Domingo,
treinta de julio, en esta jornada ponemos el punto de partida en el camping Fuente Helecha de Casavieja, localidad
avileña -aunque, Alberto y Medina ya
estaban preparados en Piedralaves- situada a los pies del acogedor Valle del
Tiétar. Ocho caballeros veleños,
formamos la osada escuadra para afrontar el reto de “los puertos”, a
petición e insistencia de nuestro amigo y compañero Diego “Sin Miedo”. Más
tarde, llegarán nuestros familiares y
“el club de fans” para el día rematar.
Iniciamos la
jornada, “a pelo”, sin calentar ni nada,
¡¡¡ya nos da igual!!!, entre un vergel de helechos y esbeltos pinos, nos
configuramos “en modo escalada” y desde bien temprano “a molinillo”; tranquilos
y con mucha calma, ya que tenemos bastante que contar, nos encaramamos en la estirada subida y a
“cabalgar”. Bien agrupados, salvamos el tendido puerto, duras pendientes,
mientras nos recreamos con las distintas panorámicas, pasos a media ladera y
estampas que nos quitan el hipo y a más de uno
“nos hacen delirar”. A nuestro paso, atrás dejamos, refugios de montaña que nos invitan a
“acampar” y con otras aventuras soñar, espectaculares fotogramas que en nuestras
retinas se graban y un laberinto de inexpugnables pistas, que en el nítido
horizonte se expanden hacia el más allá;
desde las alturas nos vamos adueñando del estrepitoso silencio y del chorreo
del aire limpio que impregna al elevado calvero. Más adelante, Pedro “Hierros”
y Medina “El Estratega”, "pasados de vueltas", vuelan por “la primera cuesta” y en cuerpo y alma se
entregan; Diego “Sin Miedo”, nos avisa, “todavía nos queda mucha subida en
ruta” y estos excesos “pueden pasar factura”; Alberto “El Maestro Ceramista” y El Relatero,
nos aferramos a este consejo (aunque esta subida ya la conocemos) mientras
disfrutamos con “la grandeza” que vamos encontrando, también la retaguardia
“controlamos”: “quien sienta la montaña no necesita explicaciones y mientras existan
paredes, aristas y agujas, habrá quién las escale, disfrutando de lo que hace,
aunque no comprenda exactamente el por qué”. Arriba, “en Calamochos”, nos
agrupamos, encontramos la fuente “taponada” y sin agua, un picoteo “rápido” y nos lanzamos al vacío
“por la pestosa y efímera bajada”, que
sirve para relajarnos y el resuello recuperar, antes de colarnos en “la senda
del alacrán”; desde la oquedad del monte, por la angosta vereda, arrastramos
piñas, esquivamos piedras y pinos, y nos paseamos por una alfombra de pinochas,
mientras algunos compañeros “se lucen y flirtean con la espectacular senda”, también
sufrimos alucinaciones con las
confusas visiones de ninfas y duendes
que corretean por el profuso bosque.
Después de
“sendear”, comentamos la grata experiencia, pero lo más inmediato es “encontrar
agua”, cuando nos encaramamos en el segundo puerto de la jornada; a nuestro
paso, fuentes que no bombean nada y otras, que gota a gota las botijas llenan;
aunque, un senderista con comenta, “que más arriba hay agua fresca”. Pues eso,
segundo plato del día, por la tendida y
exigente subida; Luci “Froome” que después de hacer el pan, se ha venido a dar
una vuelta, -como si na- “con nota da la
talla”; Gabriel “Lamparillas” sin perder el humor y la garra que le
caracteriza, se lamenta y flagela “porque
tiene que entrenar más”. En nuestro
mártir ascenso, nos encontramos a otros burriclistas de bajada, amablemente nos
saludamos, “ya no os queda nada….”, según nos comentan. Cuando escucho este
comentario, tantas veces repetido, ¿será verdad?, pues no, todavía por la
angostura y algo más arriba, todavía tenemos que bregar. A nuestro paso, un
mosaico de pinos y centenarios robles nos van abriendo el izado camino;
apretamos, a la vez, que sufrimos y
disfrutamos por el valle serrano; cada cual,
escalamos como podemos, pero
todos nos solidarizamos con los compañeros, mientras nos agrupamos y esperamos
cuánto sea necesario. Último apretón por el duro repechón y por la avenida
arbolada, otra escalada damos por finalizada. Desde aquí, afrontamos la sufrida
bajada, por su mal estado, quebrada y el hormigón levantado; mis compañeros, se
lanzan a “tumba abierta” y una nube de polvo, a modo de estela es el rastro que
me dejan. Después del fugaz descenso, el amigo Alberto, con su “peculiar guasa”
nos anima y también a todos nos baña “a
traición” con agua fresca en la fuente
del cerrilón; continuamos salvando cuestas salteadas, “unas por aquí, otras por
allá”, pero esta nos va “a calentar”,
Diego nos vuelve a avisar; así fue, antes de
buscar la bucólica senda (MP
190); la privilegiada vereda, ataviada
con pasos multicolores, un jardín de
agradables sensaciones donde florecen vistosas
emociones; unos, más complicados, “con sustos” incluidos, que hacen amagos de echar alguna liebre al
saco; otros, más divertidos, esquivando y driblando, con la sensación de
atravesar los acicalados árboles; sorteamos algunos tramos escalonados, una
veces andando, otras “cabalgando”, pero
con caras de felicidad y admiración, como si regresáramos de una quinta dimensión. Al despertar de la mágica pesadilla, en la localidad de Piedralaves, decidimos coger
línea directa y los últimos kilómetros
los hacemos “a destajo” por la antigua carretera; Martín “El Fiero”, en “su
terreno”, enciende la mecha “y sálvese quien pueda”, como a algunos compañeros
“les va la marcha”, no les hace falta
escuchar el toque de corneta y por estos
lares se vuela. Último arreón, pasando a toda prisa el escenario arbolado;
parece que todavía nos quedan reservas, “velocidad y más cuestas”, así hasta
llegar; “low battery, low battery” se
van sucediendo los mensajes en las
piernas….Paseamos triunfantes por las callejuelas de Casavieja y desde aquí,
todavía al “camping tenemos que subir”; distendidos, rodamos, aunque ya flaquean las fuerzas, las altas
temperaturas también nos merman, al punto de partida, victoriosos vamos llegando; heridos de guerra,
blanquecinos, sudorosos y con las caras desencajadas por la encarnizada batalla. Después de la odisea montañera,
jubilosos nos aguardan nuestros familiares, amigos/as y más invitados, en
armonía y fraternidad con la mesa puesta y repleta; zumo
de cebada fresca para recuperarnos, reconfortantes baños para “enfriarnos”,
exquisitos manjares para recuperas fuerzas, cafés, amenas charlas de sobremesa y
el descanso del guerrero en la tradicional siesta. Hasta la próxima. Muchas
gracias compañeros/as.
En
definitiva, ruta circular de 64 kilómetros, los principales caminos y parajes
recorridos han sido: Fuente Helecha, Majamel, Pastizal, Caseriles, Calamochos,
Majalberrueco, Senda del Alacrán, Majalberrueco, Camino Majacanchal,
Majalechar, Senda MP 190, Piedralaves- Casavieja.
Pd: Martín,
Diego, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (3)
Buen día………..SALUD.
“mil caminos por
andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”
No hay comentarios:
Publicar un comentario