las Palomas. Camino de Sotillo a Cervera de Los Montes-Segurilla, Senda de Los Leñadores; Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal, Circuito de Los gamones, Camino de Gamonal a Velada.


Pd: Fernando, Martín, Diego, Cristóbal, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (11).


Buen día……………SALUD.  



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


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