miércoles, 2 de agosto de 2017

Ruta: Subidas Calamochos-Majacanchal (Casavieja)

Domingo, treinta de julio, en esta jornada ponemos el punto de partida en el  camping Fuente Helecha de Casavieja, localidad avileña -aunque,  Alberto y Medina ya estaban preparados en Piedralaves-  situada a los pies del acogedor Valle del Tiétar. Ocho caballeros veleños,  formamos la osada escuadra para afrontar el reto de “los puertos”, a petición e insistencia de nuestro amigo y compañero Diego “Sin Miedo”. Más tarde,  llegarán nuestros familiares y “el club de fans” para el día rematar.

Iniciamos la jornada, “a pelo”,  sin calentar ni nada, ¡¡¡ya nos da igual!!!, entre un vergel de helechos y esbeltos pinos, nos configuramos “en modo escalada” y desde bien temprano “a molinillo”; tranquilos y con mucha calma, ya que tenemos bastante que contar,  nos encaramamos en la estirada subida y a “cabalgar”. Bien agrupados, salvamos el tendido puerto, duras pendientes, mientras nos recreamos con las distintas panorámicas, pasos a media ladera y estampas que nos quitan el hipo y a más de uno  “nos hacen delirar”. A nuestro paso, atrás dejamos,  refugios de montaña que nos invitan a “acampar” y  con otras aventuras soñar,  espectaculares fotogramas que en nuestras retinas se graban y  un laberinto de  inexpugnables pistas, que en el nítido horizonte se expanden hacia el  más allá; desde las alturas nos vamos adueñando del estrepitoso silencio y del chorreo del aire limpio que impregna al elevado calvero. Más adelante, Pedro “Hierros” y Medina “El Estratega”, "pasados de vueltas", vuelan por “la primera cuesta” y en cuerpo y alma se entregan; Diego “Sin Miedo”, nos avisa, “todavía nos queda mucha subida en ruta” y estos excesos “pueden pasar factura”;  Alberto “El Maestro Ceramista” y El Relatero, nos aferramos a este consejo (aunque esta subida ya la conocemos) mientras disfrutamos con “la grandeza” que vamos encontrando, también la retaguardia “controlamos”: “quien sienta la montaña no necesita explicaciones y mientras existan paredes, aristas y agujas, habrá quién las escale, disfrutando de lo que hace, aunque no comprenda exactamente el por qué”. Arriba, “en Calamochos”, nos agrupamos, encontramos la fuente “taponada” y sin agua,  un picoteo “rápido” y nos lanzamos al vacío “por la pestosa y efímera  bajada”, que sirve para relajarnos y el resuello recuperar, antes de colarnos en “la senda del alacrán”; desde la oquedad del monte, por la angosta vereda, arrastramos piñas, esquivamos piedras y pinos, y nos paseamos por una alfombra de pinochas, mientras algunos compañeros “se lucen y flirtean con la espectacular senda”,  también  sufrimos  alucinaciones con las confusas  visiones de ninfas y duendes que corretean por el profuso bosque.
































Después de “sendear”, comentamos la grata experiencia, pero lo más inmediato es “encontrar agua”, cuando nos encaramamos en el segundo puerto de la jornada; a nuestro paso, fuentes que no bombean nada y otras, que gota a gota las botijas llenan; aunque, un senderista con comenta, “que más arriba hay agua fresca”. Pues eso, segundo plato del día,  por la tendida y exigente subida; Luci “Froome” que después de hacer el pan, se ha venido a dar una vuelta, -como si na-  “con nota da la talla”; Gabriel “Lamparillas” sin perder el humor y la garra que le caracteriza, se lamenta y flagela  “porque tiene que  entrenar más”. En nuestro mártir ascenso, nos encontramos a otros burriclistas de bajada, amablemente nos saludamos, “ya no os queda nada….”, según nos comentan. Cuando escucho este comentario, tantas veces repetido, ¿será verdad?, pues no, todavía por la angostura y algo más arriba, todavía tenemos que bregar. A nuestro paso, un mosaico de pinos y centenarios robles nos van abriendo el izado camino; apretamos, a la vez,  que sufrimos y disfrutamos por el valle serrano; cada cual,  escalamos  como podemos, pero todos nos solidarizamos con los compañeros, mientras nos agrupamos y esperamos cuánto sea necesario. Último apretón por el duro repechón y por la avenida arbolada, otra escalada damos por finalizada. Desde aquí, afrontamos la sufrida bajada, por su mal estado, quebrada y el hormigón levantado; mis compañeros, se lanzan a “tumba abierta” y una nube de polvo, a modo de estela es el rastro que me dejan. Después del fugaz descenso, el amigo Alberto, con su “peculiar guasa”  nos anima y también a todos nos baña “a traición”  con agua fresca en la fuente del cerrilón; continuamos salvando  cuestas salteadas, “unas por aquí, otras por allá”,  pero esta nos va “a calentar”, Diego nos vuelve a avisar; así fue, antes de  buscar  la bucólica senda (MP 190); la privilegiada vereda,  ataviada con pasos  multicolores, un jardín de agradables  sensaciones donde florecen vistosas emociones;  unos,  más complicados, “con sustos” incluidos,  que hacen amagos de echar alguna liebre al saco; otros,  más divertidos,  esquivando y driblando, con la sensación de atravesar los acicalados árboles; sorteamos algunos tramos escalonados, una veces andando, otras “cabalgando”,  pero con caras de felicidad y admiración, como si regresáramos de una  quinta dimensión. Al despertar de la  mágica pesadilla,  en la localidad de Piedralaves, decidimos coger  línea directa y los últimos kilómetros los hacemos “a destajo” por la antigua carretera; Martín “El Fiero”, en “su terreno”, enciende la mecha “y sálvese quien pueda”, como a algunos compañeros “les va la marcha”,  no les hace falta escuchar el toque de corneta y  por estos lares se vuela. Último arreón, pasando a toda prisa el escenario arbolado; parece que todavía nos quedan reservas, “velocidad y más cuestas”, así hasta llegar; “low battery, low battery”  se van sucediendo los  mensajes en las piernas….Paseamos triunfantes por las callejuelas de Casavieja y desde aquí, todavía al “camping tenemos que subir”; distendidos, rodamos, aunque  ya flaquean las fuerzas, las altas temperaturas también nos merman, al punto de partida, victoriosos  vamos llegando; heridos de guerra, blanquecinos, sudorosos y con las caras desencajadas por la encarnizada  batalla. Después de la odisea montañera, jubilosos nos aguardan nuestros familiares, amigos/as y más invitados, en armonía y fraternidad con la mesa puesta y repleta; zumo de cebada fresca para recuperarnos, reconfortantes baños para “enfriarnos”, exquisitos manjares para recuperas fuerzas, cafés, amenas charlas de sobremesa y el descanso del guerrero en la tradicional siesta. Hasta la próxima. Muchas gracias compañeros/as.





































En definitiva, ruta circular de 64 kilómetros, los principales caminos y parajes recorridos han sido: Fuente Helecha, Majamel, Pastizal, Caseriles, Calamochos, Majalberrueco, Senda del Alacrán, Majalberrueco, Camino Majacanchal, Majalechar, Senda MP 190, Piedralaves- Casavieja.


Pd: Martín, Diego, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (3)


Buen día………..SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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