Domingo,
siete de agosto, media hora antes del horario pactado –a las ocho en esta
ocasión- nueve caballeros veleños,
puntuales, acudimos a nuestro habitual punto de encuentro; ya tenemos “diseñada”
la kilometrada por parte de nuestro amigo Gabriel “Lamparillas” y los
presentes, partimos hacia “Las Cuevas del Águila”.
Iniciamos la
jornada, atravesando la señorial villa, todavía arropada en su letargo,-después
de tanto acto social- sin indicios de
actividad; por “El camino de Arenas” hacia territorios vecinos, atrás dejamos
repletos melonares y otros pintorescos terrenos, acribillados por la dureza del
tórrido verano; también “despertamos” al ganado de “Trujillano” y en la espesura
de la castigada dehesa, nos adentramos. Abrimos las porteras correspondientes
(-dentro de la vía pública-) por el camino casi perdido, entre altos
pastizales, que ocultan regueras y otros barrancos, debajo de tanto “marullagos”;
cruzamos el reseco río, de arena inundado y los caballeros desmontados, se pasean con sus burricletas de la mano. Por la pista
de “La Tabla”, llegamos a la Cañada, somos testigos del paso trashumante y desde
aquí, “con una marcha más alegre de lo normal” (aunque sin parar de planear), arribamos en la villa de Navalcán;
custodiamos sus silenciosas calles y ante nosotros, tenemos
dos alternativas para escalar; “por la asfaltada hacia Arenas” –no se hable
más- y comenzamos la empinada faena; “apretamos en los primeros repechos”,
también bajamos el ritmo para avistar a nuestro compañeros, para “seguir apretando de nuevo”; pero no veáis
como tiran Cristobalón y Pedro “Hierros” por el riguroso torreón; coronamos,
esperamos y nos agrupamos y de paso, algunas fotografías tiramos; minutos de
relax, antes de colarnos en el divertido tobogán del misterioso pinar; jaras,
madroños y esbeltos pinos, nos encontramos por la bajada del quebrado y accidentado camino; al
fondo, el templo de Gredos, presidiendo la genuina postal y bajo nuestras ruedas,
pendientes desniveladas, zanjas
pronunciadas y entre las marañas de jaras y zarzas, un cuchillar de pizarra. También cruzamos el
crecido “Tiétar”, más fotografías para el recuerdo, las cuevas dejamos atrás, “queremos
hacer la parada más allá”; cabalgamos por el frondoso camino y por la asfaltada
pista, llegamos a la fuente de Ramacastañas. Paramos a repostar, para llenar la
andorga y las fuerzas recuperar; fruta fresca, pasas, dulces y bocatas, tenemos
en “el menú oficial” y refrescos de “cola” para hidratar al personal.
Reemprendemos la marcha, en este punto,
Diego “Sin Miedo” se nos “va al Raso”, tiene jarana familiar, pero como se
descuide un poco, va a llegar antes que “la comitiva real”. Gabriel se
adelanta, en la gasolinera, tiene que dar aire a la rueda de atrás y por la
pateada cañada, la burricleta del “Relatero”
–hace ya algunos kilómetros- le da
guerra del cambio delantero; otra vez Roberto “El Bueno”, con buen tiento,
soluciona el enésimo entuerto (Muchas gracias). Mano de santo y ahora el
cabalgar se hace más ameno y ligero; las veces que haga falta cruzamos la
carretera, para no abandonar la vía pecuaria y por la portera con
guardaganados, entramos en Navalahierba; por el camino de gravilla suelta,
cuando el calor más aprieta, nos preparamos para la tendida “cuesta”, por el
callejón de encinas y las apiñadas jaras, salvamos tramos empinados, afiladas
piedras sueltas y pasos algo deteriorados. Algunos compañeros vuelan “parriba”,
otros, paramos a retratarnos y de paso, recordamos uno de los mandamientos
pactados, “de la retaguardia no nos olvidamos”. Otra vez, esperamos y nos
agrupamos, mas, un poco más arriba en el refrescante pilón, abrevamos y agua
fresca repostamos; me entretengo un poco más de lo habitual, y los demás, ya
habrán comenzado la bajada infernal; me recreo en solitario por el fugaz
descenso, “escalo disfrutando y volando” y hasta la botija se “escapa en plena
bajada” y en la villa parrillana (“que de parranda andan”) paramos en la festiva plaza. Ante “las prisas
mostradas”, con tacto avisamos, “quien más prisa lleve, que tire “palante” y a
los demás que no espere”, tampoco vamos mal de hora y en tiempo vamos a llegar,
total: a tener en cuenta, "cuando nos jugamos algo más que un mundial", “sé humilde cuando subas, para que sean indulgentes contigo
cuando caigas”. Tomamos el camino veleño, a nuestro paso “el aire de cara
llevamos y las altas temperaturas abrasándonos” hacen más dura la fatigada
jornada; en otro punto, volvemos a vadear el río vacío, abrimos la portera de
palos y alambres y también nos defendemos por los crecidos arenales, que nos
retan por los guarecidos encinares. Atrás dejamos, cochineras, granjas y la
casa de labranza y a estas horas, “El Temible Eolo” haciendo estragos y a los
bravíos caballeros, hostigando; bajamos algunos hierros, reducimos la animada
marcha y la retaguardia “de reojo”
vigilamos por el camino parrillano. Para clausurar la calurosa etapa, en la recta final, nos aguarda “el repecho criminal”; cada cual
como pueda “lo tiene que afrontar”; esperamos, volvemos a bajar y bien
agrupados, hermanados, en la villa
veleña entramos. Hasta la próxima.
Resumiendo,
ruta circular de 70 kilómetros, los principales caminos transitados han sido:
Camino de Arenas-Parrillas-Navalcán; Camino de La Tabla, Cañada Real Leonesa
Occidental, Camino de Talavera a Navalcán; Camino de Navalcán a Arenas de San
Pedro; Senda del Tiétar; Camino de Ramacastañas. Cañada Real Leonesa
Occidental; Camino de La Parreña; Camino Real de Arenas de San Pedro a
Parrillas. Camino de Parrillas-Navalcán-Arenas a Velada.
Pd: Diego, Cristóbal,
muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (8)
Buen día……………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
Muy chulas las fotos. De la narración no hablamos. Parece que estoy con vosotros de las fabulosas descripciones
ResponderEliminarNico, muchas gracias por tu reconocimiento.....Aunque prefiero disfrutar de la ruta a "describir" jajajajajajaaja.Gracias. SALUD.
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