Domingo
(6-08-2023), cuatro caballeros veleños
nos presentamos a filas para afrontar un nuevo reto montañero. En esta ocasión,
el campamento base lo instalamos en el punto recreativo de Playas Blancas, para hacer una combinada de puertos clásicos y
otras zonas con mucho renombre y etiqueta
pata negra de alta montaña. Con las
burricletas prestas y bien dispuestas, todo preparado para el gran asalto al “paraíso
abulense”.
Comenzamos
la jornada, con lo que va a ser lo más habitual de la mañana, escalar. Por el frondoso
y fresco pinar, “calentamos” y vamos cogiendo
altura, pero no perdemos la ocasión y llevamos amenas conversaciones y “bolerías
varias” para hacer más llevadera la continua subida. Además, dentro del pelotón
tenemos “padres” (Martín “El Fiero”, Gabriel “Machaque” y Gabriel “Schweeping”)
que tienen y/o han tenido hijos/as con
cargos de rey y reinas de las fiestas locales; entonces, nuestros compañeros
también son altos cargos; “Virreyes” en este caso. Aprovechamos la ocasión,
para asomarnos al balcón y disfrutar de las generosas vistas que nos regala “El
Barranco” y sus aledaños. Por ello y su dedicación, afán y “adicción” por la
zona, regalamos a Francis “Sevilla” el
título de Marqués de las Cinco Villas”. “No
perdemos el norte”, tampoco el hilo de la ascensión y antes de arribar en Santa
Cruz, el repechón “artetes” -según sus lugareños- desnivelado al 22% , nos pone a prueba y toma la tensión del cuarteto
convocado.
Después
del salvar la repentina y continua subida, atravesamos la villa, esquivamos “el
depósito” y por la ancha pista, nos montamos en el estirado puerto. Al tran-tran,
controlando y guardando -la etapa promete- sin prisas y vigilando la
retaguardia, nos recreamos con el jovial
ambiente y armonía que se descuelga del místico bosque. Nos topamos con la
estampa dantesca y secuelas a la vista, que dejó “el interesado y traicionero fuego”. Recuerdos
que “rezuman” del altar del “Techo del Mundo”, donde caballeros veleños y gamones
nos coronamos, hace ya años. Más pilones y fuentes , la abandonada majada y un
minuto para llenar las botijas en “la fuente del olvido”. Antes de partir, -“¿de
quién es esta mochila?”, lo dicho, “el olvido”. Por la tendida y cómoda pendiente,
conquistamos la primera ascensión encadenada (22 kms). Un vistazo rápido, foto
de rigor y descenso hacia el merendero, para reponer fuerzas y unos minutos de asueto.
Punto de reunión y parada de ciclistas, que les llama la atención “nuestras
zamarras” y preguntan por la localidad; también, nos reconoce “Boliche”, que hace una parada , hoy de motorista - hace a todo-, nos
despedimos de los congregados, para continuar
con la marcha.
Una
ligera bajada y nos “apuntamos” a escalar el clásico puerto, la consigna es
clara, también, hay invitación “por si alguien quiere hacer series”; nos
encontramos con bastantes ciclistas -de subida, también de bajada-, será por
esto, que decimos del paraíso. Añado, no
es un paraíso del ciclismo, ni de motos, ni de “flautistas”, ni de “nadie”; en sí mismo lo es, independientemente de
quiénes vayan y también, si no lo visitamos “ningún especialista”, ahí va a
estar su grandeza. Continuamos la escalada, con ritmo llevadero, hablamos de
charcas y patos, “pero hay que salir de la nuestra, para conocer otros patos y
otros estanques más grandes, “contamos
las curvas”, también oteamos lo que nos falta y todavía, nos impresiona el escenario de las
antenas- sabemos lo que se esconde entre bambalinas- y “El Risco Gordo”, asomado al descomunal abismo, mientras “un
comité de buitres” sobrevuela, posiblemente, alrededor de una presa (desde arriba, pudimos
ver como se abalanzaban hacia lo que avistaban). Después de serpentear el
asfalto, otear las afortunadas panorámicas,
coronamos el mítico puerto, nos hidratamos, foto de rigor y se abre el portón.
Para
rematar la faena, nos adentramos en el espectacular puerto del Lagarejo, en
esta ocasión de bajada y por su cara más amable y arreglada, aunque, también
conocemos la versión más salvaje y exigente. Tramos de subida por la arrebatada
avenida, pero el escenario que se presenta ante nosotros, es todo un majestuoso espectáculo, nos deja
ojipláticos por las cumbres que nos rodean,
abiertas praderas que desembocan en la localidad de Serranillos, custodiadas y
arropadas por las imponentes cimas que nos muestran el lado más agresivo y noble de la montaña. En
plena comunión con ella, nos mimetizamos y nos colamos en el técnico, vertiginoso
y largo descenso; paramos a reconocer el antiguo paso -algunas veces hemos
subido con las burricletas acuestas- , pues eso, la montaña en todo su
esplendor, sin publicidad, ni artificios, impasible, enigmática, para los que
la sabemos/queremos disfrutar. Recogemos las mejores vistas a media ladera, que guardamos en el zurrón de los sentidos, volvemos
a coronar el mítico puerto -por la cara opuesta- y en una fugaz y serena
bajada, nos lanzamos hacia el campamento base, previa amenaza de volver a ”tocar
a niño perdido”. Para clausurar la jornada, brindamos con refrescos y zumo de cebada fresca, mientras comentamos las
mejores jugada.
Destacar
de la jornada dominguera, además de los kms de subida, incluyendo los conocidos
puertos (Pedro Bernardo y Serranillos) y todo el campo abierto e impresionantes
vistas y agradables sensaciones que nos regala el cordal del Lagarejo;
millones de fotogramas para los sentidos,
la quietud y silencio que se respira y la grandiosidad que se desprende y mana en
cada cm2 ….. “La montaña es
muy generosa, sólo hay que escuchar y comprender”.
En
conclusión, ruta circular de 66 kms (1600 m D+). Los principales caminos transitados han
sido; Camino del Amoclón, Pista forestal los Pozos del Tío Felipe, Santa Cruz
del Valle-Puerto Pedro Bernardo (cara norte)-Puerto de Serranillos-Puerto del
Lagarejo, Las Vaquerizas, Puerto Pedro Bernardo-San Esteban del Valle-Cañada
Puerto de El Pico, Camino del Amoclón-Playas Blancas.
Pd:
Martín, muchas gracias por tu aportación fotográfica (4).
Buen
día……..SALUD.
“…mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido, sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio….”
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