miércoles, 17 de agosto de 2016

Ruta: Subida a La Centenera-Refugio de Las Campanas

Domingo, catorce de agosto, otro día más, tenemos fiesta “burriclista” por la sierra y acogedores territorios  de Arenas: ocho caballeros veleños, somos los elegidos para el nuevo reto montañero. Alberto “El Maestro Ceramista” y  Antonio Medina “El Estratega” nos tienen preparado el exigente desafío de La Centenera y el refugio de Las Campanas  para brindar en  la jovial mañana.

     Comenzamos la jornada, cuatro pedaladas para calentar y en breve, nos abren la portera de  la angosta vereda; resguardados en la reconfortante sombra, la elevada arboleda nos regala un digno paseíllo, un mosaico de olores embriagadores, manando  de  los  pasos estrechos recién acicalados y  “los caballeros invitados”, cabalgando por el hechizado paisaje, de belleza inundado; en esta ocasión, las gafas tendidas en el casco, quiero disfrutar del  directo con el que la privilegiada  estampa nos agasaja; salvamos pequeños repechos, que “parriba van picando” y  mantienen  su delicado y contundente encanto. Desde el inicio, ya se respira “el buen rollo y la contagiosa armonía”, nos orientamos en “La Parra” y entre árboles frutales y el camino hormigonado, se nos presenta el colosal ascenso empinado ¿Cómo relatar la exigente subida desde este punto? Tantos kilómetros dan para mucho y más; cabeza fría y serena, piernas finas, toneladas de  ilusión y ganas de volar hacia “el paraje lunar”; “taitantas” fotografías para el recuerdo enmarcar, intercambiamos posiciones, una veces en primera línea, otras por la retaguardia, “rajando” y otras impresiones comentando y en el solitario pilón, todos abrevando “por si acaso”; me da por levantar la cabeza y a la vez, “por pensar” ¿hasta dónde queremos llegar?  y “tatareando”:  “Porque han pintao tus cuestas y repechos de lirio real, porque te han puesto de seda, ¡Ay Centenera! ¿Por qué será?….mira que to el que no sabe, tu eres la severa subida que nos va a calentar….  “¡ay! Centenera aunque la gente no crea…..no nos vamos a enfriar”. Esto, no tiene pinta de “desfile militar”, pero, marchamos entusiasmados  y se respira cierta euforia, a pesar de intuir “la que nos espera”; disfrutando del esfuerzo exigido, sudando “a cubos”, suspirando, “pidiendo clemencia”, bufando, pero sin perder de vista, las espectaculares panorámicas que la benévola  estampa nos regala;  de vez en cuando, también  nos llega “el tufillo del incendio de hace unos años” que este paraíso dejó “tocado” (que no hundido); somos generosos, unas veces apretamos, otras, aflojamos,  esperamos y nos agrupamos en algún cruce “poco marcado” y el último tramo asfaltado, también nos obliga a ir concentrados y apretando, antes de coronar el primer collado. Desde “el panel informativo”, por “la senda la Rubía”, se nos presenta “la temida subida”; nos agarramos al lema conocido y cada cual como pueda y “con su cruz acuestas”; salvamos más tramos perfilados y revirados,  curvas perfectamente diseñadas, abruptos desniveles  que nos “ponen una vez más a prueba”  y nos hacen  apretar los dientes, sobre un decorado majestuoso y  complaciente. Antonio Medina, de fuerzas sobrado, lidera la cuadrilla, “lleva un motor de gasolina”, los demás “cumplimos la dulce condena” ¿y la cima cuando llega? A pesar del “suplicio”, me siguen saliendo “delirantes  tonillos” de “la campanera”: “ Por qué has pintao en  tus ojeras…dicen que no eres buena… dile que pare esa noria….cuál es la llave de la verdad….aunque la gente no quiera, ¡Ay campanera! ¿Por qué será?” ¿Será el mal de altura que hace desvariar? En estos indescriptibles momentos: ¿Qué llevarán mis compañeros en sus cabezas? Pero continuamos progresando y a la agresiva  montaña, con descaro, desafiando; “si crees que puedes, ya has hecho la mitad del camino” y la  otra mitad,  la hacemos con tesón y sobrada voluntad. De uno en uno conquistamos el sagrado refugio y a los pies de “Las Morrillas” nos postramos; felicito a mis compañeros por el éxito logrado, “sus caras reflejan la satisfacción y mucho más”,  intercambiamos sensaciones, agotamos adjetivos y nos quedamos sin palabras desde el privilegiado trono “en medio de la nada”. Desde el deleite y la contemplación, repostamos para reponer fuerzas, pero sin dejar de idolatrar y admirar el recóndito rincón.


    














































































































       Reemprendemos la marcha, por “la fugaz bajada”, reconstruyendo y examinando el territorio escalado, sin perder de vista la grandeza que nos envuelve y  la inmensidad que nos cobija; más abajo, paramos a abrevar y llenar “las botijas” en el límpido pilón; más relajados, nos saciamos y Gabriel “Lamparillas” nos pega un baño con las bendecidas  aguas frías; más bromas y risas, siguen salpicando el encomiable día. Desde aquí, nos adentramos en el etéreo bosque abigarrado, por el sinuoso camino,  agradables olores a pino, “millones” de   árboles frutales salen a nuestro encuentro y los afilados  erizos de los castaños, “asomando”; descendemos vertiginosas pendientes hormigonadas (“21 %” Ilde “El Suegro” nos comenta”) y “huele a hierro quemado”, ya que las pastillas de los frenos, la vía van “perfumando”. Hacemos turismo por “El Arenal”, saludamos a sus simpáticas gentes y a otros burriclistas valientes que también encontramos; las ninfas de las charcas también nos animan con pancartas coloridas, mientras nos perdemos por el idílico  circuito de los sueños. Todavía nos quedan fuerzas para afrontar algún “sube y baja”, cuando las piernas ya estaban “acomodadas”, vuelven a resonar las carcajadas, por la tímida emboscada. Coronamos el collado de “La Tendera” y nos lanzamos por el entretenido laberinto de las cetas –éste,  lo vamos a hacer de subida, ya veréis como no corréis tanto ese día jajajjajajajajaaja-. Arribamos en el templo de San Pedro, redimimos nuestros pecados y pensamientos “impuros”, fotos de rigor y en modo distendido, retomamos el camino peregrino para clausurar otra  épica jornada.



     

























     


















     En definitiva, ruta circular de 36 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Vereda de los Caletos, Camino de La Morañega; Collado de La Centenera, Senda de La Rubía, Refugio de Las Campanas. Senda de La Rubía; Camino del Puerto del Arenal; Camino del Berrocoso; Collado de La Cruz de La Tendera; Los Barrancos (Zetas de San Pedro) Monasterio de San Pedro-Arenas de San Pedro.


Pd: Antonio, Diego, Cristóbal, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (7)


Buen día…………..SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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